Mi primer contacto con el mundo laboral: «Para empezar, un sueldo de 1.300 euros no está mal»
Durante la época estival muchos jóvenes guipuzcoanos aprovechan para buscar su primer empleo. Otros, por su parte, comienzan sus prácticas de verano
Martin Sansinenea
Sábado, 13 de julio 2024, 00:19
El verano suele ser una época idónea para acercarse por primera vez al mercado laboral. La estación que se aprovecha para disfrutar de días de sol es también una oportunidad para muchos jóvenes para encontrar un empleo en actividades relacionadas con esta época del año en la que muchas empresas necesitan reforzarse ante la llegada de turistas. No obstante, durante estos meses otros sectores como la banca, la industria o los propios centro tecnológicos también crean empleo y necesitan mano de obra. Sandra Ares, Laura Romero, Mateo Galardi y Adrián Herrero son jóvenes que han aprovechado estas necesidades para hacerse un hueco enel mundo laboral y que han querido compartir su experiencia con DV. Ellos han accedido al mercado en un momento en el que la afiliación se encuentra en máximos históricos. De hecho, junio cerró con 340.203 cotizantes.
No obstante, en ese mes todavía había en nuestro territorio 2.386 personas menores de 25 años registrados en Lanbide. De estos, 1.083 no tenían ninguna experiencia laboral previa. De todos esos jóvenes desempleados, casi la mitad (1.077) buscan un empleo en el sector servicios.
El Dato
2.386
son los guipuzcoanos menores de 25 años que están registrados en Lanbide como parados. De ellos, casi la mitad (1.083) son personas que no han tenido experiencia laboral previa. Prácticamente la mitad (1.077) buscan un empleo en el sector servicios.
Y es que a pesar de los datos históricos de afiliación, la tasa de desempleo entre los más jóvenes en Euskadi se mantiene prácticamente intacta. En concreto, durante el primer trimestre de 2024 la tasa de paro en jóvenes de menos de 25 años era del 19,03%, tres décimas más que un año antes, según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). Sin embargo, en el caso de las mujeres el índice de paro se ha reducido en más de siete puntos, pasando de un 23,19% al 15,81%, mientras que en los hombres, la tasa ha aumentado casi seis puntos, hasta llegar al 21,74%.
Sandra Ares Camarera
«Empecé a trabajar para no depender de mis padres»
La mayoría de edad se alcanza con los 18 años pero desde los 16 es posible trabajar, aunque esta no sea la práctica más habitual, sobre todo cuando el verano se aprovecha para disfrutar de los amigos y el sol. A pesar de ello, hay jóvenes que desde el principio tienen la intención de acercarse al mundo laboral. Es el caso de la donostiarra Sandra Ares, estudiante del Instituto Usandizaga de Donostia que acaba de finalizar el primer curso de bachillerato. Un curso conocido por su extenso verano, uno que es muy aprovechable en caso de aprobar todas las asignaturas. No obstante, para Ares esta época «hay que aprovecharla para sacar algo de dinero».
Una decisión que su familia ha apoyado en todo momento. A este respecto destaca que «en casa ha habido ejemplos de comenzar a trabajar muy joven, como es el caso de mi hermano». Para ello, buscó un empleo en el sector de la hostelería, «porque en Donostia durante el verano se suele necesitar gente» y, como asegura, «sin muchas complicaciones conseguí un empleo en la cafetería Amelie Coffee». Una suerte que no tienen algunos conocidos «a los que les está costando algo más conseguir un empleo». Algo que, como afirma, «puede ser entendible ya que no tenemos ninguna experiencia trabajando».
En cuanto a las complicaciones para adaptarse al puesto como camarera, Ares asevera que «aunque al principio puede ser un salto importante, en cuanto entiendes cómo funciona, todo se reduce a ponerle ganas». Concretamente, sus labores se centran sobre todo «en estar en la terraza», aunque, como destaca, siempre hay trabajo, y si no hay personas a las que atender ayudo con la vajilla o limpio las mesas».
En cuanto a las razones por las que esta donostiarra ha decidido acceder al mercado laboral, destaca una por encima del resto. Como asegura « he querido trabajar para no depender de mis padres y poder pagarme algún que otro capricho».
A pesar de estar contenta con su puesto de trabajo, del que destaca «lo mucho que se aprende», dice que su plan es dedicarse a algún sector del ámbito «científico», si bien, como asevera, «con 16 años todavía es difícil saber exactamente qué es lo que alguien quiere hacer».
No obstante, algo que sabe es que «el verano que viene intentaré repetir experiencia, porque es algo que hasta el momento me está dando mucho». Una actitud que «enorgullece a mi familia» y una manera de actuar «que han apoyado desde el primer momento».
Laura Romero Atención al cliente en Laboral Kutxa
«Para ser mi primera experiencia laboral pienso que está bien remunerada»
Finalizar un grado y encontrar un puesto de trabajo es una fórmula que funciona, sobre todo «si se tienen ganas de trabajar». Lo sabe bien Laura Romero, quien está cerca de terminar la carrera de Administración y Dirección de Empresas en la UPV/EHU.
Una formación a la que accedió por su relación «con la economía, que empezó cuando en bachiller comenzamos a dar clases de esta asignatura, la cual me gustó mucho». En estos momentos, tras cuatro años de grado universitario, lo único que le queda para finalizar los estudios es presentar su Trabajo de Fin de Grado. Actualmente «estoy con un contrato de trabajo hasta septiembre en Laboral Kutxa».
