Pau Echaniz: «Ha sido el mejor año de mi vida pero soy ambicioso»
Cuatro meses después de conseguir el bronce olímpico se sigue emocionando al recordar la que hasta ahora es su medalla más importante
Creció soñando con colgarse una medalla olímpica al cuello y en 2024 lo ha conseguido. Pau Echaniz es el mejor ejemplo de que los sueños, ... por muy efímeros que parezcan, a veces se cumplen si te lo propones de verdad. El 1 de agosto, el canal de aguas bravas de Vaires-Sur-Maire, a 22 kilómetros del centro de París, fue testigo de una obra maestra forjada por un palista que no partía como favorito en las apuestas pero que demostró que con trabajo, sacrificio y confianza en uno mismo se puede tocar el cielo.
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Echaniz ha seguido ampliando la leyenda guipuzcoana en una disciplina minoritaria, el piragüismo en aguas bravas. Con un pedigrí inmejorable, ha logrado brillar acompañado de su familia. Hijo y pupilo de Xabier Etxaniz, marido y entrenador también de Maialen Chourraut, tocó el cielo con su pala e hizo que Gipuzkoa entera se levantara para aplaudir a un joven piragüista que no olvidará una bajada que lo cambió todo en su vida.
«Es el mejor momento de mi vida, un sueño», confesó aún en París con la presea colgada del cuello. Cuatro meses después sigue sonriendo al recordar lo que supuso la que hasta ahora es la medalla más importante de su carrera antes de cerrar un año, que será inolvidable para él. «Ha sido el más especial, en el que he conseguido cumplir el sueño más grande de mi vida, que es esta medalla olímpica».
Sus palabras son el reflejo de su ambición. «Lo bonito de ir cumpliendo sueños es que se van abriendo nuevos aún más ambiciosos. La verdad es que es algo increíble porque piensas que con una medalla has acabado, pero aún queda muchísimo y quedan metas aún más grandes. Sueño con seguir creciendo todavía. Quiero seguir mejorando siempre y sé que esa mejora me va a llevar a cosas aún más grandes», apunta convencido.
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Tiene muy clara la receta que le ha llevado a dar su mejor versión. «Trabajo, más trabajo y confianza en uno mismo. Hay mucho trabajo, también mucho disfrute. Muchas veces hablamos del trabajo, del sacrificio, pero parece que se nos olvida de todo lo que disfrutamos. Yo esto lo hago porque me gusta y porque desde pequeño siempre me ha apasionado, lo he disfrutado muchísimo. Estoy seguro de que gracias a eso he llegado hasta aquí y espero divertirme así siempre porque es algo que para mí es súper importante».
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El descenso que le llevó a lo más alto aunque supuso el tercer cajón del podio fue soberbio, se quedó a escasas 65 centésimas del oro, que ganó el italiano Giovanni de Gennaro.
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El donostiarra logró un impresionante tiempo de 86.87, el mejor de toda la jornada, pero recibió dos segundos extra de penalización al tocar la puerta 19, finalmente la marca fue 88.87. «Recuerdo que estaba en la zona de concentración máxima, antes de salir, y tenía la sensación de saber qué hacer en todo momento y de confianza plena. Es una sensación que muy pocas veces he tenido en mi vida, pero que he estado buscando muchísimo tiempo. Esa paz mental, de estar en un momento tan tenso, pero tú realmente sabes lo que tenías que hacer y sin pasar ni una duda en la cabeza. Hacerlo en los Juegos es algo que a mí me da mucha confianza, porque si lo logré allí, puedo hacerlo en cualquier otra competición, en cualquier otra bajada. Ese estado de forma, física y mental, me puede llevar a hacer cosas muy grandes y bueno, vamos a seguir trabajando para que sea así», detalla el piragüista.
«Ese estado de forma, física y mental, me puede llevar a hacer cosas muy grandes, lucharé para que sea así»
Nada más llegar a la meta y comprobar en el vídeomarcador el tiempo en el que paró el crono, su gesto ya vislumbraba que algo grande podía llegar pero tocó esperar a que los demás bajaran. Un rato que se nos hizo eterno a todos. «Llegué abajo y aún no estaba cansado. Fue una espera bastante larga y fue duro, muy tenso, pero yo sabía que estaba ahí, que la medalla podía estar ahí, que había muy pocos en el mundo que podían hacer esa bajada y ese tiempo», reconoce.
