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El donostiarra Iñigo Zardoya levanta el puño tras concluir el rally de Marruecos.
Motor

«El Dakar es otra cosa, no vale con ir rápido»

Aventura. El donostiarra Iñigo Zardoya participará por primera vez en el rally más duro del mundo a lomos de su moto cumpliendo un sueño que perseguía desde pequeño

Imanol Troyano

San Sebastián

Domingo, 23 de noviembre 2025, 01:00

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La próxima edición del Dakar contará con la participación del guipuzcoano Iñigo Zardoya (San Sebastián, 1995). Lo hará en la categoría Rally 2 de motos, a lomos de su KTM. El 3 de enero arrancará en Arabia Saudí –lleva acogiendo la prueba desde 2020– esta emblemática competición del motor que inaugura cada año el calendario deportivo e Iñigo está a punto de cumplir uno de sus sueños.

Se trata de su primer Dakar, una carrera que «llevo pensando hacer desde pequeño», pero no ha sido hasta el último año cuando se ha decidido a ir a por ello. «Ya venía compitiendo en el campeonato de España de enduro, pero este año me puse como objetivo el Dakar y por eso he ido al rally de Abu Dhabi y luego al de Marruecos, para tratar de convencer a la organización, ASO –la misma que se encarga del Tour de Francia–. No deja de ser una empresa privada y son ellos los que deciden quién compite».

«El sistema de admisiones es muy complicado, aunque normalmente suelen ser muy justos. Conmigo lo han sido. Son reticentes con los pilotos que se caen mucho o que se retiran, yo de momento toco madera», indica este donostiarra, que ha finalizado todas las carreras a las que se ha presentado esta temporada.

«Hay mucha gente que quiere correr. Reciben unas 5.000 solicitudes de 'rookies' al año y solo dejan participar a 40. Es complicado. Era la primera vez que realizaba una solicitud y he conseguido entrar», se alegra. «He sido un piloto consistente, no he dado problemas y en la entrevista personal que me hicieron vieron que tengo mucha experiencia con las motos», se justifica.

Iñigo no se gana la vida como piloto, pero «me he dedicado a los tours de motos de enduro por el norte de África, distintas partes de Europa o Islandia llevando clientes». Precisamente en estos momentos está creando una empresa de tours de moto de enduro por Túnez e Islandia junto a un socio austríaco. «Es lo que nos mueve a los dos», apostilla.

«La clave es descansar»

«A mí lo que me apasiona son las motos y la aventura en general. Me encanta competir, pero lo que más disfruto es estar encima de la moto e ir de un sitio A a un sitio B. No me hace tanta ilusión correr un mundial de enduro, pero el Dakar es otra cosa. Tiene ese componente de que no vale con ir rápido. De hecho, los que van rápido no siempre llegan», advierte.

Tiene claro su objetivo. «Terminar es lo que más ilusión me hace y también quiero disfrutarlo. Y entre terminar y disfrutarlo, tienes que llegar todos los días a una hora que te permita llegar, descansar y comer bien para volver a salir al día siguiente». No hay fueras de control, pero Iñigo explica que no se puede dejar llevar, porque «si te lo tomas como un paseo y llegas en cada etapa a las siete de la tarde, y a las ocho tienes que dormirte, pero no te ha dado tiempo para descansar, limpiarte, cenar ni reunirte con tu equipo, te metes en una rueda peligrosa». «Nos vamos a despertar todos los días a las cuatro de la mañana y a las cinco y media ya estaremos encima de la moto. Es muy duro», revela. «La clave es poder descansar», afirma de manera rotunda.

Este donostiarra competirá dentro del equipo Joy Ride Race Service. Son formaciones que se dedican a dar un servicio de asistencia al piloto, ofrecen su camión como lugar de alojamiento junto a otros pilotos del mismo conjunto y se encargan de reparar la moto al final de cada jornada.

Imagen principal - «El Dakar es otra cosa, no vale con ir rápido»
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La moto, eso sí, es propiedad de Iñigo. Una KTM 450, que le pesará alrededor de 170 kilos con el depósito lleno al inicio de cada etapa. Tal y como le ha sucedido en Abu Dhabi y Marruecos, hay establecido un límite de velocidad. No podrá superar los 160 kilómetros por hora. «Es una medida se seguridad, porque el riesgo es altísimo», admite.

Vivirá encima de ella un mínimo de ocho horas al día, que pueden alcanzar hasta las doce. «Es muy exigente físicamente, pero diría que a nivel mental es lo que más puedes llegar a sufrir», prevé. «La alimentación me preocupa más, hay que evitar una pájara que te provoque una caída. Si la cabeza te empieza a fallar tienes un problema».

Tratará de alimentarse a base de barritas energéticas y agua con electrolitos. Cada 220 kilómetros parará para repostar y tendrá 20 minutos para reponer fuerzas antes de volver a subirse a la moto. Las jornadas son de mínimo 400 kilómetros al día y habrá etapas en los que lleguen hasta los 1.000 kilómetros.

Los Monegros y las Bardenas

Sobre el terreno que deberá recorrer, avisa de que «las dunas son traicioneras, porque te puedes llegar a marear en función de la posición del sol. Muchas veces el escenario es idéntico y puede ser un poco desorientador». A pesar de eso, prefiere la arena que el traqueteo de las piedras, aunque señala que «hay dunas que por un lado son planas y por el otro, cortadas. Hay que tener mucho cuidado porque puedes salir volando».

Gipuzkoa no es el territorio ideal para preparar una carrera de estas características. Iñigo se ha desplazado con frecuencia a los Monegros en Zaragoza o a las Bardenas Reales en Navarra «para poder tener esa sensación de pistas abiertas. Puedes ir más rápido y pasar más horas». Además, añade que «el entrenamiento más completo es en circuito de motocross, que es lo más exigente que hay. En Francia tenemos circuitos muy buenos en los que se entrenan hasta pilotos del mundial de motocross».

Más que a desorientarse, lo que más teme es a las caídas. «Me he centrado más en aprender a navegar bien y creo que es un punto fuerte que tengo. No me preocupa perderme porque sé que me voy a encontrar. El miedo que tenemos todos es a caernos, sobre todo por culpa de peligros que no están marcados en el libro de ruta». Puntualiza, además, que «la arena lo que hace es atraparte, no disipa la energía del impacto y eres tú el que te llevas todo el golpe».

Iñigo tiene profusos conocimientos mecánicos para reparar su moto llegado el momento. «Estás solo desde que sales por la mañana del vivac hasta que vuelves. Te pueden ayudar otros competidores, que es lo que se conoce como el espíritu del Dakar, pero no el equipo».

«Desde txiki siempre me ha gustado arreglar la moto, ayudar a mi padre a reparar. Siempre me ha encantado. Mis motos no van al mecánico. Ese conocimiento me lo llevo conmigo al Dakar y voy con la seguridad de que si se me para la moto en un momento dado, siempre y cuando no sea un problema mecánico mayor, pueda solucionarlo», concluye.

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