Damiano hizo honor al apellido. Enrico Caruso fue un gran tenor, un cantante de ópera extraordinario. El título de Caruso I es suyo. Al ciclista ... vamos a darle el de Caruso II. Menudo etapón se marcó.
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Los corredores llegaron a la cima de Velefique exprimidos. Unos más que otros. Enric Mas y Miguel Ángel López dieron el callo y salieron bien parados de la etapa. No vi una clara superioridad de Roglic sobre el mallorquín, que da un paso importante, por lo menos para acabar segundo la Vuelta. Desde el momento en el que el esloveno no le entraba al relevo, señal de que le temía. El maillot rojo actuó con precaución para evitar sorpresas desagradables.
Ineos es un equipo ganador, construido para dominar las carreras de tres semanas, aunque últimamente ha recibido algún que otro revés. Endurecieron la carrera y nadie podrá acusarles de esconderse. Ya se veía venir que Adam Yates es ahora mismo su hombre más fuerte. Bernal entra y sale del grupo de favoritos. No es el mismo del Giro.
Duro golpe al landismo. Dos compañeros se quedaron a su lado cuando cedió en la última subida, a unos diez kilómetros de meta. Otros tres iban por delante: el ganador de la etapa, Caruso, más Haig y Mäder. Está fuerte Bahrain, pero falla el líder. El ataque lejano del italiano permitía soñar con una maniobra compleja con Landa de protagonista. No fue así. Falló el pilar central, como en el puente de Deba hacia Mutriku. Ese está en reparación. El otro tiene difícil arreglo.
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Comentan que los últimos kilómetros de la etapa se desarrollaron en la zona más desértica de Europa. En esas tierras de Almería se rodaban los spaguetti western, con nuestro amigo Jaume Mir en el reparto. Solía contar anécdotas y me quedé con lo que decía de Yul Brynner, aquel actor no sé si calvo o afeitado a quien acusaba de mirar al resto desde un peldaño superior.
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