Joan Manuel Serrat dice adiós «verso a verso» al público de Donostia
El cantautor catalán se despide de los escenarios en una última gira que pasa por el Kursaal con dos conciertos, hoy y mañana, ya agotados
Nació y se crió mirando al mar, ese que bañaba el barrio de Poble-Sec y que tan presente ha estado en sus canciones. Era ... el Mediterráneo que dio título a la banda sonora de tres generaciones que ahora se sientan a escucharle cantaren directo por última vez. Joan Manuel Serrat Teresa (Barcelona, 27 de diciembre de 1943) se despide de los escenarios, aunque no de la música. Ya lo proclamó hace un mes ante el público de la Maestranza, «yo no me jubilo, simplemente me desplazo» hacia esa intimidad del hogar desde donde no dejará de escribir. Sin embargo este sábado (Kursaal, 20.30 horas) será otro mar, el bravo Cantábrico, el que mirará a Joan Manuel por penúltima vez tras casi seis décadas inspirando los versos del pionero de la Nova Cançó catalana. Mañana Serrat volverá al auditorio de Moneo para una segunda y última cita donostiarra de su gira 'El vicio de cantar (1965-2022)' —70 conciertos— que también ha agotado la taquilla.
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A pocos meses de soplar 79 velas, 'el noi del Poble-Sec' lleva desde el pasado mes de abril diciendo adiós a su público. Lo hizo primero en el Beacon Center de Nueva York ante 3.000 seguidores y lo hará por última vez en su hogar, Barcelona, pocos días antes de su cumpleaños y en tres noches casi consecutivas. «Cada día que hago uno de estos conciertos, pierdo un concierto, no lo gano. Y eso es un sentimiento muy extraño, de victoria y de pérdida», decía en una entrevista reciente en la radio. Tras su doblete en San Sebastián, Serrat se embarcará en un postrero viaje ultramarino que no dejará rincón de México a Argentina sin un hasta siempre.
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Auditorio Kursaal.
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Sábado y domingo , a las 20:30 horas.
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Agotadas.
Orgullo y fortuna
No obstante, cuando mira atrás no lo hace con melancolía. «No solo orgulloso, también me siento un hombre afortunado», contestaba. Y en ese cóctel de emociones, aún no queda resquicio para replantear una decisión de la que su amigo y compañero Víctor Manuel (que subirá con él a la palestra en algunas de sus citas), ya tuvo a bien advertir que «se arrepentirá». Quizá con más anhelo que esperanza.
Tras sus dos citas en Donostia, continuará por Latinoamérica en un tour que completará 70 fechas
«Estamos ante un gigante de la música, nuestro Dylan, nuestro gran poeta», así le ha definido Bunbury. «Todos los que nos dedicamos a la música, de los años 60 para aquí, estamos influidos por Serrat, queramos o no». 'El Dylan español', apodo que compartió con uno de los 'Dos pájaros de un tiro', aquella mitad de 'La orquesta del Titanic', el 'cuate' para un 'símbolo'. Serrat y Sabina, y viceversa. Un dúo eterno que creció y envejeció de la mano, que unió en puente aéreo Barcelona y Madrid, y que el de Úbeda (cinco años más joven) tendrá que honrar a solas. Pero por qué no imaginar que después de irse vuelvan juntos para decir: «Hola y adiós».
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«Maravillosamente joven»
Una historia que se remonta a 1965, cuando un joven perito agrícola se prestó a cantar con su guitarra algunas canciones en el programa de Salvador Escamilla en Radio Barcelona. «Entonces era joven, muy joven, maravillosamente joven», admitía al periodista Fernando Navarro en alguna de las 48 horas que compartieron con motivo del 50 aniversario de su álbum emblema. 'Ese loco bajito' pronto se vio en la cúspide, con España y parte de Latinoamérica rendida a su voz y, cuando el vértigo fue mayor, se refugió en su mar de la Costa Brava. Se alejó de la vida noctámbula y gamberra que relató en 'Vagabundear' para contemplar un «barquito de papel, sin nombre, sin patrón y sin bandera».
Bajará de los escenarios, pero seguirá componiendo y no descarta publicar algún nuevo disco
Era el año 1971. 'El Lute' acababa de escaparse de la cárcel por segunda vez, Karina había quedado segunda en Eurovisión y un joven de 28 años acababa de llevar a las tiendas el disco que iba a marcar no sólo una época. 'Mediterráneo' vistió los pueblos blancos, las playas y los barrancos de Calella de Palafrugell con arreglos orquestales plagados de cuerdas y vientos. La canción de autor se ponía el traje de los domingos y los paisajes sonoros de Serrat sentaron cátedra.
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Antes había cantado la 'chanson' francesa de Brassens y Brel, puesto música a los 'Cantares' de Antonio Machado, a Miguel Hernández y se fue exiliado un año a México. Hoy, condecorado con la Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio y el Grammy Latino 'Persona del Año' en 2014, entre tantos otros reconocimientos, se queda con «aquellas pequeñas cosas», que cantaba él y versionaba Mercedes Sosa, que «hacen que lloremos cuando nadie nos ve». Lágrimas de despedida, de un «tren que vendió boleto de ida y vuelta», para decir adiós «golpe a golpe, verso a verso».
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