Garamendi: «La renta mínima es peligrosa, puede potenciar aún más la economía sumergida»
Antonio Garamendi, presidente de la CEOE ·
El líder de la patronal advierte del riesgo de demorar la vuelta a la actividad y destaca que la industria puede ser un motor extra para Euskadi en la salida de la crisisAntonio Garamendi Lecanda (Getxo, 8 de febrero de 1958), el líder de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), ha firmado esta semana con el Gobierno y los sindicatos un pacto para prorrogar los ERTE hasta el 30 de junio, más allá del estado de alarma, que, asegura, hay que entenderlo con «sentido de Estado» y en un contexto económico muy complicado. El presidente de la patronal, que en la comisión tripartida abierta para desarrollar el acuerdo quiere ahora profundizar al detalle en la situación futura de los sectores más afectados por el parón impuesto, aboga por una vuelta a la actividad 'a la alemana'; esto es, todos con mascarilla, a la calle y al trabajo, pero cuanto antes. Garamendi evita «entrar en política», pero deja clara su distancia con iniciativas de tono 'morado', como las rentas mínimas o los impuestos a los patrimonios más altos, y pide que se evite caer en la tentación de instaurar como estructurales gastos que, dice, solo tienen sentido como coyunturales y ligados al combate de la pandemia; de otro modo, advierte, los mercados no lo perdonarían. El getxotarra no desaprovecha la oportunidad para recordar que el peso de la industria en el PIB vasco puede suponer un balón de oxígeno para Euskadi en la salida de la crisis.
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-¿Se siente satisfecho con el pacto alcanzado sobre los ERTE?
-En todo pacto, cada uno pone sus posiciones, logra algunos de sus planteamientos y, lógicamente, tiene que aceptar los de la otra parte. Estamos en un momento muy complicado, algo nunca visto, con lo que hay que entender los pactos desde la responsabilidad y el sentido de Estado. ¿Satisfechos? Sabíamos que en cuanto acabara el estado de alarma caducarían los ERTE, y había que solucionar este problema.
-¿Hubo líneas rojas?
-Hubo aspectos innegociables por parte del Gobierno, que al fin y al cabo es el que legisla. El primero, los plazos, que eran mayo y junio. A mi me hubiera gustado hablar de diciembre para equilibrar la desescalada con los ERTE. El otro tema no discutible era el dinero, el gasto del Gobierno, que era el que era.
-¿Entonces...?
-Yo no he firmado que esto acabe en junio. Hemos gestionado lo que había. Una primera conclusión importante es desligar la fuerza mayor de la alarma. A ninguna empresa le gusta despedir a nadie, pero el propio Gobierno dice que el paro va a subir a prácticamente el 20%. Y, tristemente, quien va a ir al paro no es el ya parado o quien no ha pedido un ERTE. Y hay que tener en cuenta también que la fuerza mayor es consecuencia de un virus, por eso seguimos siempre lo que dice Sanidad, pero que los cierres de las empresas son por orden administrativa. Quien ha cerrado los bares, los hoteles y los comercios es el Gobierno.
-¿Y el no poder despedir?
-Esa claúsula de mantenimiento del empleo, que era de un año ahora es de seis meses, y además en cierta medida se ha diluido. Nadie quiere, pero hay empresas a las que no les va a quedar más remedio si quieren sobrevivir o, incluso, proteger al resto de la plantilla. Por eso se habla de los fijos discontinuos y de otras cosas. Y si el empresario ve que puede ir a concurso de acreedores no está obligado a devolver la exoneración (de las cuotas de la Seguridad Social durante el ERTE).
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-Habrá que ver cómo se interpreta eso, ¿no?
-Eso está en manos de la empresa. A la mayoría de las que les va a pasar esto son pequeñas, donde igual hay cinco empleados, facturas 30 y tienes gastos de 100. Es evidente que así te vas a concurso. Si el Estado no acepta esto, las demandas que le van a caer van a ser brutales. Es una cláusula importante, y Ay! del que no quiera verla y provoque una quiebra.
Juegos Olímpicos
-¿Habrá muchos concursos?
