Ana gana la octava edición de 'Masterchef'

«Has ido evolucionando como una hormiguita, poquito a poquito», avanzaba Samantha Vallejo-Nágera. «Es que también se puede llegar al éxito de una forma más pausada, más humilde», añadía Pepe Rodríguez. Jordi Cruz rubricaba: «No puedo criticar nada del trabajo que has hecho». Y todas las lisonjas eran para Ana Iglesias, una madrileña de 24 años. La diseñadora de joyas estudió Derecho, pero nunca perdió de vista que lo suyo eran los fogones. La joven se alzó con el triunfo en una disputada final a tres bandas en la que se las vio con Andy e Iván. Pero la presión no la alteró. Trabajó calmada y con tino, sorprendiendo incluso al chef invitado, el mítico Joan Roca, que elogiaba al probar su última propuesta: «Es un buen postre que culmina un menú inteligente». Antes, el reputado cocinero ya había alabado su segunda apuesta, elaborada a base de pichón. «Es un plato de tres estrellas Michelin», ponderó el experto.

Ana ha sido una concursante que eludía el protagonismo, pero caminaba firme y resuelta enfrentándose a sus contrincantes sin perder nunca la sonrisa. Quizá el bullying que sufrió siendo niña –aspecto que confesó en el programa- la ha hecho aún más fuerte de lo que ella cree. Y esos maltratos infantiles la han convertido en una mujer de claros valores que ha sabido resistir hasta el final a base de tesón y viendo a sus rivales como compañeros en vez de como enemigos. No era esta la estrategia de Andy, el segundo clasificado de la octava edición de 'Masterchef'. El abogado viajó encarnando a un personaje presumido y prepotente que le generó antipatías entre los seguidores del formato. Era un papel y lo demostró al quitarse la careta justo antes de empezar la final. Fue entonces cuando el «sibarita» –así se autodefine- eludió máscaras y deseó suerte a sus adversarios en un gesto aplaudido por la audiencia. Pero luego volvió a lo suyo elaborando un pretencioso menú que tituló 'Veni, vidi, vici'. «Cambia tu discurso», aconsejaron los jueces ensalzando su cocina, pero criticando su mensaje. Y cayó ante la dama, aunque consiguió su propósito de vencer a Iván, el tercero en discordia. «Me ha ganado la partida», decía el gallego asumiendo la derrota, pero feliz de lograr el 'bronce' en una competición tan compleja.

La noche comenzaba con cinco duelistas y dos de ellos, Luna y Alberto, se quedaron por el camino. No les afectó demasiado la pérdida porque el concurso les ha enamorado y al fin lo reconocieron. «La cosa va, avanza», admitía él ante la pregunta de los jueces sobre su posible relación. Ella fue más clara. «¡Que nos queremos mucho!», exclamó propinándole un besazo que ovacionó hasta el apuntador. Ha habido de todo en una edición difícil y distinta por la pandemia que obligó a los participantes a confinarse juntos y al programa a adaptarse a las circunstancias sin rendirse, logrando acabarla como se merecía. Ahora les toca ponerse en delantal a los 'celebrities'.