Artola y Rezusta llegan con más fuelle al final del combate de Azkoitia

Ningún tanto fácil. En el 14-13 llegaron a los 76 pelotazos. Al principio, en el 3-5, cruzaron 62. Intensidad al cien por cien. Ninguna tregua. Artola y Rezusta ni siquiera recurrieron a uno de los dos descansos que concede el reglamento a cada pareja. Querían seguir, consumir a los contrarios.

Brillaron los zagueros en un duelo de altura, más propio del Campeonato de Parejas que del verano. Repartieron estopa, pero demostraron más cualidades que la pegada. También defendieron cuando hizo falta. Porque en más de hora y media de partido y casi 800 pelotazos -790 si sumamos los 768 que valieron y los 22 de la vuelta decretada por los jueces- da tiempo para todo. Se alternaron en el dominio.

Acabó con más gas en el brazo y en las piernas Rezusta, aunque Zabaleta no acabó de caer pese a adivinársele síntomas de cansancio a partir del 15-15 aproximadamente. El de Etxarren tiró entonces de oficio y sacrificio.

También Zabaleta carga con el mayor peso del peloteo en la pareja que forma con Olaizola II. Eso obliga a un desgaste suplementario, acentuado cuando los rivales se llaman Artola y Rezusta, poderosos e insistentes ambos. Este argumento no justifica, sin embargo, los cuatro errores claros cometidos por Zabaleta hasta el 7-9, que pesaron en el desenlace.

Intervenir menos en la construcción del peloteo no significa que Aimar Olaizola jugara a menor nivel. No se equivoquen. Por lo comprobado en Azkoitia, su capacidad rematadora continúa intacta. Autor de trece tantos de jugada, lo bordó con el gancho, remate que le proporcionó seis tantos. ¡Vaya manera de cruzarlo! Hay pocos delanteros capaces de aprovechar así el dominio de Zabaleta. Hubo momentos en los que escondió cada pelota que llegó a su zurda. También llevó a buena pelotas complicadas.

Iñaki Artola firmó solo dos tantos en los tres primeros cuartos de hora de combate. Dio la impresión de que Olaizola II le ganaba la tostada. A partir de ese momento, por contra, elevó su casillero particular a nueve sin abandona en momento alguno una estrategia que a la postre resultó eficaz.

Después de no cruzar sus tres o cuatro primeros ganchos, lo vio claro y prefirió sumarse a Rezusta a la hora de castigar atrás. Desenfundó la derecha para atacar y desgastar a Zabaleta. Fue práctico y, si nos atenemos al resultado final, le funcionó.

Beñat Rezusta mereció la mejor nota en un encuentro en el que nadie bajó del siete. Su zurda volvió a ser un martillo neumático conectado al enchufe durante hora y media a través de un cable invisible. Machacón, solo falló dos pelotas. Ambas se le marcharon demasiado arriba. Y llegó al punto álgido de su juego en dos acciones de alta alcurnia. Dos cortadones desde el ancho a la pared: el primero, en el 4-6, no tuvo respuesta; y el segundo, en el 15-14, forzó una devolución apuradísima de Aimar para dejar todo el lado derecho abierto para que culminara Artola. Para que digan que los zagueros no dan espectáculo. Basta con mirar un rato a Zabaleta y a Rezusta.