

«Me siento orgulloso de mis piernas, las luzco encantado»
Carlos Gorospe sufrió un accidente de moto que cambió su vida, ahora ha recobrado «la ilusión de volver a la competición» gracias al ciclismo adaptado
Después de once días en coma se despertó contento, estaba vivo. «No recuerdo qué pasó durante ese tiempo pero me dijeron que me desperté muy feliz», explica. Carlos Gorospe tuvo un accidente de moto en San Sebastián hace diez años. El joven que arrancó su motocicleta Suzuki en el centro de la ciudad jamás pensó que la curva de Ondarreta cambiaría su vida por completo. Siente que le han dado una segunda oportunidad y ha decidido disfrutarla sobre otro tipo de ruedas.
Compite en la categoría MC3 de ciclismo adaptado. Un deporte que le ha devuelto la ilusión por volver a sentir la adrenalina de la competición. «Me di cuenta de que lo importante de la vida es estar vivo», reflexiona. Siempre ha sido muy optimista y positivo, «pero cuando te pasa algo así es verdad que valoras todo mucho más, y sobre todo le quitas importancia a muchísimas cosas. Te das cuenta de que no son para tanto».
En total más de diez operaciones, varios años de recuperación y rehabilitación. Pasó de la silla de ruedas a las muletas, volvió a la silla hasta que consiguió andar ayudado por un bastón. Desde hace unos años solo porta el antiequino. «En la pierna izquierda sufrí una fractura abierta de tibia y peroné. Me tuvieron que quitar el gemelo para cerrar la herida, lo que me impide mover bien el pie hacia arriba. En la derecha se me cortó el muslo en la zona más alta, el nervio ciático y perdí gran parte del músculo isquiotibial, por lo que no puedo mover el pie y por eso llevo la férula antiequina», detalla. Sorprende cuando explica cómo «cuando me contaban que igual no podría volver a mover las piernas me daba igual. Estaba vivo y sabía que iba a encontrar la forma de seguir haciendo cosas, pero ni me imaginaba que sería en el ciclismo».
A día de hoy muestra sus cicatrices con naturalidad, pero es un obstáculo que también se ha visto obligado a saltar. «Antes me daba vergüenza ir con pantalón corto. Hasta un verano que hizo tanto calor que no pude más. Pensaba que todo el mundo, tanto en la calle como en el trabajo, me iba a mirar las piernas y me di cuenta que no somos tan importantes. Que sí, que hay gente que te mira, como a todo el mundo, pero que la mayoría ni se da cuenta o tampoco les importa».
Esos complejos viajaron con él hasta Vielha, donde participó en su primera cicloturista junto a sus hermanos el verano pasado. Llegué intentando que no se notara mucho que tenía mal las piernas y avergonzado, cuando crucé la meta pase de tener vergüenza de ellas a estar muy contento de lo que acababan de hacer. Me sentí orgulloso de mis piernas y ahora las luzco encantado».

Desde pequeño es inquieto, siempre ha practicado deporte. Practicaba kick boxing, «competía y estaba en forma. Eso me ayudó a soportar el accidente mejor y a que la recuperación haya sido algo más rápida». Una vez salió del hospital y terminó la rehabilitación, por las lesiones y el equilibrio se convirtió en un deporte complicado para que Gorospe lo pudiera seguir practicando.
Después del accidente su esencia sigue siendo la misma, pero cambió su forma de valorarlo todo, se tuvo que adaptar dentro y fuera del deporte. «Antes trabajaba de camarero y ahora soy tatuador». Siempre le había gustado dibujar y lo convirtió en su profesión. «Empecé a pintar mucho más y creé Gorospe Tattoo, mi propio proyecto».
El Tour encendió la llama
El verano de 2023 el Tour de Francia pasó por Donostia. El evento ciclista más importante del mundo hizo magia y cambió la vida de Carlos. Le picó el gusanillo y se animó a probar con la bici de carretera que hasta entonces tanto respeto le había dado. «Me acabé comprando una, me animé y empecé a hacer salidas ya un poco más largas. A partir de Vielha empecé a entrenar y descubrí que había ciclismo adaptado. Conocí a Fernando Mitxelena de Kemen y a raíz de eso empecé a competir».
«He recuperado la ilusión por la competición. Nunca he dejado de hacer deporte pero lo hacía por mi cuenta. Desde pequeño siempre he visto relacionado el entrenar con competir, creo que es la gracia que tiene. Con el ciclismo, dentro de mis limitaciones, pero una vez montado en bici noto que puedo competir en igualdad», subraya.
Empezó a investigar y a entender la estrategia y se lamentó de «no haberlo descubierto antes para poder haber competido desde pequeño». Descubrió cómo es la competición adaptada. «He tenido que ir aprendiendo sobre la marcha, en la primera carrera llevé el casco del color que me correspondía por casualidad. No tenía ni idea que los colores sirven para identificar las diferentes categorías», explica.
Este verano volverá a Vielha, un año después con dos medallas al cuello y la sensación de que solo es el inició de la ruta. El domingo ganó la última Copa de España en Valencia. En el campeonato de España, en la prueba de ruta y se colgó también el bronce en la prueba de contrarreloj. «La crono es muy sufrida, pero me encanta eso de darlo todo en poco tiempo. La ruta es también una experiencia muy guay, tiene mucha más tensión, dependes de la estrategia».
Este año empezó a competir cuando ya había arrancado la temporada por lo que se muestra emocionado con empezar la próxima desde el principio. «Lo máximo, a lo más grande que puedo llegar son los Juegos Paralímpicos, pero hay mucho nivel y es muy complicado, pero eso sería increíble», explica. No se pone límites, y pese a su optimismo y sus ganas, no deja de tener sus orgullosas piernas en pantalón corto sobre el suelo.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.