El bicho, al acecho

Sigo a la espera del ataque de Jumbo o Ineos. Mientras llega, el Covid-19 empieza a hacer de las suyas.

Martes, 12 de julio 2022, 20:32

Al UAE y a Pogacar les ha salido un enemigo serio, capaz de dinamitar la carrera como el propio Eddy Merckx. En realidad, el Covid- ... 19 está en el pelotón desde hace un mes, desde la Vuelta a Suiza. Ya en el Tour había protagonizado alguna escaramuza. Sigue ahí. El maillot amarillo ha perdido ya a dos compañeros y corre el riesgo de quedarse sin Majka, su principal apoyo en la alta montaña. De momento permiten continuar al polaco porque su carga viral es baja. Este bicho, además, no hace excepciones. Ataca a grandes y pequeños. Con cinco compañeros alrededor en lugar de siete, el trabajo se multiplica. Ojalá no se contagien ni el doble ganador del Tour, ni sus adversarios. Sin embargo, nadie está libre de los contagios.

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El personal mira a dos frentes. Uno es la etapa de este miércoles con Télégraphe, Galibier y Granon. Palabras mayores. El otro, silencioso, el coronavirus, que no entiende de vatios, estrategias y desarrollos. Este miércoles espero acontecimientos desde primera hora de la mañana. La jornada comienza en el hotel. Es un día clave para ganar o perder el Tour y me temo que deje más perdedores que ganadores.

Una etapa con final a casi 1.500 metros de altitud estuvo a punto de resolverse en la foto-finish. Magnus Cort Nielsen, el danés que recorrió en solitario la mayor parte de las dos etapas en línea de su país, conservaba aún fuerzas para disputar el sprint y ganarlo. Kämna, presente en la fuga, se quedó a once segundos de un liderato que por momentos dio la impresión de que UAE quería ceder para ahorrarse labores de control o al menos compartirlas con Bora.

Unos manifestantes detuvieron la carrera. El ciclismo ha sido a menudo escaparate de reivindicaciones. Fui testigo como corredor y de director. En una etapa asturiana de la Vuelta a España, acababa de irme solo en cabeza y me encontré con un manifestante en medio de la carretera. Le hice un quiebro. Amagué por un lado y salí por el otro. Para mi sorpresa, me llamó por mi nombre, como pidiendo que no le hiciera eso. Debía ser aficionado al ciclismo. Me entró cierta congoja. No me paró él, pero sí después Pajares. Peor fue lo de Urbasa, donde por falta de impermeables cogimos un buen catarro. Nos llevaron en autobús y los espectadores nos echaban la culpa cuando no teníamos nada que ver la suspensión.

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