El surf llora la pérdida de un visionario
Fallece a los 77 años el donostiarra Iñigo Letamendia, fundador de la firma Pukas, convertida en una de las grandes fábricas de tablas del mundo
Su contagioso entusiasmo, su espíritu aventurero y su infinita curiosidad se ha apagado. Falleció ayer, a los 77 años, el donostiarra Iñigo Letamendia tras una larga enfermedad. Lloran su pérdida su pareja Marian Azpiroz, sus hijos Adur y Tala, de los que se rodeó el día de su marcha, y toda la comunidad surfera. La guipuzcoana y la vasca, por supuesto, pero también más allá de nuestras fronteras porque su huella es inabarcable. En Hawái, Indonesia y Canarias también le echarán de menos.
Él fue uno de los pioneros del surf a este lado de los Pirineos y el crecimiento de este deporte solo se entiende de su mano. Su legado queda plasmado en la firma Pukas al convertir lo que empezó como un hobby en una de las principales fábricas de tablas de surf del mundo, con sede en Oiartzun.
'Indigo', como así le conocían sus allegados, se estableció en Somo (Cantabria) a principios de la década de los setenta en la que bautizaron como casa Lola. Fue allí, en esa etapa creativa y evocadora, cuando empezó a gestarse el origen de Pukas. Marian Azpiroz decidió seguir por amor a quien era un apasionado empedernido del surf y quien ya entonces barruntaba en su cabeza la «idea loca» de fabricar sus propias tablas de alto rendimiento.
Proyectos de aquella nostálgica época, en esa comuna hippie que era casa Lola entre los años 1973 y 78, son las tablas Santa Marina y Geronimo Surfboards, germen de 'las Pukas' que vinieron después. Ambos dejaron sus respectivos trabajos. Ella, hasta entonces, directora de un hotel próximo a La Concha y él, jefe de economato, para dedicar todos sus esfuerzos en este nuevo proyecto.
Marian pronto se percató de que las parejas de los surfistas, a pesar de que no todas practicaban este deporte, sí formaban parte de la comunidad surfera, así que aprovechó sus conocimientos de costura para crear las primeras piezas de baño femeninas, curiosamente, utilizando telas de cortina. Más tarde, también probó suerte con los diseños de hombre.
A principios de la década de los setenta, la feliz pareja formaba un equipo imparable y recorría los arenales de Euskadi para vender de forma ambulante lo que fabricaban con sus propias manos: él, tablas de surf profesionales y ella, bañadores y bikinis llenos de color.
En 1977, la pareja abrió su primera tienda en Zarautz, en la que distribuían todo tipo de productos relacionados con el surf. «Fuimos los primeros en viajar a California y traer ropa y artículos de surf», remarcaba con orgullo Letamendia cuando echaba la vista atrás. Dos años después nació Pukas Surf.
La relación con Sunny García
Desde bien pronto. Pukas «tuvo un enorme impacto intergeneracional y multicultural, y construyó una red mundial de amistades duraderas y caos a través de las décadas», según detallan las gentes que ayer se despidieron de él.
Así, en su larga trayectoria, estableció vínculos personales y profesionales con figuras de relevancia mundial en el surf como Sunny García, Mark Occhilupo o los hermanos Irons, a los que consiguió traer a Zarautz cuando impulsó el campeonato Pukas Pro, todavía hoy recordado y puesto como ejemplo de cómo casar deporte y cultura con un pueblo.
Uno de los hitos de Pukas llegó en el año 2000 cuando Sunny García se proclamó campeón del mundo con tablas Pukas, proyectando la marca y empujando a Letamendia a cambiar el chip para ser un referente ya no solo surfero sino empresarial. Hoy exportan tablas por todo el mundo.
Ni las llamas que calcinaron la fábrica de tablas en Oiartzun en junio de 2017 pudieron con Letamendia y los suyos. Volvieron a levantar la factoría y hoy Marian y sus hijos siguen surfeando la ola.