Que los éxitos no tapen el bosque de dificultades
El deporte femenino guipuzcoano acumula grandes resultados que le han permitido ir superando barreras, aunque sigue habiendo muchas piedras en el camino
BRUNO PARCERO
Martes, 14 de junio 2022
Hace tiempo que el deporte femenino en Gipuzkoa comenzó a ganar el pulso a la indiferencia y la clandestinidad, que traspasó el ámbito familiar para instalarse en una sociedad que ha ido normalizando su presencia hasta hacer suyas sus victorias y sus derrotas. El avance es incuestionable y los éxitos recurrentes ejercen de viento de cola, aunque todavía queda bastante camino por recorrer en materia de instalaciones, sueldos, patrocinios o visibilidad, sobre todo para aquellas deportistas obligadas no solo a superar las barreras de género, sino las propias que imponen los deportes minoritarios que solo se sitúan bajo la luz de los focos cuando abrazan la victoria. Ya lo dijo hace años la histórica Mari Ayestaran, «en el deporte femenino o tienes éxito o no existes».
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En el éxito precisamente vive instalado desde hace tiempo el Bera Bera, un equipo que hoy es vanguardia del balonmano femenino estatal gracias a un proceso de tranformación iniciado en 2013, cuando la sección decidió dar varios pasos hacia la normalización trasladando los entrenamientos a la tarde para que sus jugadoras pudieran conciliar el deporte con sus estudios o con su vida laboral. Hizo también que todas tuvieran contrato, que cotizaran a la Seguridad Social y comenzó a contratar a personal profesional para que estuvieran en las mejores manos. Los resultados son evidentes: «En estos años hemos dado pasos en el fortalecimiento de la estructura porque creíamos que era importante para poder conseguir unos objetivos que poco a poco vamos logrando», señala Tati Garmendia, responsable de la sección. «Hace unos años, aunque no había la obligatoriedad de tener contratos o Seguridad Social, decidimos dar pasos en esa dirección y ahora muchos clubs han seguido nuestra estela», comenta orgullosa.
«Hace unos años, aunque no había la obligatoriedad de tener contratos o Seguridad Social, decidimos dar pasos en esa dirección y ahora muchos clubs han seguido nuestra estela»
tati garmendia
Responsable de la sección de balonmano del Bera Bera
Dignificar los sueldos
Claro que para lograr esa estructura robusta fue necesario que el presupuesto aumentase y eso no podía depender únicamente de las ayudas institucionales: «Nosotras desde hace tiempo nos marcamos como objetivo aumentar el patrocinio privado. Ahora tenemos mucho más que hace unos años y el objetivo es seguir creciendo para poder dignificar los sueldos y que las jugadoras sean profesionales, pero de verdad», asegura Garmendia.
«Ahí queda un tramo enorme por recorrer», constata Carmen Muguruza, presidenta del Ibaeta Basket, un club que lleva años tratando de crecer. «Luego está la visibilidad, que creo que es algo en lo que se está mejorando, aunque el deporte masculino sigue copando los medios. Al menos en Gipuzkoa estamos un poquito mejor en ese aspecto», se felicita.
Esa visibilidad es fundamental para estos clubs a la hora de captar esos patrocinios privados de los que tanto dependen: «Ahora hay mucha más visibilidad que antes y eso ayuda a que las empresas se sumen porque, cuando no tienes esa visibilidad, lo que no se ve no existe», destaca Garmendia.
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«El patrocinio femenino en 2021 ha crecido un 149% según datos de la Consultora Nielsen», apunta Muguruza. «Nosotras hemos mejorado en la captación de patrocinios, de empresas que se acercan al proyecto. Esa llamada del deporte femenino nos ayuda a todos porque hacen que la labor que luego realiza cada club en particular sea un poco más fértil».
«La visibilidad creo que es algo en lo que se está mejorando, aunque el deporte masculino sigue copando los medios
carmen muguruza
Presidenta del Ibaeta Basket
De esa captación de patrocinio privado va a depender, por ejemplo, que el IDK Euskotren pueda disputar la próxima temporada competición europea: «Ya lo conseguimos en otras ocasiones, pero entonces no estábamos preparadas estructuralmente y tuvimos que renunciar», recuerda Azu Muguruza, la entrenadora. «Ahora el club ha crecido muchísimo y nos gustaría creer que vamos a poder jugar la Eurocup», señala esperanzada.
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Cuestión de supervivencia
Visibilidad, patrocinios o sueldos son aspiraciones casi quiméricas para los deportes minoritarios que, más que vivir, tratan de sobrevivir: «Somos un deporte minoritario, lo que queremos es darnos a conocer y para eso las victorias son importantes», comenta Oihana Zaldua, jugadora del Txuri Urdin femenino, campeón de Liga y Copa de hockey hielo. «Somos un equipo joven y podemos conseguir más éxitos para que esto sea solo el principio», añade.
Para otros clubs como el Donosti de gimnasia rítmica, bronce en el último Campeonato de España, el futuro pasa por disponer de instalaciones que les permitan crecer en el número de practicantes: «Tras estos dos años de pandemia se ha notado un bajón en las inscripciones porque han sido dos años muy duros. El deporte escolar estuvo parado y los campeonatos a nivel nacional se vieron recortados. Poco a poco vamos volviendo a la normalidad, pero necesitamos disponer de instalaciones y de horarios para poder hacer otra vez una buena base y recuperar los datos que teníamos hace dos años», analiza las entrenadora Jaione Tejedor. «Ahora mismo en el club estamos 120 personas y hacemos convenios con colegios, pero nuestro deporte necesita unas medidas, una altura y necesitamos que nos den esos espacios», reclama.
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Esa precariedad alcanza cotas inimaginables en el club Txuriberri de curling. Leire Otaegi, plata en el último Mundial, muestra una realidad que parece ciencia ficción: «Sólo entrenar ya es un hándicap porque aquí hay pista de hielo, pero no reúne las condiciones que necesitamos. Este año, por ejemplo, no hemos entrenado nada aquí. Ni siquiera tenemos aquí las piedras. Las tenemos cedidas en Logroño y en Jaca. El sitio más cercano para entrenar es Jaca y si no hay que coger el avión e ir a Suiza o Suecia. Eso para poder entrenar en hielo. Aquí podemos hacer físico, pero lo específico de nuestro deporte sólo lo podemos entrenar el fin de semana y fuera».
Esa carencia de una instalación afecta también a sus posibilidades de crecimiento como club: «No podemos hacer ni jornada de puertas abiertas ni nada. Hay gente que nos escribe a la página web pero les tenemos que decir que si quieren probar tienen que ir a Vitoria. Les indicamos que allí está el club Harrikada y que allí les pueden enseñar. Nosotros estaríamos encantados de hacer cosas aquí, de que hubiera cantera, pero es que es imposible».
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No cabe duda de que los éxitos abren puertas, generan oportunidades, pero no deben impedir ver el bosque de dificultades que cada día deben superar muchas deportistas obligadas a remar contracorriente.
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