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Transición. Parque de aerogeneradores eólicos próximo a la localidad vizcaína de Durango. VINCENT WEST

Euskadi mira a las renovables ante su dependencia energética

Alternativa ·

El País Vasco apenas genera el 10% de la energía que consume, con lo que en este momento de tensión en el sistema y precios desbocados la apuesta por las fuentes 'verdes' se presenta casi como obligada

Julio Díaz de Alda

San Sebastián

Martes, 19 de abril 2022, 07:52

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Era una realidad incontestable mucho antes de que en la madrugada del pasado 24 de febrero todo cambiara con la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso. Más allá del horrible drama humanitario que se sigue produciendo a muy pocos kilómetros del corazón de Europa, el terremoto desatado por la acción militar de Vladimir Putin ha removido los cimientos del Viejo Continente, que de un día para otro se ha descubierto vulnerable a un suministrador de gas y petróleo nada fiable y, aún más, desafiante como pocos podían imaginar.

La contienda –desatada 'afortunadamente' a las puertas de la primavera y no del invierno– ha disparado los precios de un gas del que buena parte de Europa no dispone y, como peligrosa derivada, ha hecho saltar las costuras del sistema de precios eléctricos, ligado directamente a la cotización internacional de ese gas que ahora se paga a precio de oro.

La transición verde, la lucha contra el cambio climático y la apuesta por fuentes de suministro 'verdes' y alternativas a las de origen fósil, que ya eran una realidad y que tomaron velocidad con el Covid –que aceleró todas las transiciones que enfrenta la economía mundial– han tomado ya velocidad supersónica.

También en Euskadi, a la que, como al resto de Europa, Ucrania ha desvelado lo que ya sabíamos, que nuestra capacidad de producción de energía 'propia' es limitadísima por no decir ridícula. Tanto, que apenas generamos en casa un 10% de lo que consumimos. El resto nos llega de fuera, lo que en cierto modo nos deja con las manos atadas. Máxime cuando la situación económica se empieza a tensar sobremanera y muchas de nuestras industrias, que consumen cada día una enorme cantidad de energía, han lanzado un grito de alarma.

El escenario nos obliga a echar el resto en la búsqueda de soluciones. Y ahí aparecen las renovables, que ya estaban en el radar –y en los planes de del Gobierno Vasco y la Diputación Foral de Gipuzkoa como alternativa al carbón y el petróleo–, toda vez que en Euskadi el debate nuclear no es tal desde hace cuarenta años y que el famoso 'fracking' tampoco se discute ya; no tanto por las críticas que suscitó en su día la mera posibilidad de explorarlo, que también, sino porque por obra y gracia de la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico está prohibido en España. Así lo determina la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, aprobada y en vigor desde mayo de 2021.

La estrategia vasca

  • 2030 es el año fijado como horizonte en la Estrategia Energética de Euskadi, aprobada en julio de 2016 y que elevó de manera ostensible el listón sobre el anterior programa a 2020.

En su artículo 9, la norma dice: «A partir de la entrada en vigor de esta ley, no se otorgarán nuevas autorizaciones para realizar en el territorio nacional, incluido el mar territorial, la zona económica exclusiva y la plataforma continental, cualquier actividad para la explotación de hidrocarburos en la que esté prevista la utilización de la fracturación hidráulica de alto volumen». Más claro, agua.

Hincar el diente

Para ver el recorrido que tienen las renovables en Euskadi basta con obtener una fotografía de ese 10% de energía que generamos y del que las fuentes 'verdes' apenas aportan un 15,9% de la potencia instalada. La inmensa mayoría proviene de plantas de ciclo combinado (responsables del 66% de la generación), que queman gas, y de centrales de cogeneración (15%), tras las que aparecen las hidráulicas, con un 6%. La potencia instalada eólica –con una industria de ese segmento envidiada en todo el mundo–solo representa un 5,2%, mientras que los residuos (renovables o no) y la fotovoltaica aportan apenas un 3%.

