Jokin Altuna y Jon Mariezkurrena: el abrazo que premia la constancia

Los vencedores levantaron un partido que se les puso muy cuesta arriba. Su constancia tuvo premio. Iban por detrás 11-8, 14-11 y 18-13. Aún así, no se vinieron abajo y confiaron en sus posibilidades aunque el panorama se había tornado bastante negro. Finalmente se llevaron el gato al agua. Es la tercera ocasión en la que el delantero amezketarra accede a la liguilla de semifinales y la primera para el zaguero de Berriozar. Jaka y Martija no supieron cerrar el partido con el aire a favor y lo pagaron muy caro.

Los supervivientes, que el pasado sábado tenían pie y medio fuera del Campeonato y a quienes sus compañeros de empresa Peio Etxeberria, recambio de Ezkurdia, y Ladis Galarza les echaron un salvavidas al día siguiente, se quedaron en la orilla, como náufragos. Solos. Su periplo ya ha acabado. No queda otra que cambiar de chip y pensar en el Manomanista, en el caso del lizartzarra, que defenderá la txapela.

Jokin Altunay Jon Mariezkurrena se abrazaron como posesos en plena cancha al concluir la contienda. Lo hicieron así, con espontaneidad. Era la mejor manera de dar rienda suelta a toda la tensión acumulada durante los 67 minutos que duró el cara o cruz. Porque tensión hubo, y grande. Se palpaba en el ambiente. Había mucho en juego. De ahí que hasta el ecuador se produjeran hasta seis empates en el luminoso, en los cartones 1, 3, 4, 7, 8 y 11.

Los protagonistas se intercambiaron los papeles. Altuna III mostraba sus galones en los cuadros alegres y Martija hacía lo propio en la zaga, dominando incluso. Ni Jaka ni Mariezkurrena II estaban cómodos, sobre todo el de Berriozar, que para el 9-8 había cometido tres errores claros y encajado un saque. Ambos marcaron diferencias, cada uno en su pareja. Pero quedaba un mundo por delante. Había partido por jugar aún.

A partir del penúltimo empate –hubo otro en el 19–, Jaka y Martija decidieron poner una marcha más. Se distanciaron, pero nunca dispusieron de más de tres tantos de renta. Aún así transmitían la sensación de que la victoria podía caer de su lado. A Altuna le costaba encontrar los ángulos para hacer daño y, aunque Mariezkurrena experimento una clara mejoría en su juego, la renta llegó de un tirón hasta el 18-13.

Altuna III y Mariezkurrena II entraron al vestuario mientras sus rivales permanecían en la cancha. Tomaron aire los azules y a la vuelta fueron otros. Cuando recuperaron el saque, se marcharon directos al cestaño y sacaron una pelota que le entraba muy bien en la mano al zaguero de Berriozar. Con ella comenzó a hacer daño, hasta el punto de tener a Martija de recadista. Le dio mucha altura y evitó que Jaka pudiese entrar en juego. Se vinieron arriba, todo lo contrario que Jaka y Martija, quienes se marcharon de Pamplona apenados.