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Pocos sabrán ahora la relación entre un bolígrafo –siempre Bic– y un 'cassette' –tal y como se refieren a las cintas los nostálgicos, pese a que la RAE recomiende la versión en castellano de 'casete'– , porque ya no hay necesidad de rebobinar: ahora, con tan solo un clic, el tema en Spotify vuelve a sonar. Con las plataformas de música en streaming se acabaron aquellos viajes en los que elegir una cinta era «deporte de riesgo» y la parada en la gasolinera, obligada, en las que sus expositores acogían a un amplísimo catálogo en el que, perfectamente, convivían los chistes de Arévalo con los éxitos de Los Chunguitos, los singles veraniegos de Georgie Dann o los recopilatorios de El Consorcio.
Sin embargo, lo que hasta ahora parecía un ejercicio de nostalgia a la música de los noventa, cuando el casete empezó a convivir con el vinilo, tras dar paso al CD, hasta que todos han sido 'destronados' por la llegada de Internet primero, y de las plataformas después, resulta que vuelve a ser tendencia. Porque, lo que parecía haber relegado a la historia de la música vuelve a revivir. Cantidad de artistas 'pop', pero también los llamados emergentes, noveles e independientes, apuestan cada vez más por editar sus nuevos trabajos discográficos en casete, formato que en los establecimientos de música ocupan un escaso espacio –en las grandes superficies ni siquiera figuran–. «¿Me lo dices en serio? Me sorprende, la verdad», comenta atónito Luis Beltza, el dueño de la emblemática Beltza Records, en Donostia, cuando escucha que el casete vuelve a figurar en las novedades de los catálogos musicales. Artistas como Dani Martín en su último álbum, 'El último día de nuestras vidas' ha incluído el formato que suma a los lanzamientos de su proyecto en CD y LP. También Raphael en la gran edición de su homenaje a la canción francesa, 'Ayer... aún'. Se suman jóvenes intérpretes como Edurne –'Éxtasis'– o Sen Senra –'PO2054AZ'– que han apostado por lanzar también en casete sus respectivos trabajos.
Aunque no solo se trata de novedades. El disco navideño de Mariah Carey, 'Merry Christmas' o el mítico 'Rock and Ríos' de Miguel Ríos continúan disponibles en los grandes almacenes. «Creo que este 'resurgir' se debe, más que nada, a una vuelta a los ochenta-noventa, porque ni la calidad del sonido ni el formato en cuestión están por encima del CD o del LP», relata el vendedor que eleva al vinilo al pódium de los formatos musicales. «Creo que todos están en crisis, porque el streaming ha arrasado la venta de música, y ha afectado a todos los formatos», explica Beltza, «y en particular el casete, que es un formato ya minoritario», cuenta mientras muestra el estante que aún perdura en su establecimiento: «Todos son de segunda mano», detalla con cintas de tangos, boleros o recopilatorios de los éxitos de Carlos Cano o las piezas dirigidas por el director de orquesta francés Paul Mauriat, entre los cientos de vinilos que colman el local dedicado a la música, «porque entre todos los formatos, el vinilo sigue siendo el soporte que más 'tirón' tiene, eso es así», destaca el entendido en música.
Teniendo en cuenta que la industria musical vive «un momento complicado» por la crisis de formatos que «está siendo muy complicada de solventar en este momento» , arriesgar se está convirtiendo en todo un lujo. Para ir más allá del CD, «que ya es todo un privilegio, es cierto que sacar un vinilo es casi imposible, porque son caros de producir. En cambio, para los amantes de lo analógico y seguir resultando diferentes, muchos optan por lanzar sus respectivos álbumes en casete, que son igual de diferenciadores, pero mucho más baratos», opina el dueño de la tienda de referencia musical en la capital guipuzcoana sobre el auge del clásico soporte. «En cuanto a Dani Martín y Raphael, obviamente, hablamos de ejemplos de artistas que tienen una compañía discográfica muy potente detrás, pero la realidad es que la inmensa mayoría de las cintas que salen nuevas son de intérpretes desconocidos, de bandas 'underground' o cantantes emergentes con ganas de hacerse un hueco en el panorama musical», dice Beltza, quien considera que el casete «es más un formato para nostálgicos que algo más estratégico para diferenciarse en el mercado musical».
No obstante, «todo formato físico o digital tiene su sitio en este momento: son diferentes formas de escuchar música», añade sobre la diversidad de soportes existentes que facilitan la escucha de canciones y álbumes actualmente, ya que tanto el físico como las plataformas en streaming siguen siendo 'punteras' en cuanto a escuchas.
No obstante, «cintas hay muchas. Siempre que me pongo a comprar productos nuevos o a renovar stock, lo que más hay son casetes», explica, «fue el formato estelar de varias décadas», matiza el dueño de Beltza Records. Uno de los grupos más 'punteros' de los ochenta y los noventa, fue Camela, que todavía hoy continúa 'rebobinando' –así titularon al álbum con el que celebraron su 25º aniversario– sus éxitos. Un trabajo con el que consiguieron alzarse al número 1 de ventas discográficas y que, por supuesto, en homenaje a sus comienzos, también editaron en cinta. «Cada semana vendíamos 4.000 o 5.000 casetes», explicaban Ángeles y Dioni en una entrevista en televisión.
Y es que las cintas de audio compactas eran un formato para grabar y escuchar música. Obtuvo una gran popularidad, décadas antes de que llegara el CD y se impusiera como nuevo formato, con la ventaja con respecto a los vinilos, de que la nueva forma de escuchar música era más pequeño y portátil. En cuanto a las desventajas: una peor calidad sonora y el complicado mantenimiento, pues la cinta magnética se iba desgastando y podía quedarse enganchada en los reproductores de música, dañando en ocasiones la cinta, dejándola prácticamente inservible.
El avance de la tecnología a mediados de los 90 hizo que el Compact Disc (CD) fuera ganando terreno hasta llegar a dominar la totalidad del mercado musical, mejorando tanto el mantenimiento como la calidad del audio. «Sacar un casete es un lanzamiento estético, creo, con el que hay una clarísima intención de retrotraer al oyente a esas décadas donde la música en físico tenía una mayor impronta», cuenta Beltza sobre la «época dorada» en la que la música se tocaba además de escucharse.
Consciente de que «el público continúa escuchando música de forma asidua en las plataformas», MAYO -Álvaro Mayo- (Sevilla, 2002) decidió apostar para que su 'Season I', un miniálbum en el que el artista plasma sus temores, ansias y andanzas sin tapujos y con una exquisita delicadeza, se editase en todos los formatos. «Todas las ediciones en formato físico se usan como 'merchandising' y apostar por ellas significa cuidar el producto en físico», opina el sevillano. «Fue la discográfica la que me propuso ir con el vinilo, pese a que hacerlo ralentizaba mucho el proceso, pero fue cosa mía lo de incluir el casete. Al fin y al cabo, es un formato más y todos los referentes internacionales que yo sigo (Ariana Grande, Kim Petras, Billie Eilish...) suelen editar cintas también». Una edición limitada «ya difícil de conseguir» que «se agotó a las horas», según revela el intérprete, «orgulloso» de que su primer trabajo en solitario repose al lado de grandes casetes de los 90-00s: «Britney, Christina Aguilera, Spice Girls... y al lado, MAYO. 'Iconic'». Además, destaca el cantante que «la foto principal, vertical, funciona mejor en la cinta». Sobre sus colegas opina que «los de Amaia y Lola índigo me parecen divertidos. Cada vez más artistas se animan con este formato».
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