Agur, Ueli
El Himalaya se ha llevado para siempre a uno de los alpinistas más grandes. Fue ejemplo para muchos, ídolo para todos y víctima de su compromiso vital
Mikel Madinabeitia
Miércoles, 3 de mayo 2017, 06:34
Pocos deportes como el alpinismo para conjugar la épica en todas sus posibilidades. Y pocos reportajes tan emotivos como el de 'Informe Robinson' relatando aquel ... rescate trágico de Iñaki Ochoa de Olza en el Annapurna. En aquella historia que sigue poniendo los pelos de punta, que incluso Pep Guardiola lo utilizó para motivar a sus jugadores cuando entrenaba al Barcelona, se citaban a una serie de personajes de carne y hueso. Gentes solidarias, cercanas y humanas, sobre todo humanas. Gentes que arriesgaron su vida para intentar salvar la de otro. La verdadera solidaridad. Horia Colibasanu, Dennis Urubko y Ueli Steck fueron tres de los que más empeño pusieron en aquella hazaña. Este fin de semana Ueli Steck (Langnau im Emmental, 1976) se ha ido para siempre en el Himalaya. Y ahí arriba Iñaki y Ueli se han fundido en un abrazo eterno. El que llevaban esperando desde 2008.
Publicidad
Seguramente, con Steck se ha marchado la gran leyenda del alpinismo actual. El hombre récord de las montañas. El que se empeñó en subir y bajar más rápido que nadie. El que demostró que se puede trazar una línea por crestas y aristas, y cumplir después con lo ideado en el mapa o en la imaginación. Era un hombre de escasas palabras y grandes empresas. No necesitaba vender humo para justificar sus viajes y eso ya es algo que llama la atención en estos tiempos repletos de charlatanes, gurús y coaches. Hacía creíble lo increíble. Nos había adelantado el futuro. Y, además, sus virtudes eran las mejores: planificación científica, dominio técnico, entrenamiento espartano y fortaleza mental. Con eso había llegado a la cumbre.
Aquí no quiero hablar de la cara norte del Eiger. Ni de las Grandes Jorasses o el Montblanc. Los Alpes y el Himalaya eran su gimnasio vertical pero en cada una de esas paredes dio una lección de compromiso vital. Hizo de la adrenalina su vida aunque era consciente de los riesgos que tomaba. No le importó. Prefirió llenar sus años de vida que su vida de años. Steck se había atrevido a cambiar algunas reglas de la implacable ley de la montaña y ahora esta le ha cobrado el peaje más caro. La maquinaria suiza, casi siempre infalible, se paró esta vez. Agur, Ueli.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión