Isidro Lángara, el mejor delantero del mundo era guipuzcoano
Andoain trata de hacer justicia con diversos actos a la figura de su vecino Isidro Lángara, uno de los grandes goleadores de todos los tiempos y a quien idolatran en Oviedo, México o Argentina
¿Cuánto valdría hoy un delantero con una media de 1,17 goles por partido en Primera División, capaz de marcar tres hat-tricks en tres partidos consecutivos y pichichi varios años en tres países diferentes? ¿Cuánto pagaría hoy un equipo de la Premier por un jugador incluido en el once ideal de un Mundial, autor de siete tantos en un encuentro de primera división y que firmó más de 500 goles en partidos oficiales cuando no había competiciones europeas y las selecciones apenas disputaban partidos internacionales? ¿Se imaginan? Y no. Este delantero no es brasileño ni argentino ni alemán. Nació en Pasai Antxo, se trasladó a Elgoibar y se crió desde los siete años en Andoain y, aunque nunca jugó en la Real ni el Athletic, ni en el Barcelona ni el Real Madrid, ni en ninguno de los grandes europeos, se convirtió en leyenda, en el mejor delantero del mundo.
A Isidro Lángara (Pasai Antxo, 1912) la historia no le ha hecho justicia y por eso el Ayuntamiento de Andoain lleva tiempo poniendo en marcha diversas iniciativas para ensalzar la figura de un personaje al que le han dedicado un pasodoble, un tango y varias canciones más y cuyo nombre figura en la puerta número 9 del estadio Carlos Tartiere de Oviedo, así como en la calle que da acceso al estadio. Y otra curiosidad, si visitan la ciudad asturiana y caminan por el Paseo de los Álamos, verán una escultura dedicada al empresario José Tartiere, uno de los artífices de la industrialización asturiana, rodeado por cuatro figuras de piedra que representan a trabajadores y cuyos cuerpos son el de Isidro, quien debido a su fortaleza física sirvió como modelo.
«En España decían que Lángara era el mejor delantero de Europa. Ahora podemos decir que es el mejor del mundo»
Porque Lángara, de una imponente presencia, nunca fue un fino estilista ni un regateador de época. Fue fundamentalmente un delantero rematador dotado de una potencia descomunal cuyos remates, cuenta la leyenda, rompieron porterías, atravesaron redes y derribaron porteros.
El fútbol fue siempre su pasión. No había día en el que no fuera con su hermano Jesús a entrenar al viejo campo de Etxebarrieta. Jugó en el Bildur Gutxi, un club infantil de la localidad, en el C. D. Esperanza y luego en el Tolosa. Su fuerza, su potencia y su facilidad para el remate llamaron pronto la atención.
Su fama llegó incluso a la capital de España, donde el presidente del entonces denominado Athletic de Madrid, Luciano Urquijo, de origen argentino pero criado en San Sebastián, había oído hablar de él. Urquijo le quería para devolver al club a Primera y realizó un encargó a su entrenador, Ángel Romo: «Vete a Tolosa y ficha al delantero del equipo porque es un gran goleador».
«Lángara es goles, nada más que goles. Si juega como lo he visto en Europa, justificará lo que por él se haya pagado»
Romo cogió el autobús y se presentó en Berazubi sin mucha más información –entonces no había unidades de reclutamiento ni nada parecido– y se situó en un lugar discreto para ver las evoluciones de aquel delantero que tenía enamorado a su presidente. Al término del encuentro, Romo entró en las oficinas del club para fichar al punta. Allí le presentaron a José María Arteche. Romo sacó un sobre con 20.000 pesetas (120 euros) y el contrato se firmó allí mismo antes de volverse para Madrid con un futbolista que no era Isidro, quien aquel día, según relato del historiador Bernardo Salazar, de forma excepcional había jugado como interior izquierdo, lo que le permitió permanecer unos meses más en el Tolosa antes de ser fichado por el Oviedo a cambio de 3.000 pesetas. Así que en Oviedo comenzó Lángara su periplo profesional debutando, curiosamente, ante el Athletic de Madrid al que marcó dos goles (4-1).
37 tantos en 34 partidos en dos temporadas le valieron la llamada de la selección, estrenándose ante la extinta Yugoslavia con un gol en la victoria por 2-1, lo que le convirtió en el primer jugador que debutaba con España sin haber jugado en Primera, a donde llegaría en 1933 tras ascender con el conjunto carbayón.
Lángara debutó en la máxima categoría ante el Barcelona haciendo lo que mejor sabía hacer: marcar goles, hasta tres, en el histórico triunfo por 7-3. Fue pichichi aquella misma temporada y marcó también cinco en un partido con la selección ante Portugal –lo que a día de hoy sigue siendo un récord–, que sirvió para que España se clasificase por primera vez para disputar un Mundial, el de 1934 en la Italia de Benito Mussolini, quien había hecho un encargo a Giorgio Vaccaro, el presidente de la federación: Italia debe ganar el campeonato.
