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El cuadro en el que el artista Detritus plasmó una de las tertulias literarias en las que Berrio solía participar con amigos escritores, pintores y músicos.

Últimos valses, ovación final y un vino por Rafael Berrio

Músicos, amigos y seguidores glosan la figura, la obra y los recuerdos que deja el polifacético cantautor donostiarra que falleció el martes

Jueves, 2 de abril 2020, 06:40

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A Rafael Berrio le gustaba el 'underground', era su espacio vital. Prefería la luz de la lumbre al encenderse el puro que los grandes focos, se movía en los márgenes del rock & roll, sentía inevitable atracción por los malditos y los desheredados. «No pienso bajar más al centro / porque es aquí donde mejor me encuentro». Se sabía destinado a las minorías, pero le encantaba que se valorase una obra a la que se entregaba en cuerpo y alma, con rigor irrenunciable.

Su audiencia sería minoritaria, pero de hondo calado. En cuanto dimos la noticia de su muerte en la tarde del martes se pudo palpar la conmoción que deja su despedida, a la altura de los grandes, en continuos mensajes de twitter, email y whatsapp que daban la dimensión de un artista al que han seguido y acompañado generaciones de músicos de la escena local, y que ha asombrado a quienes se dejaban seducir por su mezcla de 'enfant terrible' y 'bon vivant'.

Las expresiones de tristeza y desolación han sido innumerables. «Se me agolpan los recuerdos, desordenados... de locales de ensayo, viajes en furgoneta, en tren, en coche, de montar y desmontar, cargar, descargar, de conciertos en bares, en salas, en teatros, de teloneros, de principales, en gira, en grupo, en dúo, de grabaciones en el estudio, de sesiones de fotos, de debatir arreglos, canciones, portadas... y barras y barras de bar... buf... toda una vida, un camino hecho juntos. Le echaré de menos, me dio mucho», nos escribía Cheli Lanzagorta, componente junto a Berrio de Amor a Traición, entre otros proyectos. «Con personas como Berrio me pasa como cuando murió mi tío Juan Carlos. La pena por su pérdida, pero la suerte de haberle conocido», expresaba Borja Cobeaga.

«Uno de mis más amados amigos y el mejor letrista. Preciso, afilado, irónico, burlón, romántico y siempre sublime»

Diego Vasallo, Músico

Joserra Senperena resaltaba que «Rafa era una creador único y no tenía ningún reparo en salirse de los patrones establecidos, de lo que se supone que tiene que hacer un músico de rock. Es más, le excitaba. El rock era su lengua materna, pero hablaba otras como la canción lírica española y francesa».

El locutor Gregorio Gálvez, que a inicios de los 80 ya recibía en su programa 'Club 44' a un Rafa adolescente, lo considera «un galán cinematográfico, un compositor brillante con deliciosa cadencia dylaniana. Junto a Poch, de lo mejor que ha dado San Sebastián. Nuestro Lou Reed».

Para el crítico Eduardo Ranedo, «Rafa era un artista excepcional, un músico soberbio que era capaz de encapsular toda la tradición musical -no solo rock- y modelarla a su antojo. Esa bohemia que le acompañaba no le privó de un gusto exquisito y de un ojo clínico que le ayudó a rodearse de lo que en cada momento le hacía falta para construir un discurso absolutamente propio».

Generaciones de músicos guipuzcoanos de todo ámbito colaboraron con Berrio; en los últimos años, de forma especial, Fernando Lutxo Neira. Y le admiraron. Diego Vasallo siente que «la fortuna me hizo el regalo de que uno de mis más amados amigos fuera al mismo tiempo el mejor letrista que he conocido. Preciso, afilado, irónico, burlón, romántico, y siempre sublime».

«Un compositor brillante con cadencia dylaniana. Con Poch, de lo mejor que ha dado San Sebastián, nuestro Lou Reed»

Gregorio Gálvez, Locutor

Mikel Erentxun rememoraba: «Hace años, Rafa y yo trabajamos en una canción. Llevábamos un tiempo atascados, hasta que escribió un gran texto titulado 'El principio del fin'. Era perfecto. Muy dylaniano. Canté, grabé y mezclé la canción. Una mañana me llamó y me dijo que tenía una nueva letra para ese mismo tema. Le dije que ya era tarde y que podríamos reservarla para alguna colaboración futura. Pero Rafa insistió y me convenció. 'Veneno' es, seguramente, la canción más emotiva de mi repertorio».

Entre los 'hijos' de Berrio, Giorgio Bassmatti: «Cuando se alejaba del escenario y del personaje, Rafa era una persona risueña, afable, cercana y muy atenta. Nosotros le amábamos en silencio, como se puede amar a Van Gogh o Dalí, y nos callábamos hasta las frases, a veces hechas, de 'me ha encantado tu último disco' por el respeto y admiración que le teníamos. El único genio que he conocido en vida». Pablo Fernández, de Los Bracco, destacaba que «Rafa tenía fama de arisco y perro verde, a veces cultivaba un poco esa imagen de personaje divo, pero no era más que un tipo genial a veces tímido, otras osado, que se escondía bajo un caparazón de tipo duro y distante. Pero se dejaba querer y te ganabas su amistad».

«Un artista excepcional, un músico soberbio capaz de encapsular toda la tradición musical y modelarla a su antojo»

Eduardo Ranedo, Crítico musical

El actor Josean Bengoetxea recordaba que «en noviembre me preguntó por teatros en Madrid para presentar 'Niño futuro' y le quise chantajear pidiéndole que me dejara tocar el saxo en algún tema. Ya toqué el bajo esporádicamente en Amor a Traición». Y Carlos Escribano, cantante de Los Ojos de Carmen y M.O.U. repasaba los tiempos en que compartieron piso en la calle Urbieta, y «cómo se reía Rafa, con aquella risa explosiva y sincera». Otro fan confeso, Borja Sémper, apreciaba «su amabilidad, su malditismo que no era tal, su cultura y singular elegancia. Pero me acompañará siempre la casi epifanía musical que sentí cuando Amor a Traición puso la banda sonora de mi vida. Sus letras y su música me descubrieron un mundo para mí desconocido». Juancar, de Discos Bloody Mary, considera que «la ciudad se queda coja. Como me dijo una vez, 'quiero dejar una gran obra', y lo ha conseguido».

También el Zinemaldia, en el que Rafa participó como jurado del premio Irizar en 2014, expresó sus condolencias, y la SGAE lamentó la pérdida de Berrio, «más que un músico, un poeta».

«Nos ayudó a escribir la letra de 'Qué puedo pedir', se ha ido un maestro para nuestra generación, daba carácter a la ciudad»

Pablo Benegas, La Oreja de Van Gogh

Rafael Berrio dejó grabados tres valses criollos que pensaba editar el Dabadaba junto a Rosi Records. Ahora, con todas estas circunstancias, habrá que ver. «De nadie he devorado tantas entrevistas, eran siempre un derroche de inteligencia e ingenio», expresaba Álex López Allende . El bar Bukowski fue el traje hecho a medida de Berrio, y su dueño Josu Urbieta solo podía expresar la enorme tristeza por su pérdida. Nadie olvida, tan apropiada para este momento, la copa, o la botella, de vino que siempre acompañaba a Rafa en sus conciertos, el «vino del olvido» al que cantó en 'Saturno'.

En su último concierto, el pasado octubre en el Principal, Rafael Berrio interpretó la primera canción, 'Niño futuro', con el telón del escenario aún cerrado. Ahora el telón ha caído para él. Pero sigue ahí, detrás.

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