Michael Robinson: «Soy bohemio, aventurero y no me afectan ni críticas ni halagos»

-¿Cómo se pasa de estrella del fútbol a líder de audiencias televisivas?

-En mi caso fue por casualidad. Cuando me retiré, por una lesión, renuncié a mi contrato con el Osasuna y la gente pensó que yo era un caballero, me hicieron algunas entrevistas, caí bien y me ofrecieron comentar partidos de la liga española en Eurosport. Luego en TVE comenté el mundial del 90.

-Y llegó el 'Día después'.

-Sí, un día fuí a Canal+ a ofrecerme para comentar boxeo y me ofrecieron presentar este programa. Era una locura, así que acepté.

-¿Aventurero?

-Los que me conocen dicen que vivo entre la bohemia y la aventura.

-¿Eso explica que dejara una prestigiosa carrera en Inglaterra para ir a un equipo modesto?

-Yo había estado en el Liverpool y quería salir al extranjero. Tenía tres ofertas y la peor era la del Osasuna. Pero pensé que en Pamplona me iban a cuidar mejor, fue una cuestión de olfato, me guié por él y acerté.

-¿Pero sabía a dónde venía?

-No muy bien. Cuando tomé la decisión le dije a mi mujer que comprara un mapa para buscar Osasuna, como no lo encontrábamos la mandé a buscar un mapa más grande. La verdad es que no me lo pensé mucho, si lo pienso no vengo.

-¿Le sorprendió la ciudad?

-Yo había estado en España de vacaciones, pero sólo conocía la playa, el sol, el golf.., y de pronto me encuentro en una ciudad casi británica en el talante y la nobleza de la gente, la lluvia... Enseguida hice amigos y nos adaptamos muy bien.

-Un año incluso fue pregonero de los Carnavales de San Sebastián.

-Sí, para un guiri como yo fue un elogio gigantesco. Estuvo muy bien porque íbamos disfrazados de chinos y con lo mal que se me da el idioma a mí todo me sonaba a chino. Cuando estaba en Pamplona venía mucho a Donosti y a andar por estos montes. Si fuera rico viviría en Donosti.

-Volviendo a la televisión, ¿cómo viven desde dentro el décimo aniversario de 'El día después'?

-Creo que somos el programa más antiguo en antena, después de Informe Semanal, pero todas las celebraciones nos cogen en crisis. Lo mismo nos sucedió cuando nos dieron el Premio Ondas o el TP de Oro.

-¿Crisis? ¿Qué crisis?

-Sí, aunque no lo parezca pocas veces nos quedamos satisfechos. Bueno, de diez programas quizá seis nos gustan un huevo, dos nos dejan mal sabor de boca y en los otros dos casi nos damos de hostias...

-¿No hay un buen ambiente?

-Los de canalpluslandia somos muy amiguetes, pero profesionalmente nos reservamos el derecho a discrepar, y ahí a veces surgen las broncas. Ahora estamos a la búsqueda de algo, algo nuevo.

-¿Sigue un guión cuando comenta los vídeos de 'Lo que el ojo no ve'?

-Hasta que hablo no sé lo que voy a decir y a veces no sé qué imagen viene. Salimos en un escalofriante directo, pero improvisamos mucho.

-¿Se imaginó alguna vez metiendo goles de audiencia en televisión?

-En mis sueños sí, pero no pensaba que presentaría un programa en un país del que no conocía su idioma, y menos que me pudieran entender. Aunque no lo parezca aún sigo intentando aprender castellano.

-¿En qué radica su éxito?

-No me paro a pensarlo. Un entrenador me dijo una vez que eres un hombre cuando aprendes a tratar a las dos caras del mismo impostor que es el éxito y el fracaso. Agradezco los elogios y me desagradan las críticas, pero nada me llega al fondo.

-¿Qué le queda de británico?

-Me siento un español más y no soy un pelota. Pero si dijera que soy más español que británico a mi padre le sentaría mal. Aunque soy muy poco patriota, de ninguna bandera, tengo mucho más que agradecer a España.

-¿Le gustaría codificar para siempre algo del fútbol español?

-Sí, a Steve McManaman (ríe). Es demasiado amigo mío como para ser imparcial y eso me crea un problema. Si él juega bien me da igual que el Madrid lo haya hecho mal. Es genial.