Espejo y ejemplo

Tres medallas de oro y dos de plata. Son los metales que las cinco selecciones masculinas de la Federación han conseguido este verano –la absoluta y las Sub-20, 18, 17 y 16– y el dato que eleva al baloncesto español como la potencia en el ámbito europeo, solamente superado por Estados Unidos en el panorama mundial.

Scariolo ha construido un grupo que rinde, compite, hacer disfrutar y, estos últimos años, también emociona. Esté quien esté en pista. Llegó el momento temido de las retiradas de los Gasol y Juan Carlos Navarro, y cuando lo que se esperaba era una larga travesía en el desierto, te encuentras con que España, teóricamente en transición, es actualmente la vigente campeona del Mundo y de Europa.

El oro es el triunfo de un modelo. Hubo preocupación cuando en 2017 se introdujeron los partidos de selecciones durante la temporada porque los jugadores de Euroliga y NBA no podían acudir a ellos, poniendo en riesgo la clasificación a Europeos o Mundiales. Con el paso de los años, el miedo fue exagerado. La ACB es la mejor liga doméstica de Europa, y aunque también es la competición donde menos porcentaje de jugadores estatales hay, los que son tienen un nivel superior al de la clase media del resto de países.

Se hablaba, con cierta razón, de que los Brizuela, Díaz, Fernández y compañía hacían el trabajo sucio de clasificar al equipo a los campeonatos para que después las estrellas participaran y salieran en la foto de la medalla. En este Eurobasket, con siete debutantes y jugadores del Joventut, Unicaja, Tenerife y Valencia Basket, el jugador trabajador, humilde y de segunda fila ha recibido su merecido premio. Brizuela es el espejo del chico –y chica– jugón talentoso; Alberto Díaz el del chaval que se lanza a las lonas del polideportivo para salvar un balón; y esta selección, eterna, el ejemplo perfecto de que el grupo está por encima del individuo.