Sorozábal según Sorozábal: retrato de un compositor con sombrero
Fue un genio con etiqueta de cascarrabias. Se cumplen 30 años de su muerte y su nieto Pablo, también músico, traza la semblanza de una vida tan literaria como su obra
«En mi vida me han mantenido tres mujeres», solía bromear Pablo Sorozábal: «Una rusa ('Katiuska'), una florista madrileña ('La del manojo de rosas') y una jovencita de un pueblo pesquero ('La tabernera del puerto')». El compositor guipuzcoano (San Sebastián, 1897 - Madrid, 1988) conoció la popularidad con sus zarzuelas, creó una obra sinfónica pendiente de recuperar en los auditorios y piezas populares como su 'Marcha de Deba', esa Deba a la que estuvo tan unido, que reina hoy en las fiestas populares. Pero en sus últimos años, que vivió retirado en su casa madrileña, ironizaba con el hecho de que para los más jóvenes «el nombre de Sorozábal solo les suena por el jugador de baloncesto» de los 80.
El 26 de diciembre se cumplen 30 años de su muerte. Fue uno de los grandes compositores del siglo, pero también acarreó la etiqueta de cascarrabias. «Simplemente decía lo que pensaba, sin hipocresías, y eso no gustaba a todos», responde su nieto, Pablo Sorozábal Gómez. También músico, tiene 57 años y es profesor en un centro madrileño. Pedimos al Sorozábal nieto que nos ayude a trazar la semblanza de su abuelo, en línea con la estupenda biografía que escribió para la web que el archivo musical Eresbil dedica al compositor donostiarra, una herramienta perfecta para conocer la vida y obra de un artista poco común.
En la clase de los 'tirillas'
«Eresbil hizo un gran trabajo que sirve para que las nuevas generaciones sepan más de él», dice el nieto. ¿Está suficientemente valorado hoy el trabajo de Pablo Sorozábal? «Pienso que sí», responde el profesor. «Sus zarzuelas no dejan de estar en cartel y este mismo diciembre Sasibill representa 'Katiuska' en el Victoria Eugenia. Sí da pena que sea más difícil escuchar la obra sinfónica que compuso. Se interpreta mucho a Sorozábal, pero siempre las mismas obras».
Pablo Sorozábal Mariezkurrena nació en el seno de una familia humilde de San Sebastián y de niño aprendió solfeo, por casualidad, en las clases que ofrecía gratis la Sociedad Bascongada de Amigos del País. «Mi abuelo contaba que deambulaba por Donostia con sus hermanos mayores y vio una cola de 'niños bien', o 'tirillas', como él los llamaba, que se iba a matricular en solfeo. Se puso a la cola y así empezó a gestarse un compositor sin ningún lazo familiar previo con la música. El origen humilde de mi abuelo explica que siempre buscara dirigir su obra al pueblo, no a las élites, y renovara el género lírico sin renunciar a un público amplio».
Del Orfeón a Alemania
A las clases de solfeo seguiría el violín que le compró su padre por 23 pesetas y el ingreso en el Orfeón Donostiarra. A la muerte de Secundino Esnaola, director de la coral, Sorozábal le sucedió en el puesto durante un breve periodo. Luego fue violinista de la Orquesta del Gran Casino en San Sebastián y de la Orquesta Filarmónica en Madrid, y escribe «su primera composición de envergadura, su 'Cuarteto de Cuerda en Fa'», explica el nieto.
«He vivido de tres mujeres: Katiuska, La del manojo de rosas y La tabernera», bromeaba
El propio Sorozábal contó su vida en unas memorias. Ahí recordaba una anécdota que, según el Sorozábal de hoy, contaba en familia. «Se sintió muy conmovido por la muerte de su paisano Usandizaga. Al paso del cortejo fúnebre interpretó lleno de emoción, 'con el arco temblando como un pajarillo', un fragmento en homenaje a su amigo».
El compositor fue a estudiar en Alemania en 1920, becado por el Ayuntamiento de San Sebastián, y pasó diez años, entre Leipzig y Berlín, «en una época especialmente turbulenta, pero con una atmósfera de jazz y cabaret que le influyó». Ahí compondría obra sinfónica y se inició en la dirección de orquesta.
