Las retenciones sobre los salarios permiten frenar el impacto del Covid en la recaudación

La realidad más objetiva, con todo, la mevidencia las cifras. Y en este aspecto tenemos una, la que la Hacienda foral dio a conocer ayer. El fisco ingresó el año pasado 4.634 millones, ese citado 7,7% menos que en 2019 –ver tabla adjunta–, lo que supones además la menor caída entre los territorios vascos. El sabor final no es tan amargo ya que el Consejo de Finanzas de octubre estimó un golpe recaudatorio mucho más intenso. Y había cierto temor también a que las restricciones para contener la segunda ola de contagios lastraran la recuperación económica, lo que finalmente no ha sido así.

El otro factor decisivo para explicar que la evolución de los ingresos fiscales no ha sido tan calamitosa radica en el empuje del IRPF, el de mayor aportación monetaria, que ha cerrado el año con registros positivos –2,8%–. ¿Por qué? Por las retenciones sobre los salarios, el termómetro del mercado laboral, que han crecido un 1,2%. Es decir, la lectura más positiva está ahí: en la resistencia del empleo. Sin olvidar que la campaña de la Renta de 2020 –la del ejercicio fiscal 2019– fue la mejor de la historia.

En síntesis, los 389 millones de menos recaudados por Gipuzkoa se explican por una importante bajada de los ingresos, que caen un 6,6%, y un aumento de las devoluciones del 2,3%. Y es que las haciendas forales aprobaron importantes medidas para facilitar el aplazamiento en los pagos, con el objetivo de reforzar la tesorería de pymes y autónomos. El dossier del fisco permite ver con claridad que el principal problema ha estado en los tributos indirectos, que son los que están vinculados al consumo, y que han caído un 13%. Es el caso del IVA o del impuesto de hidrocarburos, castigado por las restricciones a la movilidad, con desplomes del 14,1% y del 12,3%. En dinero contante y sonante, significa que la Hacienda foral ha ingresado 253 millones menos de un año a otro por estos dos conceptos.

En lo que respecta al Impuesto de Sociedades, que grava los beneficios empresariales, las cifras reflejan un impacto negativo del 15,3%. En cifras, el fisco recauda 52 millones menos por este impuesto.

Los responsables políticos no se atreven a pronosticar cómo se comportará la economía en 2021 debido al carácter imprevisible de la pandemia. En similares términos se manifiestan expertos tributarios consultados. Víctor Etxeberria, socio codirector del área fiscal de la consultora Sayma, califica como «malo» el 2020, aunque no tanto como cabría esperar varios meses atrás. Sin embargo, le preocupa el «cambio de rumbo» de la economía desde otoño debido a los efectos de la segunda ola. En su opinión, hay una cierta «fatiga» del empresario que lastra la inversión y el consumo también se ha resentido, lo que repercutirá en la recaudación a futuro. «Por eso pienso que la recuperación tardará en llegar en 2021», apostilla.

Iñigo Garmendia, socio-director del departamento legal y tributario de Norgestión, se muestra por su parte preocupado por el descenso del IVA, el termómetro «de la calle», y destaca el dato positivo de las retenciones sobre las nóminas. «Subrayo la importancia de las empresas y de no sangrarlas. Porque de su supervivencia dependen el empleo y el consumo», añade.