El artista, a la derecha, y sobre estas líneas algunas de sus obras y él mismo trabajando en su estudio. DV

«Mi objetivo para este año es volver a mancharme con pinturas y pinceles»

Después de 17 años en Londres, el artista donostiarra Iker García Barrenetxea ha vuelto a casa para seguir con sus creaciones

Ana Vozmediano

San Sebastián

Lunes, 15 de marzo 2021, 07:32

Es donostiarra, «del Antiguo», estudió Bellas Artes en Bilbao y se fue a Londres para un año. Al final se quedó 17 y llegó a ... montar una galería, The Vyner Studio, en el East London, una zona en la que, pese a su entusiasmo, los precios de los alquileres no paraban de subir.

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Iker García Barrenetxea volvió a casa y el tránsito fue fácil, aunque reconoce que echa de menos la capital inglesa a la que tan bien se adaptó y con la que sigue manteniendo contactos. Personales y artísticos. «Ya tocaba volver. Por mi familia, mis amigos... Soy hijo único, perdí a mi padre cuando tenía 17 años y aunque mi madre es una enamorada de Londres, ahora la tengo más cerca y puedo verla más a menudo y comer con ella con frecuencia».

El tránsito surgió a través del proyecto de la empresa vasca Kendu In Store Solutions, una creación que se desarrollaba en gran parte en Donostia. Ahora, ya en su tierra natal, acaba el retrato digital de gran formato de Rafael Catalá, el exministro de Justicia, que vio algunos de esos retratos y decidió encargarle uno de sí mismo.

El cocinero y amigo de Iker García Barrenetxea, Joseba Añorga, cuelga el suyo en su restaurante de Almería, el hotelero Antonio Catalán lo muestra en un despacho que quienes lo han visto califican como impresionante y la estilista Rosario Lanciego cuenta también con un retrato que ha levantado admiración entre su clientela.

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«Sigo colaborando con la directora de arte Stefanie Schwary y con la empresa alemana Lurse. Me llegan encargos desde Londres, es lógico después de haber vivido 17 años allí». Aunque todo lo digital ha absorbido gran parte de su obra, este artista que siempre ha estado apasionado por la pintura y el dibujo quiere que este 2021 vuelva a mancharle las manos, la ropa de trabajo o la cara. «Mi objetivo es volver a recuperar los pinceles para mi obra artística».

Las chaquetas del chef

Esa pasión que confiesa el donostiarra a sus 41 años no se limita a la pintura ni a la obra digital. Su vinculación con la gastronomía no solo tiene que ver con el estómago o con trabajos esporádicos que ejerció en restaurantes londinenses para poder mantenerse sin pasar demasiado miedo a fin de mes. «Ser artista es vivir una pandemia eterna. La incertidumbre siempre está ahí. Debo reconocer que el 2020, pese a todos los obstáculos, ha sido un buen año para mí».

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Su mejor amigo desde la infancia es Eneko Irizar, que regenta junto a Patricio Fuentes el 'Mimio Bite', situado en el hotel María Cristina con entrada desde la calle Oquendo. Para ellos ha diseñado unos dibujos especiales «y muy divertidos» que llevan en las chaquetillas o los delantales.

«Todo lo que es arte me interesa, desde los retratos al diseño de una tabla de surf o el diseño de prendas especiales como las que he hecho para Eneko. También hice un mural en el barrio de Loiola sobre la inclusión social, una obra de diez metros de alto y siete de ancho en el que colaboró gente que nunca había pintado. Me quedo con la experiencia y con que creo que tuvo muy buena acogida entre los vecinos del barrio, pero al cabo de algún tiempo lo taparon casi en su totalidad. Son cosas que no se entiende por qué pasan y que a veces puedes llegar a pensar que son fruto de la envidia».

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Dentro de su dedicación al arte tiene previsto también dar clases, aunque el proyecto se haya pospuesto debido a la pandemia.

«Sí hice lo que se llama una clase magistral en la casa de cultura de Oquendo. Estaba prevista para la primavera y acabó haciéndose en noviembre. Pensé que no vendría nadie, pero al final nos juntamos 25 personas y no se marchó ninguna, algo que me hizo mucha ilusión. La experiencia me gustó y me quedé con ganas de repetirla».

Iker García Barrenetxea no para. Recibe encargos, pero él siempre está creando. Puede ser en un antiguo gallinero de Igeldo, en una cafetería, en la calle. «No, no soy el típico artista que va a su taller de lunes a viernes... Le dedico mucho tiempo a los proyectos, creo que lo llevo en la sangre. Tengo antecedentes tanto por vía materna como paterna y siempre me ha gustado dibujar y pintar. Y eso hago».

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