Mikel Erentxun | Músico

«'Septiembre' es el mejor disco, pero resulta frustrante haber grabado 27 y que la gente solo pida 'Cien gaviotas'»

- ¿Por qué 'Septiembre'? Y no me diga que era por hacerlo coincidir con su lanzamiento.

- No, no, de hecho, el título vino antes de saber la fecha. Pero luego quedó hasta gracioso.

- Es un mes vértice. Para algunos es el verdadero comienzo de año y para otros la depresión posvacacional. Un mes optimista o pesimista, según se mire…

- Septiembre siempre ha sido mi mes favorito. Encima el otro día me contaron que Rafa Berrio decía que «septiembre es un mes como dios manda». Me encanta esa frase. Es un mes en el que dejas el verano, que no me gusta nada, empieza el otoño, se acerca el invierno. Es un mes de cambios, de mareas vivas, de contrastes, calor, tormentas... Y creo que define muy bien el estado de ánimo de este disco, por eso le da título.

- ¿Y en qué momento vital las ha escrito?

- Hay de todo. Algunas reflejan el centro del confinamiento como en 'Los años que no vivimos' que ve la vida de forma más apagada; pero hay otras muy optimistas que nacieron en plena gira como 'Tú y yo'. Se mueve muy bien entre mis dos perfiles: el melancólico, gris, taciturno, lluvioso y vasco -como me definen en casa-; y el luminoso, con destellos de rock y optimista.

- ¿El componer por primera vez con el piano ha influido en ese tono más otoñal?

- Mira, a toro pasado y entre comillas, la pandemia tuvo muchas cosas buenas. Una de ellas fue el convivir con mi familia durante meses y que fue muy bonito: ver cómo nos reuníamos todos por la noche a ver la tele en el sofá era algo que no había vivido nunca. Por otro lado, el tiempo libre me permitió leer muchos libros y ver muchas películas, entre ellas la de Elton John, lo que me llevó a comprar un piano y a escribir canciones con él. Esa es la principal novedad musical de este disco. Toco muy mal el piano, por lo que casi solo sé tocar baladas (ríe).

- Le limita pero le reta.

- Efectivamente, pero eso me hace ir a sitios donde nunca había estado. Es todo un reto y va a serlo más ahora que quiero tocar el piano en directo. Ese sí que va a ser un reto mayúsculo. Llevo casi 40 años subido al escenario con una guitarra y ahora me apetece hacer, al menos la mitad del repertorio, sentado. Un poco como Calamaro, aunque él toca el piano de pie. Hay que hacer cosas nuevas.

- Y para ello se ha rodeado de la frescura joven de Víctor Cabezuelo (Rufus T. Firefly) y Daniel Ruiz (Reme) en la producción.

- Claro, porque oxigenar mi vida me parece fundamental para no hacer el mismo disco siempre. Desde que cerré una etapa con las 'Tres noches en el Victoria Eugenia' creo que nunca me he repetido. Pero en 'Septiembre' es el primero en el que trabajo con esta nueva hornada de genios, en la que también están Julia Martín-Maestro en la batería, Sam Barltrop al bajo, Víctor Sánchez como ingeniero de sonido y Jordi Mora en la mezcla.

- ¿Mira al futuro pero luego busca el sonido analógico y setentero?

- Es verdad que paralelamente a mi mentalidad de no repetir esquemas, en lo musical siempre voy a contracorriente. Cada vez me gusta más el sonido analógico, del que ya hago bandera, y los 'setentas' con los que me meto de lleno en este disco sobre todo en el concepto de grabación. Pero no tratamos de hacer una caricatura del sonido de entonces. También me hace ilusión haberlo grabado íntegramente en Elkar, un estudio mítico de Donostia.

- ¿Qué referencias buscaba?

- Están muy claras. Está Elton John, obviamente. Están los Beatles. Y los Beatles después de los Beatles, es decir, Lennon, Harrison y McCartney... Hay muchos guiños a gente a la que admiro. Pero con 'Septiembre' cierro, por lo menos momentáneamente, las puertas al sonido americana que me ha acompañado durante toda la última gira, y vuelvo otra vez a Inglaterra, al pop británico.

- Imagino que cuando uno tiene ganas de estrenar canciones nuevas puede resultar frustrante que el público le pida las de hace 30 años, ¿no?

- Que es lo que va a pasar. Es algo que llevaba muy mal, pero muy mal, hasta una charla con Bunbury de esas tan pedagógicas y convincentes. Me dijo «no tío, ese es tu tesoro, tienes que estar orgulloso y no puedes renunciar a eso. No todo el mundo puede presumir de esa mochila llena de éxitos que atraviesa varias generaciones». Sin abusar de ellas, hay que darles esas pildoritas a los fans. En la gira de 'Septiembre' habrá un par de canciones de Duncan Dhu y evidentemente tocaré 'Mañana' y 'Cartas de amor' y 'A un minuto de ti', pero las llevaré al sonido de 'Septiembre' que es lo guay.

- Siempre se dice que el último es el mejor...

- Yo creo que es el mejor disco (ríe), pero luego con el tiempo los discos van ocupando otros lugares. Es que imagínate qué horror sería sacar un álbum siendo consciente de que es peor que el anterior. Para mí es fundamental que cuando grabo un disco esté convencido de que es lo mejor que he hecho nunca, aunque evidentemente no siempre sea así. Pero sí, puede resultar frustrante haber grabado 27 discos y que la gente solo quiera escuchar 'Cien gaviotas', aunque si te pones del lado del oyente lo entiendes.

- ¿En qué momento se reconcilió con esa 'mochila'?

- Sobre todo con la aventura de 'Amigos de guardia', que ha sido maravillosa. Me ha reconciliado con mi pasado, con mi voz -que he odiado durante décadas-, con canciones que he odiado muchísimo como 'Una calle de París', a la que por fin hemos encontrado una versión que nos gusta a Diego (Vasallo) y a mí. Siento que con 'Amigos de guardia' he cerrado una etapa de casi 40 años con una sonrisa gigantesca y, además, el reconocimiento del público y de la industria con un premio Ondas.

- Desde las canciones de 'El último vuelo del hombre bala' han pasado cuatro años que han parecido diez. ¿En qué ha cambiado Erentxun?

- Desde que escribo las letras, los discos son un reflejo muy fiel de cómo ha sido mi vida. Cuando escucho 'El hombre sin sombra', ostras, me acuerdo de la crisis sentimental que atravesé. Escucho 'Corazones' y me acuerdo de mi infarto... Y cuando escuche 'Septiembre' dentro de unos años me acordaré de la pandemia y la pospandemia y todos sus contrastes. Mi gran 'pero' es que este disco no haya sido triple, aunque en esta época habría sido un suicidio y eso que había canciones para ello. El doble ya me ha costado convencer a mucha gente.