Iker Irribarria y Beñat Rezusta, líderes por tanteo tras ganar 16-22

Obtener el cuarto les exigió trabajo, constancia y fe ayer en el Beotibar, donde el 15-10 favorable a Jaka y Mariezkurrena II comprometía la victoria de los de Aspe. De hecho, la consecución del liderato, para la que necesitaban ganar 16-22 o con mayor diferencia, se antojaba misión imposible con ese marcador.

Pues no. La fisonomía de la pareja cambió a partir del primer descanso obligatorio, al que llegaron cinco tantos por detrás, 12-7, y en pleno vendaval de remates de un Jaka entonado. Le funcionó al de Lizartza el saque al centro de la cancha para impedir la volea de Irribarria y obligar además a restar a Rezusta alejado de la pared izquierda. Esa opción le ayudó a firmar tres tantos de saque-remate y a llevar la iniciativa en el peloteo.

Corrigió Jon Mariezkurrena sus dudas iniciales y mantuvo a raya a un Rezusta con dificultades para gozar de izquierda. No acababa de empalmar bien sus zarpazos, circunstancia que también aprovechó Jaka para apuntillar, primero en el txoko gracias a su machete y después de gancho. Enlazó una serie larga e interesante.

Una de las cualidades que distingue a Irribarria y Rezusta es su capacidad para tomar el mando del peloteo en base a la potencia de sus brazos izquierdos. No lo consiguieron entre el 3-6 a favor y el 15-10 en contra. Y si defienden, sufre Irribarria.

Sin embargo, varió por completo el panorama. Empezó a gozar más Rezusta, que no falló ninguna pelota de las 499 que se cruzaron a buena. Y junto a ello, Irribarria lo vio claro. Había que atacar a fondo atrás antes de embarcarse en misiones rematadoras.

Acusó Mariezkurrena II el cambio de tendencia. Da la impresión de que esa mano derecha no está al cien por cien. No se la vimos soltar de verdad en más de media docena de ocasiones. Y también se resintió la seguridad que su zurda ofreció durante bastantes minutos. Aparecieron sus errores. Jaka no tenía ya pelota para rematar. No se escondió. Trató de ayudar, pero sin éxito.

Emergieron los ganchos de Irribarria, una volea al txoko y otra al ancho –rubricó tres de esa factura– que culminó el 16-21, tanto que muestra las señas de identidad del mejor aramarra: ataque atrás, incluido un sotamano, y remate veloz que no da tiempo a defender.