Carlos Rodríguez celebra su victoria al entrar en meta. Reuters
Tour de Francia

Carlos Rodríguez, entre dos colosos

El ciclista granadino se ha impuesto a los favoritos gracias a un ataque en el descenso del Joux Plane

Sábado, 15 de julio 2023, 18:14

Entre dos colosos, Carlos Rodríguez (Ineos). El hombre tranquilo se lanzó a un descenso de furia y fuego, de los que los antiguos llamaban a tumba abierta. Salió de la primera curva del Joux Plane rozando con el pie izquierdo el pretil y entró en Morzine apartando la cabeza para esquivar un poste de la luz en el último giro de la bajada. El hombre tranquilo es una fiera competitiva. El hombre tranquilo no es John Wayne, es Maureen O'Hara dándole un tortazo con la mano abierta. Carlos Rodríguez, de 22 años, confirma que es un ganador. Y lo más importante quizá no fuera la victoria.

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Lo más importante fue la forma de conseguirla, que es lo que distingue a los buenos de los mejores. Fue un triunfo con estilo. Carlos Rodríguez fue a ganar el día que Pogacar (UAE) y Vingegaard (Jumbo) eligieron para decir a los cuatro vientos que su lugar en la historia del Tour está en la mesa de los más grandes, que su duelo inaugura una época de leyenda y que el público puede estar seguro de estar asistiendo en directo a una epopeya que no palidece ante ninguna. Que Pogacar quiere ser Merckx y hasta el 'Caníbal' admite que por qué no. Y que Vingegaard discute su hegemonía a un gigante de esa talla, lo que da idea de su dimensión. Eso se dirimió en las rampas de ascenso al Joux Plane. Atacó el esloveno y abrió unos metros. Tras un mano a mano de hierro, el danés cerró el hueco antes de la cima. Nadie podía estar en ese duelo de titanes, pero Carlos Rodríguez acechaba de cerca.

Cuando tras la cima -donde Vingegaard sorprendió a Pogacar y le quitó la bonificación- ralentizaron el paso, el andaluz y Adam Yates (UAE) volvieron. Una hazaña para un chaval de 22 años que cogió la maleta y salió de su casa de Almuñécar a los 16 años y aún no ha vuelto. No ha vuelto, pero ha visto mundo y ha corrido siempre contra los mejores. Y ha conocido la competición. Y por eso no se conformó con su hazaña y supo que era el momento de atacar.

No es solo ganar, es cómo se gana. Eso es lo que siempre llamó la atención de Carlos Rodríguez, lo que llenaba las libretas de todos los técnicos que peinaban el calendario júnior de primer nivel por toda Europa. Este chico tiene algo, era el consenso. Eso tan difícil de explicar y que viene a denominarse clase. Ese manejo del tempo. Que no es exactamente el tiempo, ni el ritmo, ni el movimiento. Es algo más relacionado con el estilo que con la física. Es el gesto sencillo pero letal en la primera curva del descenso. La bajada del Joux Plane da miedo, carretera estrecha, curvas ni abiertas ni cerradas de las que hacen dudar si frenar o no y una inclinación que lanza la bici a demasiada velocidad. Y Rodríguez que mantiene el pulso hasta el final frente a un Pogacar que quería los diez segundos de bonificación y solo levanta los brazos después de cruzar la meta.

Sonríe y vuelve a ser el hombre tranquilo. El volcán incandescente se apaga nada más superar la línea, con un gesto de calma absoluta y ni rastro de la furia competitiva que le ha llevado a ganar la etapa y a colocarse tercero en la general. Cara de estar fresco como una lechuga. El Tour, que aplasta a casi todos, no le pesa.

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En Movistar se frotan las manos

Y en el Movistar se frotan las manos. A los 22 años, cinco meses y 13 días, es el español más joven en ganar una etapa del Tour. Con su líder, Enric Mas, en casa desde la primera etapa y uno de los tres menores presupuestos del World Tour, un ciclista del futuro vestirá su maillot los dos próximos años.

Carlos Rodríguez habría corrido en el Reynolds. Alto, 1,83 de estatura, y fuerte. Discreto, nada extravagante. Exquisito en sus manifestaciones, estudiante de Ingeniería. Corredor de fondo, de vueltas por etapas. El hombre de Vitrubio de José Miguel Echavarri. El ideal ciclista para el técnico navarro, enamorado de Italia y de las bicis Pinarello como la que monta el joven andaluz. Patxi Vila prepara la pista de aterrizaje para su fichaje de relumbrón y el ciclismo español sueña con la rivalidad perfecta entre el discreto y serio Rodríguez y el expansivo Juan Ayuso (UAE), un año más joven y tantas veces compañeros de fatigas por esos mundos de dios en las carreras de juveniles junto a Igor Arrieta (Kern Pharma).

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La victoria en Morzine cambia la consideración de Carlos Rodríguez, al que se tenía por un ciclista marcado por la solidez. Diésel. Este sábado se descubrió su faceta de ganador, la que todos los que le conocían destacaban cada vez que se les preguntaba. Tiene más registros que aguantar los grandes ritmos. Ahora es tercero. El año pasado debutó en la Vuelta a España y fue séptimo a pesar de una tremenda caída. Ayer se elevó entre dos colosos en plena expresión de sus facultades. Ganó, pero lo más importante fue cómo lo hizo. Con esa cosa tan difícil de describir que se llama clase.

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