Mussolini, Hitler y Franco
En su estreno mundialista, Lángara anotó dos tantos para eliminar a Brasil (3-1) y en cuartos, ante Italia (1-1), fue víctima de la dureza transalpina y la permisividad arbitral, siendo uno de los cinco jugadores lesionados que al día siguiente no pudieron disputar el encuentro de desempate en el que España cayó eliminada (1-0) tras otro arbitraje cuanto menos sospechoso, tanto que la FIFA decidió expulsar a ambos colegiados a perpetuidad. Aún así, Lángara fue elegido entre los once mejores del torneo.
Antes de estallar la Guerra Civil que supondría un giro radical en su carrera, Isidro fue protagonista de un histórico amistoso en Colonia ante la Alemania de Hitler en el que, entre esvásticas y saludos nazis, anotó dos de los tres tantos que supusieron la que ha sido única victoria española en suelo alemán hasta la reciente Eurocopa en la que el gol de Mikel Merino en Sttutgart le dio el pase a las semifinales.
Detenido y exiliado
El inicio de la Guerra Civil le cogió de vacaciones en Andoain tras haber sido pichichi de la Liga por tercera vez. Allí fue detenido por un grupo de milicianos acusado de participar dos años antes en la represión franquista de la revolución minera asturiana que causó dos millares de muertos. Una fotografía en la que aparecía con un fusil mientras hacía el servicio militar era la prueba y fue trasladado al Cabo Quilates, un barco fondeado en Lekeitio convertido en prisión republicana. La mediación de un árbitro, Eduardo Iturralde Gorostiza (abuelo de Iturralde González) y de miembros del PNV sirvió para aclarar el malentendido.
Con la Liga suspendida entre 1936 y 1939 por la Guerra Civil, Lángara se integró en la selección de Euzkadi del lehendakari Agirre, que inició una gira por el extranjero con el fin de recaudar fondos para los refugiados vascos y apoyar la República. Lo que estaba previsto fueran una docena de partidos por Europa se prolongó durante más de dos años con una gira por el continente americano.
Finalizada la Guerra Civil, Euzkadi se disolvió y en 1939 Lángara fichó por el San Lorenzo de Almagro argentino donde recientemente Iker Muniain ha heredado el apodo de 'El Vasco' con el que fue bautizado Lángara.
El entonces seleccionador de la albiceleste, Guillermo Stábile, opinó así en la revista 'El Gráfico' sobre su fichaje: «Hace un año y dos meses vi jugar a Lángara en París. Cuando el señor Pinto, actual presidente de San Lorenzo, me preguntó si el centre forward español era una adquisición, le respondí afirmativamente. Ahora bien; deseo aclarar algo ante los aficionados. Isidro Lángara es goles, nada más que goles. Si quieren encontrar en él un hombre que juegue fútbol, que evidencie algún virtuosismo, quedarán decepcionados... puede y debe juzgársele únicamente basándose en las cifras y a través de una temporada. Si juega como lo he visto en Europa, Lángara justificará con números lo que por él se haya pagado».
Y en su debut ante River Plate en el Gasómetro empezó a justificarlo ya que en poco más de media hora marcó los cuatro goles de la victoria (4-2). Un periódico de Buenos Aires escribió: «En España decían que Lángara era el mejor delantero de Europa. Ahora podemos decir que es el mejor delantero del mundo».
Cuatro años más se fue a a México para enrolarse en el Real Club España, equipo integrado por varios exiliados. Allí no paró de marcar goles –incluso anotó siete en un encuentro– y hoy sigue siendo considerado uno de los mejores futbolistas que jugó en el país.
En 1946, y con 34 años, volvió a casa y pudiendo fichar por cualquier equipo decidió regresar al Oviedo para jugar allí sus dos últimas temporadas antes de retirarse por una lesión de rodilla.
Pasó sus últimos días junto a los suyos en Andoain, en estancias que alternaba con visitas a Oviedo, hasta fallecer en 1992. La localidad guipuzcoana intenta saldar ahora una deuda con quien el periodista asturiano Nacho Azparren denominó en un reportaje 'La leyenda invisible de Andoain', impresionado porque allí poco se sabía de él, del que fuera el mejor delantero del mundo.
Se estrena este sábado un cuento musical que narra su vida
El Ayuntamiento de Andoain lleva tiempo intentando recuperar el tiempo perdido y darle a uno de sus vecinos más ilustres el sitio que merece. Hace dos años, durante el centenario del Euskalduna, se realizaron varias mesas redondas sobre la figura de Lángara.
Hace unos meses, el puente que lleva su nombre sobre el río Oria, entre la calle Zumea donde estaba la casa de su familia y el polideportivo Allurralde, fue rotulado y rematado con un mural con su figura.
También, desde el pasado 15 de febrero hasta este sábado, se ha desarrollado una exposición en el centro cultural Bastero titulada 'Langara, el gran goleador', en la que a través de diversos documentos, fotos, grabaciones audiovisuales y objetos personales se ha podido conocer mucho más.
Y este sábado (12.00) se estrenará en el auditorio la obra 'Osaba Isidroren maleta', un cuento infnatil musicalizado que narra la vida y trayectoria de Isidro Lángara. Compuesta por Junkal Guerrero Langara, sobrina-nieta de Isidro, cuenta con textos de Juan Krutz Igerabide. Su duración es de una hora y la entrada es gratuita.
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