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La celebración en el canal será difícil de olvidar. Cómo lanzó al suelo el botellín de agua que estuvo estrujando a medida que llegaban los piragüistas y cómo salió a la carrera en busca de sus familiares y allegados, forma ya parte de la historia del deporte guipuzcoano. «Mis amigos también estaban allí, lo que viví con mi familia y mis amigos esos días allí no lo olvidaré jamás», pero no fue hasta que cogió su móvil cuando fue realmente consciente de todo lo que se había generado en Donostia. «Me di cuenta de toda la gente que me escribía, los mensajes, las noticias. Fue un montón de gente y a mí me impacto un poco eso. Con lo que hago yo siempre, lo que me gusta, pude mover a un montón de gente y sobre todo conmover a mucha gente, porque hubo muchísimos que me transmitieron que sufrió conmigo en la tele, la que me dijo que vivió esa bajada conmigo y la verdad es que creo que es un superpoder conectar a toda esa gente, es muy bonito».
Días después se publicó que Echaniz bajó enfadado después de haber perdido en un videojuego, una verdad a medias. «Estaba enfadado un momento después de perder al League of Legends (LOL), luego ya de camino al canal, en el autobús, ya me empecé a tranquilizar un poco. Pero sí se puede decir que baje enfadado porque siempre lo hago. A la hora de bajar es como que saco esa rabia. Suelo jugar en mis ratos libres. Me ayudan un poco a sacar a mi cabeza de la precompetición y la competición, sobre todo si lo hago con amigos».
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Su padre siempre ha sido un referente para Pau: «Estamos siempre juntos, siempre con él y no nos separamos casi», cuenta. «Somos padre e hijo, pero también somos amigos. Nos lo pasamos genial juntos entrenando, vayamos donde vayamos y la verdad es que, bueno, tenerlo ahí al lado es algo que me alegra mucho y hacer todas estas cosas con él pues es algo que me llena mucho».
Junto a Xabi Echaniz, vivió de manera muy especial la final Maialen Chourraut, pareja del técnico guipuzcoano. La celebración en familia no pudo ser más emotiva, con Ane y Marc, sus hermanos. La lasartearra, como experta que ha logrado tres medallas olímpicas en esta modalidad, supo valorar mejor que nadie el mérito deportivo del logro de Pau. «El poder haber vivido algo así en familia todavía lo ha hecho más especial. Ya la experiencia lo era, pero con la medalla aún más. Es muy especial coger el legado un poco de Maialen. Todo lo que ha conseguido ella lo he disfrutado desde pequeño, ahora hacerlo yo es algo muy especial. Para mi es como siguiera el recorrido mi padre y de ella. La verdad es que mi familia lo es todo para mí y es la que ha hecho que esto sea posible, la que ha estado en el camino, la que me ha enseñado, la que me ha dicho que sí y la que me ha dicho que no, así que me siento muy afortunado de haberlos tenido conmigo».
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«Haber hecho vibrar y disfrutar a tanta gente durante la bajada final creo que es un superpoder»
Muestra orgulloso la medalla que ha traído para el reportaje fotográfico que acompaña a esta entrevista. La enseña y explica que «está muy cascada. Dicen que las de bronce han salido un poco así, pero yo reconozco que la he paseado un montón, se la ha colgado todo el mundo». Es un bronce viajero y disfrutado, «la he sacado a pasear bastantes veces, la ha visto mucha gente, la ha tocado mucha gente y eso creo que es importante, que toda la gente que me haya dado el cariño haya podido disfrutarlo conmigo y la haya podido llevar en su cuello las veces que haga falta».
Una ciudad especial
«Aún no he vuelto a París, pero el año que viene tenemos un Campeonato de Europa allí, en el mismo canal y la verdad es que tengo ganas. Será muy diferente, con temperaturas diferentes, no estará la Villa Olímpica, un sitio diferente, y sin todos los deportistas. Tengo ganas de volver a estar en esas aguas. Lógicamente le tengo un cariño enorme. Siempre va a ser una ciudad especial. Dicen que París es la ciudad del amor, pero para mí siempre sera la ciudad en la que los sueños se hacen realidad».
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«Dicen que es la ciudad del amor, pero para mí será siempre la de los sueños que se hacen realidad»
Pese a su juventud tiene muy claro cuales son sus objetivos y los sueños que le quedan por cumplir. «Siempre digo que de mayor, yo quiero trabajar de lo que me gusta. Seguir haciéndolo es muy importante para mí. De momento, me apasiona el piragüismo y la moda. En el futuro, si puedo vivir de esto y puedo seguir dedicándome a lo que me gusta, para mí sería lo más».
La medalla supuso un reconocimiento mediático que le persigue especialmente en este final de año. Ha sido y será uno de los protagonistas del 2024. El donostiarra está muy agradecido por todo el cariño que le sigue transmitiendo la gente allá a donde va. «Es verdad que ahora hay un montón de sitios donde tengo que estar, con reconocimientos de final de año o eventos muy diferentes como el encendido de luces, eso me hace seguir reviviendo todo lo que me ha pasado de alguna forma. Está guay recordar todo eso, siempre que voy a un evento o a una gala es por eso que logré en París. Recordarlo hace que siga estando presente. Fue súper bonito».
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