Bucear en el texto de Joyce, tanto en la parte 'Molly Bloom' como en el todo 'Ulises', es una labor que va más allá de ... lo que comúnmente entendemos como lectura. Cuenta la actriz que da cuerpo y voz a Molly en este montaje que ella surfea por el texto, que se siente incapaz de ir avanzando página a página como si de un texto más o menos habitual se tratara. Y es que con 'Ulises' se puede echar mano de la frase bíblica «muchos son los llamados pero pocos son escogidos».
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La casi total ausencia de signos de puntuación en el monólogo final que protagoniza Molly Bloom, la mezcla de situaciones, pensamientos, realidades y fantasías hacen del texto un laberinto nocturno y sin iluminación. Hay por tanto que valorar el trabajo que Marta Torres y la propia Magüi Mira han realizado para trasladar al público esta historia en la que pasión, deseos, desilusiones y emociones se van enredando con la imaginación rota y fértil a la vez, con la reivindicación y hasta el grito de socorro envuelto en una dignidad demasiado costosa hace cien años, cuando el texto se escribió, y puede que hoy también.
Molly es una mujer joven, Magüi Mira se acerca a los 80 años. Y, sin embargo, la carnalidad, el erotismo, el sexo que grita una y otra vez se sujetan bien a esta actriz que en un tono coloquial, casi de cuento a media voz, nos va 'traduciendo' las palabras del personaje y haciéndolas suyas. No es una función sencilla aunque todo en ella sí está dispuesto buscando una simplicidad que puede resultar engañosa y, quizás también, le reste en algunos momentos algo de intensidad. Pero si nos acogemos al duermevela de esa mujer que sueña y exige y se hace grande desde su feminidad dolorida, entonces la serenidad que le otorga la actriz la podemos disfrutar. Y surfear con ella también nosotros hasta llegar al sí final.
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