Un empleo al que ha conseguido acceder a través de las prácticas de la universidad y en el que está trabajando «de cara al público y en todo lo relacionado con la caja». Una labor que, como afirma, «está bien remunerada para ser el comienzo». Tras esta primera experiencia en la empresa prevé conseguir un contrato que «ronde los 1.200-1.400 euros, pero siempre con el objetivo de ser mejor profesional y, por tanto, ganar algo más». Sin embargo, además del salario, «el horario, el ambiente de trabajo y en general las condiciones laborales hacen que me quiera mantener en la entidad». A este respecto también asegura que el entorno «está siendo fundamental para dar el máximo», si bien, como recuerda, «el esfuerzo por parte de alumnos como yo, que estamos empezando es innegociable».
A pesar de la buena situación en la que se encuentra, Romero piensa que seguir estudiando «es clave para mejorar como profesional». Concretamente, afirma que «seguir formándome es algo que está en mente, realizando un máster pero también aprendiendo, por ejemplo, más idiomas».
En cuanto a las personas que le rodean, Romero asevera que «muchos de mis compañeros también están consiguiendo empleos». Algo «positivo» ya que deja claro que «la carrera que he elegido tiene varias salidas laborales».
Mateo Galardi Ingeniero industrial
«Lo importante al principio es adquirir experiencia»
Si hay un sector que se identifica con Gipuzkoa, esa es la industria, aunque al otro lado de la muga las ofertas en ese sector pueden llegar a atraer a los jóvenes. Mateo Galardi, nacido en Donostia, está afincado al otro lado de la frontera y actualmente está estudiando Ingeniería Industrial en la Universidad Ecole d'ingénieurs Estia, un centro que se encuentra a apenas 30 minutos de Irun. En dicha universidad, «los alumnos buscamos las prácticas por nuestra cuenta y yo decidí intentar entrar en el centro tecnológico Ideko, ya que ofrecían prácticas cortas que es lo que necesito en estos momentos».
Su pasión por los aviones y por los coches hizo que se decantase por la empresa de Elgoibar. De hecho, su pasión hace que disfrute de su periodo de prácticas ya que «en estos momentos estoy inspeccionando piezas de coches o bien de aviones».
A pesar de estar contento con su labor en el centro tecnológico, el proceso para encontrar una organización en la que comenzar unas prácticas no fue sencillo. Galardi destaca que «al principio es bastante complicado y yo creo que si se conoce a alguien, es bastante más efectivo encontrar unas prácticas que buscar por tu cuenta».
En este sentido, recuerda con alivio la entrevista que le realizaron y que le permitió entrar en Ideko. Un capítulo que finaliza el 24 de julio y que hace que Galardi piense en lo que va a hacer tras finalizar la carrera. Asegura que hay muchas opciones. «No sabría si quedarme en Francia; yo creo que al principio sí lo haría, pero luego me iría centrando en trabajar en alguna empresa en Madrid y, a la larga, volver a Euskadi, a San Sebastián».
En cuanto a comenzar a trabajar «con un contrato fijo», este joven destaca que «todavía queda mucho camino que recorrer», ya que «me quedan tres años de universidad y quiero disfrutar de ello».
En relación al país en el que le gustaría dar sus primeros pasos como profesional, Francia está bien posicionado. «Empresas como Airbus son muy atractivas». No obstante, además de las compañías, el sistema de educación francés permite que al finalizar la carrera se encuentre un trabajo. «En mi universidad, por ejemplo, es posible estudiar y trabajar al mismo tiempo cobrando 2.200 o 2.500 euros», destaca.
A este respecto, Galardi asegura que para él «lo importante al principio es formarse para luego poder acceder a puestos que me gusten».
Adrián Herrero Técnico de electricidad
«Para empezar en el mundo laboral, un sueldo que ronde los 1.300 euros no está mal»
El sector de la electricidad es un ámbito que está buscando profesionales. Por ello, realizar un grado de mantenimiento electrónico es casi un sinónimo «de encontrar trabajo», como asegura nuestro cuarto y último protagonista, Adrián Herrero. Este joven nacido en el año 2002 es vecino de Andoain y ha querido probar suerte en algo que «siempre me ha atraído». Recuerda cómo «desde bien pequeño he estado trasteando con cosas, y es algo que me llama la atención».
Hasta junio estudiaba en el centro de La Salle Berrozpe. Ahora ha conseguido un empleo en la empresa Plastigaur. A sus 21 años, tras el proceso de formación dual en la empresa, «por suerte» ha conseguido un contrato.
Una noticia celebrada por él y su familia, «quienes se alegraron mucho de ver cómo encontraba un sitio en el que estaba a gusto». Un puesto al que en un principio «no tenía pensado acceder, ya que no era exactamente lo que había estudiado», pero la necesidad de trabajadores «me ha abierto las puertas».
Además, destaca que «a pesar de que hubiera necesidad por parte de la empresa, no ha habido ningún tipo de complicación para acceder al empleo». Esto se debe, como afirma, a que «el propio centro donde estudiaba me ayudó en su momento a buscar la empresa».
No obstante, Herrero mantiene los pies en la tierra y «aunque cobraré más que durante las prácticas, un sueldo que ronde los 1.300 euros estaría bien para empezar, aunque poco a poco me gustaría ir ascendiendo». Y, aunque el futuro no se puede predecir, Herrero da por sentado que «estos empleos son importantes, sobre todo, para ganar experiencia». Aunque, como asegura, «estoy tranquilo por lo que pueda venir», ya que dos de sus amigos que han realizado el mismo ciclo formativo «tienen un trabajo estable».
En cuanto a las condiciones laborales, este joven destaca que «están muy bien». Aunque, como afirma, «si bien no es un trabajo como el de un oficinista, el horario y las condiciones son perfectas».
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