Usain Bolt celebra una de sus victorias en Río 2016.
Atletismo

Y después de Bolt, ¿qué?

¿Hay vida después de Bolt? El atletismo está en sus horas más bajas de la historia y solo el ‘Relámpago’ ha dado luz a la oscura caverna en la que está condenado el atletismo

Antxon Blanco

Miércoles, 24 de agosto 2016, 06:36

La era Bolt está pasando página. La olímpica, seguro porque el jamaicano no competirá en Tokio 2020. Quizás nos regale su zancada imperial el próximo ... verano en el Mundial de Londres. Imagino que su patrocinador principal, Puma, le dará un empujón para que luzca el amarillo de la camiseta y las voladoras zapatillas. Negocio es negocio. Usain Bolt, además, tendrá abierta la cuenta corriente para sumar otros 30-35 millones de dólares en la siguiente temporada... que tampoco es razón menor para seguir quemando la pista.

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Nadie cuestiona que Bolt marca una época en su deporte y en el Deporte. Una década de hazañas. Una década de arrrastrar al público, al del atletismo y al que no lo es, por su carisma, por su comportamiento y grandeza. Su forma de dominar las carreras también ha contribuido a tenerle más admiración. Las galopadas atrapando a todos han deleitado y asombrado.

Pero ¿hay vida después de Bolt? Indudablemente el caribeño ha sido más grande que su propio deporte. Lo ha empequeñecido. El atletismo está en sus horas más bajas de la historia y solo el Relámpago ha dado luz a la oscura caverna en la que está condenado el atletismo por sus fechorías, desde la corrupción de los anteriores dirigentes de la Federación Internacional hasta por ese dopaje de Estado de Rusia. Demasiado castigo como para seguir creyendo sin pasar por el purgatorio. Solo Bolt ha provocado una sonrisa y gracias a él hemos girado nuestra mirada hacia las ocho calles.

El vació que deja Bolt será inmenso. El estadio de Río llenó sus gradas cuando Bolt actuaba y semivacio cuando el actor principal estaba fuera de escena. Una lástima. Poca cultura atlética y evidencia de que Bolt es mucho Bolt. La indiferencia hacia los demás atletas ha sido brutal, injusta asimismo. Pero es la realidad. Después de Bolt el atletismo permanecerá lánguido, en una crisis preocupante hasta que aflore otra estrella.

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Lo cierto es que ahora mismo no podemos poner encima de la mesa ningún nombre que pueda levantar al público de los asientos de una grada, o que lleve a un estadio a miles de aficionados que no siguen día a día el atletismo, o que obligue a madrugar para ver una competición.

Esta reflexión, es cierto, se ha repetido en determinados momentos de la historia después del adiós y la decadencia de la gran estrella de la época. Y sin embargo siempre ha surgido un nuevo referente que ha colocado al atletismo en el pedestal de los deportes olímpicos. Sucedió tras disfrutar con el legendario fondista Paavo Nurmi en los años 20. Con Jesse Owens después. Con fondistas admirados que parecía no habría otro mejor (Zatopek, Clarke, Viren...). El efímero momento pero que paró la evolución del salto de longitud de Bob Beamon y su 8.90. El poderío de Moses en el 400 vallas. La insultante superioridad del decatleta con más humor como fue Daley Thompson. Aquellos duelos y récords mundiales y oros olímpicos de los británicos Sebastian Coe y Steve Ovett. El artista Sergei Bubka y la larga lista de plusmarcas en pértiga. La little zancada a modo de molinillo de Michael Johnson. Y sobre todo, después del otro grandísimo referente de la velocidad/longitud en la década de los años 80 como fue Carl Lewis. El Hijo del Viento parecía único, irremplazable, y muchos vaticinaron que nadie podría igualar sus gestas. Pero por aquellas fechas nació en Jamaica un bebé al que llamaron Usain. Y veinte años después el ya espigado velocista comenzó a borrar del Olimpo atlético al estadounidense y con él, también a Jesse Owens. Es verdad, que tanto Lewis como Owens añaden a su poderío en el sprint el salto de longitud, pero Bolt y su triple-triple en los Juegos de Pekin, Londres y Río, le encumbran como más leyenda que nadie. Por añadido, a esos nueve títulos se suma que el caribeño los consigue siendo el recordman mundial de 100 y 200 metros desde 2008, circunstancia que Lewis no puede alardear.

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En este recorrido por la historia, saltan dos evidencias. Una, que Usain Bolt ha entrado en la Historia con mayúscula. Y dos, que por muy hazaña que sea, el atletismo creará nuevos fenómenos que provocarán pasiones. Eso sí, la sombra de Bolt será muy alargada en el tiempo.

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