Los grandes objetivos

  • Ahorro. Alcanzar un ahorro de energía primaria de 1.250.000 tep al año (toneladas equivalentes de petróleo) entre 2016-2030, lo que equivaldría al 17% de ahorro en 2030.

  • Aprovechamiento. Potenciar el uso de las renovables un 126% para alcanzar en el año 2030 los 966.000 tep de aprovechamiento, con una cuota en el consumo final del 21%.

  • Dar ejemplo. Promover un compromiso ejemplar de la administración pública vasca que permita reducir el consumo energético en sus instalaciones en un 25% en 10 años.

  • Transporte. Llegar a una cuota del 25% de energías alternativas en el transporte por carretera, con una progresiva desvinculación del petróleo.

  • Cogeneración. Aumentar el peso de la cogeneración y las renovables para generación eléctrica de forma que pasen del 20% en el año 2015 al 40%.

  • Empresas. Potenciar la competitividad de la red de empresas, centros tecnológicos y agentes científicos en la investigación del ámbito energético.

  • Efecto invernadero. Contribuir a la mitigación del cambio climático mediante la reducción de 3 millones de toneladas anuales de gases de efecto invernadero.

No sorprende entonces que la Estrategia Energética de Euskadi ponga el foco en la eólica, cuya potencia instalada se pretende disparar hasta los 730 MW desde los 153 actuales. Pero no va a resultar sencillo. No se construye un parque eólico desde 2006, y aunque hay cinco empresas que aspiran a levantar otros catorce (varios de ellos en pueblos de Gipuzkoa como Leintz-Gatzaga, Soraluce, Elgoibar, Urretxu, Antzuola, Azkoitia o Zumarraga), se da por hecho que surgirán plataformas en contra. «Es un reto muy importante al que hay que hincar el diente», ha llegado a decir la consejera de Desarrollo Económico, sostenibilidad y Medio Ambiente, Arantxa Tapia, a la que al desafío técnico se le suma el social.

La eólica, también aquella 'off shore', y la fotovoltaica, con especial intensidad en el autoconsumo, son las grandes apuestas vascas

Zigor Urkiaga, director de Proyectos Estratégicos y Administración Industrial del Gobierno Vasco (ver entrevista adjunta) lamenta esa contestación, y resalta también que la eficiencia energética (para la que hay numerosas ayudas) y el almacenamiento (los guipuzcoanos Mubil, Cidetec y Tecnalia, entre otros, tienen mucho que decir en este apartado) son otras piezas muy importantes del plan vasco.

Otro pilar importante de la Estrategia 2030 y que poco a poco gana adeptos en Euskadi es el autoconsumo –las placas solares en casas o empresas–, que tiene en iniciativas como Ekiola o Edinor interesantes puntos de partida. Según datos del Ente Vasco de la Energía (EVE) el autoconsumo se ha multiplicado por cuatro en los dos últimos años. Queda mucho recorrido en los hogares y las comunidades energéticas locales (TEK en euskera), pero las empresas se lo están tomando en serio; de hecho, el año pasado protagonizaron el 70% de las nuevas instalaciones.

El hidrógeno verde, la gran esperanza para descarbonizar la industria

El hidrógeno verde se ha convertido en la gran esperanza para descarbonizar la industria consumidora de energía de origen fósil y más difícil de electrificar. Es un vector energético nuevo, una tecnología incipiente y de resultados inciertos pero por la que se está apostando con fuerza en toda Europa. También en Euskadi, donde más de 73 empresas y centros tecnológicos, que aúnan toda la cadena de valor de esa tecnología, conforman el Corredor Vasco del Hidrógeno; un grupo que aspira a 1.555 millones dispuestos en los fondos europeos para ese ámbito. La eólica marina, con un centro tecnológico único como Bimep, es otra de las grandes apuestas del País Vasco en lo relativo a las energías del futuro.

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