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Los hermanos Odriozola, dos diamantes pulidos en la Zurriola

Los Odriozola ya están en casa después de un largo viaje desde Río de Janeiro con escala en Buenos Aires. Llegan a San Sebastián con una sonrisa de oreja a oreja porque aterrizan con medallas al cuello. Hans Odriozola se ha proclamado campeón del mundo sub-16 y su hermano Kai ha logrado el bronce en sub-18, un éxito inédito para cualquier surfista europeo por ser el Mundial históricamente un coto cerrado para estadounidenses, australianos y brasileños. Que dos guipuzcoanos hayan estado cerca de hacer doblete es un milagro cuando se repara en el palmarés que adorna desde hace años el Mundial ISA. Es raro el ganador que hoy no está compitiendo en el circuito CT, la primera división de este deporte. Nombres como el brasileño Gabriel Medina ganaron un día este Mundial y luego repitieron en categoría absoluta. No es el único. Otros que no ganaron y sí fueron finalistas también marcaron tendencia después, así que es inevitable imaginar el presente y prometedor futuro que les espera. «Ojalá se diera esa posibilidad porque es el sueño de todo surfista. No renuncio a ello», confiesa sin titubear Hans, en conversación con este periódico.

Estos dos donostiarras forjados en aguas de la playa de Zurriola han corroborado el potencial que se les presuponía desde que empezaron a despuntar cuando no levantaban dos palmos del suelo. Eran favoritos a luchar por las primeras posiciones porque Hans ocupó la cuarta posición el año pasado y Kai fue noveno, pero como dice este último «una cosa es querer luchar por medallas y otra distinta conseguirlo, porque en un Mundial cualquier despiste o error puede dejarte sin opciones. Una mala selección, una ola que dejas pasar, otra en la que pierdes el equilibrio... Tienen que confluir muchos factores. Estamos felices porque ponemos la guinda a muchas horas en el agua y las que nos quedan».

Y en Río de Janeiro todo ha salido a pedir de boca. Hans, el campeón, lo resume así: «Desde los primeros días me sentí muy cómodo a pesar de que las olas tampoco acompañaban y no era fácil acertar en la elección, pero fui pasando mangas –en cinco quedó primero y en dos (octavos y cuartos) fue segundo– y llegue a la final confiado, mucho más tranquilo que el año pasado. Puedo decir que esa experiencia me sirvió para tener la cabeza fría y asumir riesgos controlados». Hans logró una puntuación en la final de 16.23 puntos sobre un máximo de veinte, seguido del británico Lukas Skinner (16.17) y los brasileños Guillerme Lemos (12.93) y Ryan Coelho (9.07).

El camino de su hermano mayor hasta la final fue similar. Ganó todas las mangas menos en cuartos, en la que fue segundo y en la decisiva en la que acabó tercero. «No estuve lejos de ganar –confiesa Kai al repasar la final–. Empecé mal y ellos bien, pero enganché dos olas buenas para ponerme primero. En ese momento entró una serie y cogí la primera ola. No acerté. La segunda y la tercera de esa serie eran las buenas. Siento rabia porque tuve el oro cerca, pero por otro lado estoy satisfecho por el bronce porque este era mi último año júnior y tenía que exprimirlo». Kai sumó 14.24 puntos, el portugués Ordonhas se colgó la plata con 14.87 y el brasileño Kainado se fue a 15.37.

Las dos medallas pudieron ser más si la selección española se hubiera subido al podio. No estuvo lejos. En ese equipo estaban las hermanas zumaiarras Janire y Annette González Etxabarri, ambas séptimas en la general, llamadas también a ser protagonistas en esta nueva generación. El zarauztarra Keoni Lasa, miembro del equipo de Venezuela, fue el otro guipuzcoano en liza. Cayó en cuartos en sub-18.

Hans y Kai han estado acompañados por sus padres. El aita, Javier, llegó a competir a buen nivel en longboard y la ama, Karen, de origen alemán, también hizo sus pinitos a menor escala. Los dos son fundadores de Wavegarden, la empresa guipuzcoana radicada en Aizarnazabal que ha logrado crear olas surfeables de manera artificial, así que en casa el surf es ocio, competición y trabajo. «Nosotros les metimos el surf en vena, pero han sido ellos los que han trabajado día tras día, compaginándolo con los estudios. El mérito es de ellos. Lo único que hemos hecho es llevarles en coche de un lado a otro», confiesa risueña Karen, feliz de ver crecer a sus hijos.

Hans cursa primero de Bachillerato en el colegio alemán de San Sebastián y Kai ha arrancado estudios de Ingeniería en Tecnun. Ninguno se plantea dejar los libros para centrarse en el surf, como sí hacen otros muchos.

El campeón del mundo sub-16 tiene todavía dos años en categoría júnior para seguir engordando su palmarés. «No cambiaré mucho mis planes: competiré en las pruebas del circuito júnior y en alguna del circuito QS –la segunda división– para ir ganando experiencia».

Tanto Hans como Kai son entrenados por el portugués José 'Ze' Seabra respaldado por el exsurfista Tiago Pires. La relación lusa se teje a raíz de la fuerte apuesta que la empresa EDP ha hecho por el surf respaldando a algunos de los mejores del mundo.

Kai tampoco tiene intención de variar su calendario por la medalla conseguida. «El objetivo es acabar entre los ocho primeros de Europa –a falta de dos pruebas es noveno– para acceder a los Challenger Series, desde los que tener opciones de dar el salto a Primera División. ¿Por qué no?».

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