La Tamborrada como otro 'La La Land'
Agenda portátil ·
A falta de tambores en la calle los vídeos ponen la emoción: así se hicieron / ¿Hay 'centralismo donostiarra'? / Caballero Rebordinos / Aquel concurso de banderillasEl jueves me escribió un querido amigo de la Gipuzkoa profunda (los donostiarras llamamos 'Gipuzkoa profunda' a lo que empieza después de Lasarte). «Ya ... estáis con vuestra fiesta, dando otra vez la murga. Este año no hay tambores en la calle pero llenáis los medios y las redes sociales con las banderas, las gulas o angulas, los vídeos de Sarriegui. Os pensáis que es la fiesta de Gipuzkoa pero es solo la de Donostia«, proclama.
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Es una reflexión que cada año vive su apogeo el 20 de enero. Siempre defiendo que Gipuzkoa es un territorio 'en red' donde la capitalidad de Sebastián se ve compensada con la garra de otros grandes municipios, de Irun a Eibar, de Errenteria a Tolosa, de Beasain y Ordizia a Bergara y Arrasate, por citar solo algunos. En Bizkaia Bilbao es el rey sol en torno al cual gira todo, y en Álava Vitoria se come el protagonismo incluso demográficamente. El 20 de enero el centralismo donostiarra vive su momento, sí: disculpen las molestias el resto de guipuzcoanos.
No hemos tocado el tambor en la calle, al menos de forma organizada, por culpa de la pandemia, así que hemos agudizado el ingenio en forma de vídeos, hasta el punto de que la Tamborrada parecía el Zabaltegi del Festival. Este periódico promovió dos que se han convertido en 'top', con decenas de miles de visionados: el protagonizado por el Orfeón Donostiarra y esa 'Marcha' colectiva que cantan desde Mikel Erentxun hasta Sonakay.
La idea surgida de DV para hacer algo diferente encontró su primer cómplice en el Orfeón. Su director, José Antonio Sainz Alfaro, y sus integrantes, con especial protagonismo de los más jóvenes, idearon esa Marcha cantada y bailada que es como un 'La la land' blanquiazul, grabado en los clásicos parajes de la ciudad y cerrado en el auditorio de Miramon. Iñar Sastre y Iagoba Astiazaran adaptaron la música, Mercedes del Ama creó el guion y Borja Luna e Iñaki Ugartemendia, entre otros, la producción televisiva. Había que ver, me dicen, a Sainz de Alfaro de asesor ante la mesa de edición como si fuera Bob Fosse.
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Mi colega/colega Verónica Melo movió los hilos de esa producción, y también del vídeo con Alex Ubago, Erentxun, Leire Van Gogh, María Berasarte, Maria Amolategi, Sonakay, los Golden, Anne Etchegoyen y Noa Eguiguren. Fue otro reto sacado adelante con la complicidad de Gonzalo Martínez de Lizarduy, de Get In, y Víctor Sánchez a los mandos del sonido de Elkar. El resultado merece la pena. Como el sentido vídeo tamborrero de Morgan Crea y otros que han circulado por las redes, de la Escuela Municipal de Música o de mis amigos de Musika Naiz, con Yamel Romero a la cabeza, reinterpretación fantástica de la partitura donostiarra casi como si se trata de unos dibujos animados.
El año de la pandemia nos deja esa eclosión de vídeos. Mejor quedarnos con eso que con incidentes en la calle que parecen de otra época. Antes se peleaba por la revolución, ahora por otro kalimotxo.
Zorionak, Rebor
Cae bien a todo el mundo, es brillante en su trabajo, combina el rigor con la empatía y despliega buen rollo. José Luis Rebordinos empezó en un cine-club de Errenteria y hoy forma parte del club de los grandes festivales del mundo. Francia le ha declarado caballero de las Artes y las Letras y para celebrarlo hasta se puso la corbata. Zorionak. Qué bien vendrían unos cuantos 'Rebor' en tantos despachos del mundo. Al menos, del mundo cercano.
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Medio siglo del primer concurso de pintxos
Esteban Durán, estudioso de la historia donostiarra, rescataba el otro día un recorte del desaparecido diario Unidad sobre el que se considera primer concurso de pintxos de la historia de Donostia, en enero de 1971. Bueno, entonces se decía 'banderillas', no pintxos, y resulta divertido leerlo sabiendo cómo ha evolucionado el género desde entonces.
Lo organizaba el Centro de Atracción y Turismo, otro referente desaparecido, transmutado en varios organismos municipales, y fueron ganadores dos clásicos que siguen en boga: La Espiga y el Juantxo de la Parte Vieja. «Otros concursantes abusaban de la mahonesa», se quejaba el jurado. Y el cronista recordaba un adagio en parte vigente: «Los cocineros cubren sus errores con mahonesa, los arquitectos con hiedra y los médicos con tierra». ¡Aquellas sí eran plumas afiladas!
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