Aperitivo indigesto

Los italianos se han distinguido por arropar al líder con todos los compañeros, pero soy partidario de tener gente por delante. Todavía me acuerdo de la Vuelta a España que Dumoulin perdió ante Aru en La Morcuera. Al neerlandés le habría bastado con un ciclista para conservar el maillot amarillo y ganar la carrera. No tenía a nadie, al contrario que el sardo.

Van Aert sube como el que más, pero no todos los días. Ha cometido un par de lagunas tácticas por priorizar los intereses individuales, pero ha estado al lado de Vingegaard en todos los momentos clave. Es un hombre fundamental para la parte final. Si el danés hubiera cedido unos metros ante Pogacar en el último tramo del Mur de Péguère, el flamenco es el ciclista ideal para ayudarle en la persecución. No digamos ya si se trata de controlar.

Tanta gente y de semejante calidad por delante garantiza que la fuga tenga éxito. Lo aprovechó Israel de la mano de Houle, en dura pugna con un valiente Jorgenson. El ataque del Movistar por detrás para lanzar a Mas... habría sido bonito de salir bien. Necesitaban que las fuerzas acompañaran. No fue el caso.

«Al enemigo hay que atacarle aunque sea bajando», decía Jesús Loroño. Seguro que Pogacar no conoció al de Larrabetzu, pero tiene bien aprendida esa lección.

Una lástima el incidente mecánico de Majka en plena subida. Me inclino por pensar que fue un bloqueo de cadena. Son peligrosos si vas de pie porque corres el riesgo de salir despedido por encima del manillar o de golpearlo con la rodilla. Las correas no daban tiempo a sacar el pie. Ahora es más fácil con los pedales automáticos.