«El objetivo es hacer robots autónomos que puedan actuar como un humano»
«Un robot podría conducir, aunque hay dudas éticas sobre los posibles daños en un accidente, y uno nano, llevar medicamentos al cuerpo de forma menos agresiva contra el cáncer»
La ingeniera guipuzcoana Juncal Arbelaiz (Irun, 30 años) ha llegado alto. Se graduó en el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) en Boston y ahora trabaja ... en la Universidad de Princeton (Nueva Jersey), en Schmidt Science Fellowship, donde investiga la intersección entre lo biológico y la robótica.
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–Usted se dedica a los robots blandos. ¿Qué son exactamente?
–Buscan inspiración en sistemas biológicos (pulpos o medusas). Su flexibilidad les servirá para resolver situaciones en las que los robots rígidos tradicionales podrían fallar: por ejemplo, agarrar piezas de diferente geometría o en cirugías para adaptarse al tejido humano. Uno de los grandes retos de los robots blandos es que las ecuaciones que rigen la dinámica del robot son muy complejas y hacen falta nuevas técnicas para el diseño de los controladores de estos robots.
–¿En qué punto se encuentra la robótica en este momento?
–Habría que diferenciar entre automatización y autonomía. La automatización está lograda, como se aprecia en una cadena de montaje en una empresa; sabemos cómo conseguir que un robot realice tareas repetitivas en entornos controlados. El reto es la autonomía, lograr que un robot actúe como un humano en un entorno incierto y por ejemplo, lo puedas mandar a un rescate a un barranco peligroso.
–¿Y cómo se logra técnicamente que un robot se comporte con un humano?
–Equipando al robot con sensores (como cámaras de visión o sensores táctiles que se deformen al tocar una superficie y puedan inferir su geometría) que captan señales de su entorno, que se traducen y procesan en un ordenador y de ellas se extrae información útil para un robot a la hora de moverse. Esto requiere fusionar señales de distintos tipos de sensores (la visión con el tacto) como hacemos los humanos de forma inconsciente. Una vez que estas señales se procesan, entra en juego el control y la toma de decisiones: cómo utilizar estas señales para determinar sus siguientes movimientos. Esta es una explicación básica. Se suelen hacer campeonatos con robots jugando al fútbol (la Robocup) y ahí puede apreciarse que aún queda camino hasta que los robots sean autónomos y que un mismo robot pueda realizar muchas tareas diferentes.
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«Un robot tiene lugar en trabajos donde la persona no aporta valor, o en suplir a la persona en un rescate como el de Fukushima»
–¿Podría un robot conducir un coche?
–En Estados Unidos ya hay coches autónomos. El robot es el propio coche y toma decisiones de forma autónoma para conducir. Pero aún hay cierta preocupación sobre la seguridad y también surgen cuestiones éticas. Por ejemplo, si el coche se encuentra ante un accidente inevitable, ¿cómo decides a quién dañar? ¿A los cuatro pasajeros que saben de la responsabilidad que adquieren al montar en un coche autónomo o al peatón que no tiene culpa pero solo es uno?
¿Un robot podría operar?
–Lo veo más como una herramienta para el cirujano, aunque ya hay robots nano (de menos de un milímetro) que pueden trabajar dentro del cuerpo, por ejemplo, para tratamientos contra el cáncer o para la entrega de medicamentos de una forma más controlada, siendo un tratamiento menos agresivo que los actuales. Pero este tipo de robots están aún en fase de investigación. No sé cuánto tiempo llevará implementarlo en los hospitales, pero llegará.
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–¿Los robots mejoran la rentabilidad de una empresa?
–Sí pueden ayudar, como se ve con las cadenas de montajes. Pero ¿qué pasa con la gente?
–(...)
–Hay situaciones en que quizás no quieres enviar una persona, como en los rescates en la central de Fukushima, con la radiación, o en fundiciones. Y en esas tareas donde una persona no aporta valor humano ni creatividad, un robot tiene lugar ahí para evitar accidentes. Y creará trabajos en temas de software o mantenimiento. Hay que hacer una transición.
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