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Crítica de 'Modi, Three Days on the Wing of Madness': Piratas del arte

Mikel G. Gurpegui

San Sebastián

Miércoles, 25 de septiembre 2024, 02:00

Por ver, en la escena inicial podemos ver un toque de acción burlona al estilo de 'Piratas del Caribe'. Estamos en un restaurante caro. El ... artista Amedeo Modigliani es presentado como un pícaro. Retrata a una dama pero se niega a hacerlo con otra, faltándole al respeto a su marido, quien se enfada. La cosa termina con Modigliani escapando mientras salta sobre las mesas, golpea al marido con una baguette y huye saltando por una cristalera. Ricardo Scamarcio podría ser Jack Sparrow.

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  • Dirección: Johnny Depp.

  • Guion: Jerzyy Mary Kromolowski.

  • Ints.: Riccardo Scamarcio, Stephen Graham, Al Pacino.

  • Fotografía: Dariusz Wolski, N. Pecorini.

  • Música: Sacha Puttnam, S. McLaughlin.

  • Nac.: Reino Unido-Hungría-Italia.

  • Duración: 110 m.

Más fácil es adivinar por detrás del largometraje la controvertida figura pública de Johnny Depp cuando pone en boca de su protagonista: «Estoy harto de esto, que me juzguen todo el rato». En fin, que estamos ante la segunda película dirigida por la estrella Depp y resulta tan pretenciosa y confusa como la primera, 'The Brave' (1997). Esta vez se trata de contar tres días de 1916 en la vida del artista bohemio Amedeo Modigliani, a quien al parecer sus amigos llamaban Modi.

El gran público difícilmente soportará un producto tan excesivo, errático, alucinado y casi grotesco como este. Lo malo es que el público más cinéfilo acaso tampoco conecte con una propuesta que suma tópicos sobre la vida de los pobres artistas bohemios, la creación y la destrucción, la frustración por la falta de reconocimiento y otros temas planteados confusamente más.

Con y sin consumo de bebida y alucinógenos, 'Modi, tres días en el ala de la locura' es tan ambiciosa como desnortada y desestructurada. Los amigos enloquecidos del artista, pura parodia, cierto aire disparatado general y el uso aleatorio de la estética del cine mudo forman parte de una olvidable coproducción en la que se agradece la escena en la que sale Al Pacino como coleccionista y actúa tranquilo.

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