Si San Telmo fuera el 'Guggen': el museo de cerca, con gafas de lejos
La Agenda Portátil ·
Igual conocen el Prado o el Metropolitan y no el donostiarra. Su colección es tan divertida como una serie de HBOVivimos estos días en Gipuzkoa las peores cifras de contagios y hospitalizaciones pero la vida sigue. Paseamos por la playa y apuramos en los bares los ratos que nos dejan. Hay dos realidades paralelas: tratamos de hacer 'vida normal' mientras no nos toque. La pandemia azota peropara muchos solo los confinamientos municipales y otras restricciones recuerdan que seguimos en estado de alerta. Y a eso iba.
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Es buen momento para redescubrir lo más cercano sin salir de los límites legales. En el caso de San Sebastián, por ejemplo, son días idóneos para visitar el museo de San Telmo, que cumple diez años de su reconversión. Sí, voy a hablar de un museo, pero no se vayan: puede gozarse como una serie de HBO.
Muchos paisanos habrán visitado ya el Guggenheim de Bilbao, el Prado y hasta el Metropolitan de Nueva York y aún no han pisado San Telmo, o solo para alguna exposición temporal, sin recorrer la permanente. Y les aseguro que merece la pena. No puede compararse: aquellos son superproducciones y San Telmo, cine de autor. Pero resultó. Y apunten: los martes la visita es gratis.
Esta semana me acerqué al museo con ojos de forastero, como hago con tantas cosas en este año raro: si ponemos un poco de perspectiva todo lo cercano parece nuevo, las cosas y las personas.
La permanente del San Telmo lleva un nombre algo rimbombante, 'museo de la sociedad vasca', y es verdad que habla de nosotros. No voy a aburrirles con el recorrido entero, pero sí hago un resumen por si les abre el apetito. La visita comienza por la iglesia y un audiovisual, proyectado en sus muros, que cuenta la historia del edificio, que es tanto como contar el pasado de la ciudad. Luego llegan las estelas, y la recuperada espada de Boabdil, y los balleneros, y los viejos vestidos, y la cultura del caserío, y los enseres del gigante de Altzo, y la Belle Epoque y sus ruletas... Resulta fascinante el repaso al nacimiento de la industria en Gipuzkoa, la pionera central telefónica de Donostia, las butacas del Victoria Eugenia y el viejo proyector, y el 'seiscientos'... ¿No es maravilloso un 'seiscientos' en un museo? Me dicen los trabajadores del centro que los padres suelen sorprenderse al ver cómo disfrutan los hijos: es un museo que también puede vivirse como una peli.
A mí me gusta especialmente la parte de pintura y escultura. Sus fondos son estupendos, desde clásicos del XVI o Zuloaga hasta lo más contemporáneo, pasando por todos nuestros grandes nombres del arte vasco. Todas sus obras están un tanto 'apelotonadas', con esa acumulación de tantos museos que 'emborracha'. Pero si se toma con calma es una feliz lección de arte.
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Pues eso. No es como el Guggen, pero San Telmo puede resultar hasta más divertido. Confinados también podemos disfrutar (vayan al cine: los Oscar del lunes se ven en nuestro perímetro). Basta quitarse las gafas de cerca y mirar lo próximo con las gafas de lejos.
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