La selección española de atletismo parece haber dado un zarpazo a las crisis económica y deportiva. Y con una receta simplona: regresar a la esencia ... de este deporte, es decir, vivirlo con intensidad y competir con pasión y actitud. Si después llegan las recompensas en forma de euros, pues bienvenidas. Pero no queramos anteponer el botín al trabajo y a las buenas formas.
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Este comentario viene después de una notable actuación de los atletas españoles en el Europeo de pista cubierta en Belgrado. Sexto puesto por naciones en el medallero y en la puntuación contabilizando finalistas. Buen balance. Eso sí, no desatemos la euforia porque se trataba de un Europeo, de la pista cubierta y de una temporada postolímpica con muchas retiradas, ausencias por el duro año 2016 y por el Mundial que llegará el próximo verano.
Puesto en contexto el Europeo, no voy a quitar un ápice de mérito a las buenas sensaciones que transmite actualmente el atletismo español. Se compite con descaro, sin complejos, con una mentalidad de profesional aunque en sus cuentas corrientes muchos no llegan a ser ni mileuristas.
El equipo parece más equipo. Desde fuera se aprecia menos individualidades y menos disfraz de estrellita. Todo vale para el objetivo de un deporte que en recursos no es de los más dotados. Por eso es imprescindible aupar otros valores como el carácter o la pelea; son nuevas estrategias para nuevos tiempos. Esto no significa que esos valores sean incompatibles con el talento porque existe en el atletismo español pero hoy más que nunca es clave mezclarlos en una cocktelera. El de más talento con esa pócima alcanzará cumbre, el que no esté sobrado de calidad llegará a esa cima un poco más tarde o alcanzará el éxito por la vía de la pasión y la actitud. Como decía Ramón Cid, director técnico de la Federación, con pasión y con cabeza. No es cuestión de besar el escudo de la camiseta. Es fundamental que cada atleta salga satisfecho de su actuación, de no dejarse nada. Entonces, las críticas negativas no existirán.
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El equipo está en construcción porque los nuevos líderes son muy jóvenes, solo hay que fijarse en las fechas de nacimiento -la media de los finalistas ha sido de 25 años, un gran dato-. Y porque es una generación que está creciendo sin las comodidades de épocas pasadas. No solo los medallistas de este Europeo están marcando el devenir. Atletas que llegaron a finales sin recompensa de podio, o quienes se quedaron a las puertas ofreciendo una imagen de OK, forman la imagen del futuro del atletismo.
Y por supuesto valorar la configuración del equipo. Ya no se vive solo del mediofondo-fondo. Todos los sectores representados. Con un especialista de combinadas en podio, con una saltadora eterna, con dos cuatrocentistas y tres ochocentistas -de seis- en la final, con tres lanzadores con mínima, con un vallista candidato a medalla... Esta polivalencia de la selección suma adjetivos a un equipo en construcción.
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