Solo una caída puede impedir que Jonas Vingegaard gane esta Vuelta a España. Apareció la lluvia y esas primeras gotas hacen que la carretera quede ... muy deslizante y aparezca el riesgo de caídas. Es lo que ocurrió a falta unos 27 kilómetros para la línea de meta. Comenzó a llover y el peligro provocó que muchos corredores se fueran al suelo a la vez, entre ellos el máximo favorito a ganar esta prueba con un par de compañeros.
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El pelotón optó por ralentizar la marcha y tomar precauciones, sin aprovechar la ocasión para poner en apuros al principal rival de todos. Me parece bien y muy digna la actitud de estos corredores, pero si yo fuese el director de uno de los equipos con aspiraciones de disputar la Vuelta, habría intentado aprovechar esa circunstancia. Al final, no deja de ser una situación más de carrera. Si quieren ganar a Vingegaard, necesitan aprovechar estas oportunidades.
Muchos dirán que esta actitud es antideportiva. No estoy de acuerdo. El ciclismo se practica sobre la carretera y con las condiciones que en ese momento hay y a las que debe amoldarse cada uno. La suerte también cuenta. Si hay que parar cuando se produce una caída, habría que hacerlo siempre y reglamentar esas situaciones de otra manera.
Al margen de esta reflexión, Vingegaard ya ha puesto a todos en su sitio al ganar una etapa para la que mi gran favorito era Ciccone. Estuvo cerca, pero no fue posible. El danés demostró lo que todos sabemos: es el mejor y tiene un gran equipo a su disposición. Nada más empezar, la carrera se le ha puesto muy de cara. Pero esto no ha hecho más que arrancar. Volverán las lluvias, habrá abanicos en Zaragoza y seguro que se registrarán circunstancias de carrera en las que los demás podrán intentar hacer daño a Vingegaard. Ahora bien, no tienen nada que hacer si dudan o dejan pasar oportunidades.
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