Pamela Anderson me recuerda a Donostia
'La habitación de al lado' defiende el derecho de todos a morir dignamente en un casoplón de lujo en plena naturaleza
1Pamela Anderson me recuerda a San Sebastián: las dos se hicieron famosas por su belleza, las dos estuvieron sometidas –una, a Tommy Lee, la otra, a la violencia política–, las dos son objeto de nostalgias varias y las dos aparentan haber vivido ya sus mejores épocas. Los fans buscan en la intérprete cualquier vestigio de la antigua 'vigilante de la playa' igual que los donostiarras tratan de preservar los últimos establecimientos 'de toda la vida' que permanecen sin contactar por el turismo. Ya puestos: las dos han visto cómo los vídeos –sexual en el caso de la actriz, de inseguridad en el caso de la ciudad–, menoscababan su prestigio
2Uno de los personajes de 'Parthenope', la última película de Paolo Sorrentino, manifiesta su intención de abandonar Nápoles. «¿Por qué? –le preguntan–, Nápoles es el lugar más bonito del mundo», a lo que replica: «Porque es imposible ser feliz en el lugar más bonito del mundo». Llegaba con el estigma de las películas fallidas y según lo que haya intentado hacer su director, es posible que lo sea, pero el carácter hipnótico de sus imágenes le da cuerda al espectador para aguantar sus dos horas largas de metraje. Cuando uno siente que ya ha tenido suficiente, otro plano de Nápoles en todo su esplendor le impele a quedarse en la butaca. Bella y, a la vez, por momentos pelmaza, 'Parthenope' es también ahí un poco como Donostia.
3Si anteayer Costa-Gavras ya nos mostró que el tránsito al otro mundo es un viaje que la mayoría hace en clase turista y los ricos, en business, Almodóvar aborda el tema aunque de forma distinta. Puesto a morirse de un cáncer incurable, el personaje de Tilda Swinton elige hacerlo en la compañía de su vieja amiga, interpretada por Julianne Moore y ahí empieza la historia.
4A diferencia de la de Costa-Gavras, 'La habitación de al lado', no es un anuncio de Adeslas, pero tampoco hay trámites burocráticos en la Seguridad Social, ni largas esperas, ni habitaciones de hospital compartidas o mesas de cocina abarrotadas de medicinas, sino una villa prodigiosa, con un interiorismo esplendoroso, con un cuadro-réplica de Hopper que las dos emularán a la hora de la siesta en la terraza. A través de unos personajes que viven y mueren con una disponibilidad ilimitada de dinero, Almodóvar lleva la agonía casi a un clima de lujuria. Además de defender el derecho a morir dignamente en un casoplón del bosque, la película incluye alguna arenga sobre el cambio climático o el neoliberalismo que habría que ver qué diríamos si los firmara Ken Loach. Como tantas personas en el último tramo de su vida, el personaje de Swinton confunde su fin con el fin del mundo. Por lo demás, la cinta se deja ver muy bien.
5Una de las diferencias entre izquierda y derecha es que la primera aún se cree ingenuamente que la cultura mejora su imagen, mientras que la segunda está bárbaramente convencida de que mina su credibilidad. Ahí se sitúa la presencia de Pedro Sánchez en la gala del Premio Donostia. Cuesta reconocerlo, pero éste es el mismo festival al que un comando de ETA robó dos rollos de una película francesa en plena proyección. Nola aldatzen diren gauzak, kamarada donostiarra.
Suscríbete los 2 primeros meses gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión