«¡Cuánta gente baila borracha cantando letras deprimentes!»

- ¿Quién se oculta tras Rüdiger?

- Rüdiger es mi segundo nombre. En mi carné de identidad soy Felix Rüdiger Buff, así que no se oculta nadie. ¡Soy yo! (Risas)

- ¿Por qué ha decidido escribir ahora sus propias canciones?

- Empecé hace tres años por puro placer y necesidad. Pasar encerrado seis meses en casa durante el primer confinamiento me ayudó a centrarme en estas canciones y pensar que podría presentarlas en solitario.

- Es una propuesta mucho más pop que su principal proyecto, Willis Drummond, más vinculado al rock enérgico…

- Es verdad que vamos a otro sitio con estos temas: están cantados en ingles, son de género pop, hay muchas melodías, instrumentos y un tipo de producción diferente a Willis Drummond. No compongo con ningún guión o banda en la cabeza: una canción puede ser rockera, tener cuerdas, piano, escobillas o clavecín. Me gusta explorar un mundo distinto en cada canción.

- ¿Qué referencias ha manejado para este disco que abunda en el folk evocador y la psicodelia relajada?

- Ante todo, soy un amante de la música, que es la cosa más grande de la vida. En mi disco hay influencias de Neil Young, The Beatles, The Drones, Beck, Bill Callahan, Kevin Morby, Wilco , Jonathan Wilson, Low, Radiohead, James Holden…

- Aunque en el álbum han participado grupos y artistas con los que colabora (Joseba Irazoki, Botibol, Dual Split…), prácticamente ha tocado usted todos los instrumentos. ¿Se echa en falta el calor de la banda y tomar las decisiones en grupo?

- He funcionado bien en solitario. He aprendido mucho de arreglos y en las maquetas he tocado yo todos los instrumentos que luego hemos retocado con mi hermano y amigos músicos. Tal vez cuando me sienta más confiado abriré la puertas a otros músicos para componer y arreglar, pero de momento, estoy yo solo en mi garaje como el doctor Frankenstein, intentando dar vida a mi criatura. (Risas)

- Como batería no tiene rival, ¿y como guitarrista?

- Como guitarrista cualquier adolescente de 13 años tocando en su cuarto puede ser un rival para mí. Empecé a ensayar todos los días hace ocho meses. Antes tocaba para componer, pero no podía hacer una toma de guitarra entera ni para mis maquetas. Mi técnica es muy rudimentaria, pero está guay tener esa frescura y pensar que has descubierto algo por ti mismo aunque sea totalmente falso. (Risas) La ilusión lo es todo.

- ¿Y a cantar? Lo hace francamente bien, pero creo que tampoco tenía experiencia…

- Muchas de las tomas de voz del disco recogen las primeras veces que he cantado una canción entera en mi vida. (Risas) Tengo mucho que aprender, me gusta aprender. Mi hermano Johannes me ayudó muchísimo al cantar. Ha trabajado como productor con algunos de mis héroes (Thurston Moore, Lee Ranaldo, The Drones…) y me fío al 200% de su criterio. Hay que ir en el estudio sin ego, así te quitas el miedo y no juzgas a la persona que eres. Mi hermano me permitió esto. Tiene el don de sacar lo mejor de ti en un estudio y te hace creer que lo que haces es importante.

- Pasará usted del fondo del escenario, su lugar cuando toca la batería, al frente. ¿No tiene miedo escénico?

- No sabía cómo iba a reaccionar al pasar a ser capitán del barco, pero en mi primer concierto de Oñati lo pasé genial. En este inicio de gira tocaré acompañado de Joseba Irazoki y eso me da mucha tranquilidad porque tiene recursos para ayudarme en cualquier situación.

- En las letras, que son suyas, critica el turismo de masas ('Tonight'), habla de un mundo abocado al desastre ('Did You Ask for this') o la desaparición, como sugiere el título del disco… ¿No hay lugar para la esperanza?

- Las letras pueden ser apocalípticas y pintarlo todo de negro, pero una canción no es un ensayo estrictamente literario. Quizá mi lado más positivo y la esperanza se cuelan en la música: unos acordes o arreglos pueden cambiar el significado de una palabra, darle matices diferentes y trasladarte a un estado de ánimo paradójico entre la letra y la música. ¡Cuanta gente ha bailado borracha cantando letras increíblemente deprimentes! Si observas la cultura pop, ¡las letras son de bajón total! Me siento bastante identificado con el personaje de Nick Hornby en 'Alta fidelidad': «¿Escucho música pop porque estoy deprimido o estoy deprimido porque escucho música pop?»

- También menciona el deseo de iniciar una nueva vida ('Again') o la necesidad de volver a lo básico ('Free'). ¿Es así como se siente residiendo en Bera?

- 'Again' no va exactamente de iniciar una nueva vida, sino que está impulsada por la experiencia propia y de amigos que han cambiado mucho de lugar. Les he visto pasar dificultades en algunos momentos y entiendo perfectamente la sensación de partir de cero en un sitio nuevo con un nuevo idioma, otras amistades, gente de carácter y costumbres diferentes... También puede ser una situación genial y descubres a mucha gente, como me ha pasado en Bera: vine a vivir hace 7 años y no me pienso mover. Respecto a 'Free', es una invitación al «déjalo ir», como en 'You're Making Everything (Feel Like a Fail)'. Al final, son letras más optimistas de lo que se puede pensar al inicio. El mensaje es: «Déjalo fluir y veras que todo fluye». Hay una relación entre estas letras y el carácter dulce y psicodélico de las canciones.