-Tenemos que intentar que sobreviva el mayor número de empresas y de empleos posible. Es el objetivo. Pero pensar que nadie va a cerrar es muy poco realista. Cada semana que estamos parados es un drama económico difícil de arreglar. Tenemos clarísimo los EPI y la seguridad, pero las empresas tienen que funcionar. Es curioso ver cómo estamos trabajando con las mascarillas y la seguridad, y la gente, de ocho a diez de la noche, sale como si fueran los Juegos Olímpicos sin mascarillas nadie... Sería más lógico lo de Alemania, todos a trabajar y a la calle con mascarilla. Tenemos que ponernos a trabajar, que es lo único que vale. Desde luego, los empresarios vamos a ser responsables, pero que la gente lo sea también. Es un mérito haber estado 50 días encerrados, y entiendo que te dejen salir y te comas el mundo, pero...
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-¿Nuestros competidores ya están en marcha?
-Esto no acaba en julio, y como nos pongamos en marcha después Alemania u otros, tendremos un problema. Por eso es importante la comisión tripartita que hemos montado. Lo que queremos es que sean los sectores los que hablen. Ahora tienen que venir conmigo los hoteles, los comercios, las aerolíneas, las agencias de viajes, los comedores o los autobuses escolares...
«Si el Estado no acepta los despidos ante un posible concurso, las demandas van a ser brutales»
«Un impuesto a las grandes fortunas es un error inmenso; ideología pura y muy poco práctico»
-¿Y la industria?
-La industria tiene que coger su espacio. Todo el automóvil tiene un problema de demanda terrible. Los concesionarios están cerrados. Y somos uno de los grandes fabricantes de coches. En el caso de Euskadi ni te digo, con Mercedes, nada menos, y con los CIE, Gestamp, Antolín y tantos otros proveedores... Hay que impulsar la demanda, como suele decir Eduardo Zubiaurre. Harían falta planes Renove.
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-Parece que la industria tiene mejor futuro que otros sectores. ¿Un as en la manga de Euskadi?
-Creo que el País Vasco tiene en la industria una pequeña ventaja dentro de esta desgracia. En aquellas comunidades con un PIB industrial superior al 20%, como Euskadi, el paro es del 10%. No solo en Euskadi. La industria, que ha hecho los deberes, ha logrado equilibrar la aportación del sector exterior y aumentar el número de empresas exportadoras.
-¿Quién ha resultado más duro negociando con CEOE, los sindicatos, la ministra Díaz o el vicepresidente Iglesias?
-El vicepresidente Iglesias no ha intervenido absolutamente nada en esta negociación. No era un tema solo de Empleo, sino de cuatro ministerios, que han sido Nadia Calviño, la ministra de Hacienda, la de Empleo y el de Seguridad Social. Y ha habido mucha negociación bilateral con los sindicatos; no he parado de hablar con Pepe (Álvarez) o con Unai (Sordo). Cuando nuestras posiciones iban pactadas ya entre nosotros era más difícil que el Gobierno te dijera que no.
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-Lo preguntaba por saber hasta qué punto pesó el componente Podemos en la negociación.
-Como no me gusta hablar de política, no entro ahí. Yo tengo un Gobierno que es de coalición. Y sus problemas internos, si los tienen, que los arreglen en casa. Yo hablo con un Gobierno que es uno.
-El acuerdo de los ERTE le supuso ciertas críticas dentro de CEOE. ¿Se siente completamente respaldado?
-Hay una cosa curiosísima: yo tengo un comité ejecutivo de cincuenta personas y no sé ya si retransmitirlo en directo como 'La Sexta Noche' o qué... (ríe). Lo que yo entiendo como un debate franco y sincero, al final se magnifica y no sé... De los cincuenta hubo uno, que fue Foment (la patronal catalana) que puso reparos, pero el resto dijo 'adelante'. ¿Todo el mundo quiere más? Claro. Y yo. Ahora toca trabajar con los sectores. También propuse votar, pues soy su representante y no su jefe, y me dijeron que no.
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-No todo se retransmite...
-Hay cosas que hemos peleado y que me han costado mucho. He sido muy pesado con los avales del ICO, con el apoyo a Cersa o el tema del MARF, donde por cierto hay muchas empresas vascas. Aquí se trabajan muchas cosas que no se cuentan. Estamos en un momento en el que tenemos que dar la talla, y creo que hemos hecho lo que debíamos. También hemos dicho que no a muchas cosas, lo que pasa es que no salen. Yo no hago política.
Impuestos
-Podemos quiere un impuesto a las grandes fortunas...
-Eso es un error inmenso. Ideología pura. Y muy poco práctico. Queda muy bonito pero lo único que haces es desincentivar a la sociedad. Lo que hay que hacer es poner en marcha al país, y que las empresas ganen dinero y paguen impuestos, con lo que habrá más empleo, y más IRPF y más IVA.
