Desde Mali hasta Gipuzkoa en busca de una oportunidad
Hamady, un joven que llegó en patera con 16 años, logra un empleo estable gracias a programas de ayudas como 'Elkar Ekin Lanean'
Borja Alonso
Jueves, 21 de agosto 2025, 00:06
Hamady, natural de Mali, llegó a España en 2018 a los 16 años en patera desde Marruecos y pasó directamente a un centro de menores. Allí fue donde empezó un camino en el que poco a poco ha conseguido insertarse en la sociedad vasca hasta lograr trabajo en una línea de clasificación de metales en Ekotrade, una empresa guipuzcoana dedicada a la gestión de residuos industriales.
Un empleo logrado gracias al programa de la diputación foral 'Elkar Ekin Lanean', a través del que Hamady logró la inserción laboral en Gipuzkoa. El programa fue puesto en marcha en 2016 y dotado con más de 6 millones de euros en financiación pública. En dos años ha sido capaz de ayudar a 1.185 personas en riesgo de exclusión social, entre las que se encuentra Hamady, a acceder a un contrato de trabajo en Gipuzkoa.
La iniciativa desarrolla itinerarios personalizados en formación de empleo en sectores como cuidados, construcción, hostelería, construcción, servicios e industria con el objetivo de generar oportunidades a jóvenes de baja cualificación, parados de larga duración, mayores de 45 años, mujeres víctimas de violencia de género y personas inmigrantes.
Al poco de llegar a España, el papeleo fue la primera gran dificultad para Hamady. Su intención era llegar a Francia con su familia, sin embargo, no tenía la documentación necesaria y sin el pasaporte no podía viajar entre fronteras. En ese momento, la Cruz Roja le ofreció a Hamady un alojamiento y acompañamiento educativo en San Sebastián. «He tenido dificultades con el tema de los papeles, como no tenía documentos me tuve que quedar aquí», explica.
Con el tiempo, hace algo más de 2 años, la ONG y el programa derivaron a Hamady al Programa Paifil (Itinerarios Formativos y de Inserción Laboral) para jóvenes vulnerables de 16 a 23 años. El programa forma parte de la asociación Sutargi, dedicada también a la inserción de personas en riesgo de exclusión social. En ella, el objetivo no era solo encontrar un empleo para Hamady, sino adaptarle para el contexto social y la realidad a la que se enfrentaba. En este sentido, la competencia lingüística suponía una dificultad importante para él y tenía claro que era una de sus prioridades. «Yo claro que quería trabajar, pero lo primero es lo primero. Y lo más importante es que pueda entender a aquellos con los que trabajo», aclara el maliense.
Trabajo físico
Al comienzo Hamady apenas entendía el castellano y el euskera, pero al comenzar las prácticas con la asociación mientras hacía clases semanalmente, su primera experiencia reforzó su confianza y, sobre todo, su nivel con el castellano. Con el tiempo sus prácticas funcionaron tan bien que, al terminar, Ekotrade le ofreció probar seis semanas en su planta de separación de metales. Esta empresa guipuzcoana guarda un fuerte vínculo con Sutargi, y colaboran para buscar a personas capacitadas en la gestión de residuos industriales.
El trabajo es mayormente físico: clasificar aluminio y hierro entre otros materiales, alrededor de camiones y contenedores. Hamady lo vive como un logro y está enormemente agradecido por la oportunidad que tiene. «Esto ha sido una alegría para mí… estoy muy feliz y contento de poder trabajar con ellos. He podido ir aprendiendo y la verdad es que ahora estoy mejor que antes», resume.
La empresa también vio su potencial y su entusiasmo. «Lo que queremos es gente con ganas de trabaja» explica Luis del Olmo, director de personas en grupo Moyua, refiriéndose a Hamady. Por lo que a las seis semanas de trabajo llegó la propuesta de contrato. Con él, Hamady pudo por fin tramitar los permisos que regularizan su estancia en España y, a día de hoy, tiene los papeles que le permiten su registro.
Compatriotas en Donostia
Mali es un país en el que el conflicto y la inestabilidad política persisten desde 2012. Gipuzkoa se ha convertido en una parada para gente de este país, como se ha puesto de actualidad este verano con los malienses que vivían en soportales del barrio donostiarra de Amara. Este país del norte de África sufre revueltas históricas de comunidades tuareg y árabes que reclaman mayor autonomía, mientras que el centro está afectado por violencia yihadista e intensos conflictos entre comunidades locales. A pesar de intervenciones internacionales o la presencia europea (EUCAP Sahel), la inseguridad sigue siendo parte del día a día de los malienses, que enfrentan desplazamientos forzosos. Tras dos golpes de Estado en 2020 y 2021, el país africano vive bajo un régimen militar.