«Esta obra es una historia de amor, comprensión y tolerancia»

Igor Yebra (Bilbao, 1974) fue una estrella internacional de la danza que trabajó en escenarios de los cinco continentes. Tras un pequeño papel en 2017, también junto a Poncela, regresa ahora al teatro con 'El beso de la mujer araña', versión de la novela del argentino Manuel Puig. Tras su estreno en Avilés la semana pasada, llegan a San Sebastián con esta historia dramática ambientada en la celda de una cárcel.

– ¿Con qué sensaciones vienen del estreno?

– Muy buenas, el público tuvo una reacción formidable. Es una obra compleja y un texto duro que te hace pensar y reflexionar, pero que al mismo tiempo te hace reír. En una hora y cincuenta minutos pasan muchas cosas aunque seamos solo dos actores. Hay proyecciones que nos llevan al mundo del cine y contamos con un ambiente sonoro que juega un papel importante. Pasan tantas cosas que eso hace que la reacción del público sea tan buena.

– ¿Qué es lo esencial de lo que plantea la función?

– La historia que cuenta. Le hemos quitado parte del contexto social y político de los años setenta en Argentina. Mi personaje es un revolucionario, su pensamiento es el de quien quiere cambiar el mundo. Poncela encarna a un hombre que está encerrado en un cuerpo que no desea, le gustaría ser mujer y eso también es un tema actual. Son dos manipuladores. Cada uno quiere una cosa del otro y pelean por ello. Son dos mundos opuestos que al final de una manera o de otra se acaban juntando. Es una historia de amor, de sentimientos y de comprensión. Para mí esta es sobre todo una obra sobre la tolerancia.

– Desde la publicación de la novela en 1976 la manera de entender la homosexualidad y la transexualidad ha evolucionado mucho.

– Igual que el tema de las mujeres u otras cosas, pero nos queda un gran camino por recorrer. Hay que hablar de estos temas porque un terreno que parece ganado es muy fácil perderlo. Por eso es bueno que siempre le pongamos voz y esté en discusión.

– Ya compartió escenario con Poncela en la obra 'Esto no es La casa de Bernarda Alba'. ¿Cómo es trabajar con alguien al que le persigue la etiqueta de ser un actor difícil?

– Volvemos a lo de siempre. Durante toda mi carrera me he encontrado con personas muy importantes y al final lo esencial es cómo afrontes estas cosas y cómo te sitúas ante esta gente. Yo lo hago desde el respeto, la educación y la admiración. Poncela y yo nunca hemos tenido problemas. Intento aprender de él, todos tenemos nuestros fantasmas y nuestras cosas malas y buenas. Para mí es un orgullo poder participar junto a él y todo este equipo. Eusebio me aconseja continuamente y con buena intención.

– ¿Eso es habitual?

– He conocido a muchos artistas, tanto del ballet como del teatro y la ópera, que no te quieren decir las cosas porque prefieren guardárselas. Eso siempre me ha parecido una equivocación. En este caso solo te puedo decir que todo lo que Poncela me comenta yo lo analizo y le doy las gracias.

– Dice que «la vida es descubrir y retarse a uno mismo en todo momento». ¿Es el principal motivo por el que ahora apuesta por el teatro?

– No es solo una frase, casi es una forma de vida. Mi carrera como bailarín no la llevé como los demás, quedándome en una compañía. Iba de un lado al otro sin firmar un contrato que me diera estabilidad, asumiendo riesgos. No me gusta estar pensando en lo que he hecho. Lo que me causa placer es centrarme en el momento actual y disfrutarlo. Incluso cuando los ensayos se ponen complicados digo, bueno, ¡vamos a encontrarle el disfrute a esta complicación porque seguro que lo tiene! Si no fuera así qué sentido tiene lo que estamos haciendo. No me vale quedarme viendo álbumes de fotos, por muy bonitos que sean. Tenemos una capacidad brutal de aprender. Hay gente joven que ya es vieja y gente mayor que es de una juventud maravillosa porque quiere seguir aprendiendo y viviendo

– ¿Qué me puede contar si le cito al Agente XYQ 384?

– ¡Qué bueno! Ese fue mi primer personaje, en el colegio. Lo primero que hice antes que ballet y antes que nada. Es un recuerdo que se me quedó grabado. Fíjate que al día siguiente de hacer aquella obra estaba con 39 grados de fiebre. Tuve una alteración impresionante y ese personaje es algo que se ha quedado para siempre en mi memoria.

– Pero antes que actor o bailarín, le tiraba el fútbol.

– Iba para futbolista, ¡mira si mi vida ha pegado saltos! Quién se puede ahora sorprender de que esté haciendo teatro, es casi hasta lógico. Me encantaba el fútbol me sigue gustando, y se me daba bien, jugaba de portero en el colegio. Pero cuando empecé a bailar me dijeron que no volviera a darle una patada al balón porque eso es contraproducente y así lo hice, no volví a dar una patada un balón hasta 30 y pico años más tarde, en la ópera de Roma, en un partido entre gente del teatro. Nadie se creía que yo podía jugar.

– ¿Qué es para usted la palabra artista?

– Hay gente que utiliza la palabra artista para creerse especial. Me he encontrado en mi vida con personas, como mi madre o mi abuelo, que para mí eran artistas. Ella pinta que es una maravilla, pero la vida no la ha llevado por ese camino. Pero cuando veo a otra gente que se escuda tras la palabra artista me causa grima. Fuera de esta pequeña aclaración, que no sé si nos lleva a algún lugar, artista para mí tiene que ser una persona que en primer lugar sea abierta, por eso me gusta más la palabra artista que la de actor, bailarín o pintor. Artista es alguien que busca la belleza y que lo hace en lugares donde a veces es difícil verla. Artista es alguien que también busca provocar reflexiones, hacer pensar a la gente a través de caminos diferentes. Para mí es mi vida, es mi pasión y es lo que me hace seguir vivo.