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-Quien sí ha sugerido una subida de impuestos, para hacer frente al gasto por el Covid, ha sido Confebask...
-No he visto ese documento. Creo que es un planteamiento más bien genérico, a lo mejor para hacer un pequeño esfuerzo en un plazo corto. Pero no lo sé. Nosotros, a nivel conceptual, lo que pensamos es que más bases imponibles y menos tipos. Cuando se habla de que en España hay menos presión fiscal, se olvida la economía sumergida, que en Europa es un 13% y aquí un 24%. Cuando haces el cálculo como hay que hacerlo, sale que los que pagamos pagamos más. Hay más presión fiscal para el que paga. Por eso es tan peligroso el tema de esas rentas de las que se habla, esa renta mínima, porque puede potenciar aún más la economía sumergida.
-¿Habla del Ingreso Mínimo Vital que quiere el Gobierno?
-Si es algo coyuntural, porque la gente lo está pasando mal, pues habrá que hacer lo que sea, como con los ERTE, pero luego la gente tiene que ponerse a trabajar, y hacer 'Lanbides' y recorridos de empleo. Lo otro solo consigue sociedades anestesiadas.
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-Las previsiones son desoladoras. ¿Estamos condenados a ser mucho más pobres como país?
-Tenemos claro que ahora toca endeudarse. Si lo hacemos de forma coyuntural, no tendremos problema, más allá de que habrá que devolverlo. Pero tendremos un problema si nos metemos en gastos estructurales y el año que viene arrastramos un déficit estructural. Tenemos que ser conscientes de que cada 100 puntos de tipo de interés son 10.000 millones de coste. El BCE está comprando el 50% de nuestra deuda y el otro 50%, son los mercados, que van a confiar o no en función de lo que hagas. ¿Que el país va ser más pobre, que va a estar peor? Sí. ¿Que nos va a costar recuperar? Si. Pero la diferencia es que si lo hacemos bien saldremos adelante, pero si nos metemos en gastos estructurales tenemos un problema porque los mercados no confiarán en nosotros. El acuerdo de los ERTE también da confianza en el país.
«A ninguna empresa le gusta despedir, pero es el propio Gobierno el que sitúa el paro en el 20%»
«En la negociación de los ERTE también hemos dicho que no a muchas cosas, pero eso no sale»
-¿Temen ustedes una corriente de nacionalizaciones de empresas en España?
-Lo que tira hacia delante de un país es la iniciativa privada. Eso no quita que en un momento concreto se pueda ayudar. Por cierto, los ERTE son consecuencia de que las empresas llevan pagando a la Seguridad Social toda la vida. Nadie nos regala nada. Como las famosas 'vacaciones' en la industria, que las pagan las empresas.
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-¿Qué política salarial recomendará CEOE este año?
-Pues de muchísima moderación. Si no serían unos pocos no pensando en los otros. Pero ojalá podamos hablar de eso. Ahora toca salvar los muebles.
-Usted protagonizó el pasado enero el Foro Empresarial Gipuzkoa, organizado por este diario. Y allí se mostró dispuesto a negociar una «mejora» de la reforma laboral. Puede que en un tiempo tenga que enfrentarse a una contrareforma laboral.
-Con esto pasa como con lo anterior. Ojalá pudiéramos hablar de otra cosa. En aquel momento, lo que dije es que estaría dispuesto a mejorar la reforma laboral. A mejorarla para todos, claro. Ahora, también le digo que menos mal que tenemos la reforma laboral, porque si no la rigidez hubiera provocado un aluvión de cierres de empresas. De todos modos, eso de la contrareforma suena tan conservador, ¿verdad?
Una nave espacial en su casa
-¿Cómo ha vivido el presidente de la patronal la pandemia y el confinamiento?
-Pues lo he vivido como todos. Desde que comenzó el confinamiento he estado recluido en casa, como lo ha estado la mayoría de los ciudadanos, y teletrabajando desde la mañana hasta la noche sin descanso. Ha sido muy intenso. De hecho, mi familia me dice que me ve ahora menos que cuando estoy en Madrid.
-¿Y qué tal el teletrabajo?
-Sin parar. La verdad. Tengo una habitación en casa que parece una nave espacial con tanto ordenador y tanta pantalla. (Ríe)
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