«En 1931 las circunstancias vitales le llevaron al teatro lírico: le propusieron escribir la música para un libreto de González del Castillo y Martí Alonso, la opereta 'Katiuska'. Sorozábal descubrió una música que nunca dejaría de amar, con una especial intuición para conectar con el espectador», dice el nieto. 'Katiuska', estrenada en 1931 en Barcelona, fue la primera de una lista de veintidós obras líricas que culminaría en 1964 con su ópera 'Juan José'.
En el elenco de su primera zarzuela el autor conoció a la actriz y tiple cómica catalana Enriqueta Serrano, con la que contrajo matrimonio en 1933. Sorozábal se mostraba distante de lo que llamó en sus memorias la 'zarzuela de alpargata' y quería mostrar, en aquella España republicana, una nueva zarzuela más moderna y sin tópicos. 'Adiós a la bohemia', con libreto de su venerado Pío Baroja, es un ejemplo. Aunque Enriqueta, su mujer, llamaba a esa obra 'Adiós a la taquilla': cada vez que la representaba perdía dinero.
En 1934 llegaría 'La del manojo de rosas', considerada «una de las más grandes zarzuelas de todos los tiempos». La obra la dedicó a su hijo Pablo Sorozábal Serrano, también músico, escritor, traductor y fotógrafo y a su vez padre de este Pablo Sorozábal de hoy que sirve de hilo conductor de esta semblanza. En julio de 1936, pocos meses después del estreno en Barcelona de 'La tabernera del puerto', otra de sus joyas, estalló la Guerra Civil. «En abril de ese año mi abuelo había sido nombrado director de la Orquesta Sinfónica de Madrid y de la Banda Municipal de Madrid. Fue siempre defensor de la causa republicana, rechazó el exilio y con la banda dio muchos conciertos por a España republicana con el fin de recaudar fondos para la asediada capital».
Retirada de primera línea
«Siempre contaba que al finalizar la guerra esperaba que un día llamarían a su puerta y, como tantos otros, desaparecería para siempre», dice Pablo Sorozábal Gómez. «No fue así, pero gran parte del Sorozábal alegre y positivo murió en 1939».
«Al final le hacía gracia que para los jóvenes 'Sorozábal' fuese un jugador de baloncesto»
Llegarían después 'Black el payaso' y su trabajo al frente de la Orquesta Filarmónica de Madrid, delque dimitiría por problemas con la censura. «Sorozábal se va retirando de la primera línea, acompañado por la certeza de sentirse perseguido, así como por una gran amargura que creció con la muerte de su mujer en 1958». Aún compondría mucho más. «Conviví siempre con mi abuelo, hasta su fallecimiento, y sí es cierto que durante su vejez expresaba una creciente amargura vital, pero en familia no era el cascarrabias que han pintado», concluye el nieto.
Hay muchos Sorozábal más, como el que pasó tanto tiempo en su amada Deba. Sigue siendo un enigma bajo ese sombrero que lució en La Concha en la foto que rescatamos hoy del archivo familiar.
La amargura de la derrota y el guiño que le prepara Donostia
Pablo Sorozábal consideraba la ópera 'Juan José' su gran obra. Se preparó su estreno en 1978 «pero no pudo celebrarse, con gran escándalo, por las condiciones del montaje. Eso sumió a mi abuelo en una mayor tristeza y sentimiento de derrota. Los últimos diez años de su vida, aunque con una salud aceptable, los pasó encerrado en casa con su familia, exceptuando la asistencia a contados homenajes, algún concierto y el aperitivo matutino con su grupo de amigos en un bar de la Glorieta de Bilbao en Madrid».
Esa obra maldita se estrenó al fin en 2015, y antes fue interpretada y grabada en concierto por iniciativa de Musikene en 2009. Ahora Donostia, de la mano de Sasibill, recordará otra vez al maestro con la representación de 'Katiuska' en el Victoria Eugenia los días 28 y 29 de diciembre, en el aniversario de su muerte.