Análisis

Un éxito sin ruido; a la guipuzcoana

La candidatura del Reale Arena ha pasado de tapada a indiscutible por la estabilidad que ofrece y por la unidad ofrecida por el grupo de trabajo

Álvaro Vicente

San Sebastián

Sábado, 29 de junio 2024, 02:00

La más que posible designación del Reale Arena como una de las sedes que acogerán la Copa del Mundo de 2030 será la guinda a ... un arduo y exigente trabajo entre bambalinas. La Real, con su presidente a la cabeza, ha liderado un movimiento en Gipuzkoa en el que se han implicado agentes de diferentes ámbitos y sensibilidades para terminar haciéndose fuerte ante otras candidatas que partían con teórica ventaja. Esa fortaleza, esa unidad entre diferentes, ha podido con otras sedes en las que el cruce de declaraciones entre unos y otros ha sido constante. Ese ruido, esa inestabilidad, no ha existido en la candidatura del Reale Arena.

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No ha sido fácil conseguirlo porque los interlocutores al otro lado han ido cambiando por el terremoto en el que ha vivido la Federación Española de Fútbol en los últimos meses, con cambio en la presidencia y con el foco más puesto en los juzgados que en el deporte, pero la candidatura del Reale Arena siempre ha estado ahí, firme, con los deberes hechos desde bien pronto, hasta convencer a quienes han tenido poder de decisión, con el Ejecutivo central al frente.

Al Reale Arena le penalizaba la cercanía de San Mamés cuando se pusieron sobre la mesa las primeras candidaturas. La mayor capacidad del estadio del Athletic y las infraestructuras con las que cuenta Bilbao le incrustaban siempre entre una de las fijas así que resultaba difícil que otro estadio, a una hora por carretera y con menos camas, pudiera ser sede mundialista.

Las garantías que ofrece el estadio terminado y la experiencia en eventos ha sido clave

Pero según ha ido avanzando el tiempo, según se iban diluyendo otras candidaturas con proyectos de estadios por ejecutar y con más promesas que realidades, el Reale Arena asomaba con su estadio de primera a pleno rendimiento y con un equipo de trabajo detrás de plenas garantías, con experiencia y con una forma de hacer de toda credibilidad. El éxito en la organización de las semifinales por el título de liga francesa de rugby, con miles de aficionados en la ciudad sin ningún incidente reseñable, y la respuesta de la ciudad en los partidos de fútbol tanto en la Europa League como en la Liga de Campeones, ha respaldado la decisión.

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Gobierno Vasco, Diputación, Ayuntamiento de San Sebastián, Federación Guipuzcoana de Fútbol y Real Sociedad han ido de la mano cumpliendo por el camino todos los requisitos necesarios, que no han sido pocos. El último esta misma semana con un nuevo escrito del alcalde Goia y presidente de Anoeta Kiroldegia corroborando el respaldo institucional a la candidatura.

San Sebastián tiene mucho trabajo adelantado. El más importante, el estadio, que está para entrar, obra de la arquitecta Izaskun Larzabal. En cuanto se culminen los trabajos que se están realizando este verano para redistribuir los asientos de la tribuna norte alta, su aforo alcanzará los 41.000, el mínimo que marca la FIFA para albergar partidos mundialistas. Quedará ajustar los espacios interiores a los requisitos que marca la magna maquinaría de la FIFA –los dos vestuarios tienen distinto tamaño y debe ser prácticamente iguales– y poco más. Hará falta, eso sí, la colaboración de otros muchos agentes porque el torneo no solo estará en el Reale Arena sino que se expandirá por todo el territorio histórico. Es muy probable que las nuevas instalaciones de entrenamiento del Eibar en Mallabia, todavía en construcción, acojan entrenamientos de las selecciones. Casi será lo de menos. El reto estará en otros ámbitos. Será un examen mayúsculo.

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Habrá tiempo para hincarle el diente al dineral que hará falta. El Gobierno central cifra la inversión para organizar con éxito el Mundial en más de 1.430 millones. De ellos, 750 millones destinados para infraestructuras y 680 a gastos de organización. Lo fácil es apuntar que España no debería tener dificultades para rentabilizar la inversión pero ahí también el reto es de órdago.

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