Ezkerra, ezkerrera

He estado muchas veces en Andorra. En la Semana Catalana, la Volta a Catalunya, la Vuelta a España... Menos con el Tour, aunque recuerdo que en 1974 pasamos en una etapa con final en la Seu d'Urgell. Siempre ha sido para los ciclistas un lugar donde no importaba saltarse el masaje. Veíamos tiendas y aprovechábamos para comprar cositas.

Guardo una buena anécdota de mi época en Teka. Recibimos la información de que no íbamos a tener ningún problema en la aduana, por lo que nos aprovisionamos y el autobús iba bien lleno. Llegamos a la aduana, y sorpresa: nadie hacía la vista gorda. A mi lado, José Luis Mayoz llevaba un televisor de última generación, grande. El largo mostrador quedaba a la derecha y vi la puerta de salida al fondo a la izquierda. Siempre hemos llamado Ezkerra a Mayoz por su condición de zurdo. «Ezkerra, ezkerrera», le ordené. No me entendía por qué se lo decía. Insistí: «Ezkerra, ezkerrera». Por fin lo comprendió. Pasamos por la puerta sin depositar nuestra mercancía en el mostrador. Les despistamos. El euskera nos ahorró un dinerillo.

La jornada de reposo de este lunes no tiene nada que ver con la anterior porque le sigue este martes una etapa de montaña. En una jornada de menor dureza tu organismo acusa menos los posibles despistes de la víspera. El año que Poulidor más apretó a Merckx en el Tour, Poupou perdió todas sus opciones el día siguiente al de descanso, creo que en el Galibier. No solo hay que rodar unos kilómetros sobre la bicicleta. Cambiar los hábitos y los horarios de comida o caer en Andorra en la tentación de caminar más de lo habitual se paga.