La eterna satisfacción
Así nació '(I Can't Get No) Satisfaction' de los Rolling Stones, la canción que convirtió la insatisfacción en bandera generacional
¿Y si una guitarra pudiera cambiar el rumbo de una época? Hace 60 años, una canción de tres minutos y medio irrumpió en las radios como un puñetazo disfrazado de ritmo.
'(I Can't Get No) Satisfaction' de los Rolling Stones se lanzó como sencillo el 6 de junio de 1965 y fue parte de su cuarto álbum de estudio 'Out of Our Heads', que llegó un mes más tarde.
De estructura simple y un compás común —cuatro por cuatro—, demostró que una canción pegadiza podía, al mismo tiempo, ser una declaración de principios.
Fue el primer número uno de la banda británica en Estados Unidos, pero antes de convertirse en un himno generacional, todo comenzó con una idea mínima, casi accidental, nacida en plena madrugada. Detrás de cada gran canción hay un instante irrepetible; en este caso, fue una noche cualquiera la que encendió el comienzo de algo que ni siquiera sus propios autores podían anticipar.
Su historia no podría ser más insólita. Cuenta la leyenda que Keith Richards, guitarrista de la banda, creó la canción en un estado intermedio entre el sueño y la vigilia, en medio de un semiconsciente momento de inspiración. En ese momento difuso, tomó un reproductor de casetes Philips y alcanzó su guitarra instintivamente grabando la secuencia de acordes antes de volver a caer dormido sin ser plenamente consciente de lo que había capturado. Al escucharlo al despertar, se encontró con dos minutos de guitarra acústica, seguidos por el ruido de la púa cayendo y sus ronquidos durante casi cuarenta minutos. Esta anécdota marcaría para siempre la narrativa en torno a la canción.
La historia sobre el lugar exacto donde ocurrió este episodio ha generado distintas versiones: algunos mencionan una habitación del Fort Harrison Hotel en Clearwater, Florida; otros, una casa en Chelsea o el London Hilton. Sin embargo, en su autobiografía, Richards aclara que todo sucedió en su apartamento de Carlton Hill, en St. John's Wood. Por su parte, Mick Jagger escribió la letra junto a la piscina en Clearwater.
La canción fue grabada por primera vez el 10 de mayo en los estudios Chess de Chicago, originalmente solo en mono, escasos días después de que Mick Jagger escribiera la letra, y la regrabaron dos días después en los estudios RCA de Hollywood, en California.
En aquel momento, la banda navegaba entre distintas influencias, alternando entre baladas melancólicas y un blues más electrificado. Estaban en plena búsqueda de su identidad musical, un camino que esta pieza emblemática acabaría por definir con claridad. La 'eterna' satisfacción les impulsó de forma definitiva hacia un rock más crudo, directo y contundente.
A veces, el éxito depende de escoger bien en el momento justo. Keith Richards estuvo a punto de reemplazar su guitarra por una sección de vientos, pero eligió seguir su intuición. Así nació uno de los riffs más icónicos del rock, creado con una Gibson Maestro Fuzz-Tone, en una de las primeras apariciones del efecto de distorsión en una canción popular. Aquella elección no solo marcó un hito en la historia de la música, sino que ayudó a definir el sonido de este género tal y como lo conocemos actualmente.
Este tema marcó una nueva forma de tensar la cuerda entre la música y la realidad. En la voz de Mick Jagger, el riff da paso a la frase «I Can't Get No, Satisfaction» (No puedo conseguir satisfacción) y a toda una canción que refleja una profunda insatisfacción ante un mundo dominado por la imagen, el consumo y la represión, con un tono que oscila entre el comentario cínico y la protesta contenida, para luego estallar en un grito que se sitúa a medio camino entre el canto y la exclamación.
La letra escupía frustración, alienación y rebeldía en un momento histórico de efervescencia cultural durante los años sesenta, cuando la juventud comenzaba a cuestionar las normas establecidas y a mostrar su desencanto frente al conformismo imperante. Surgían movimientos por los derechos civiles, el feminismo cobraba fuerza y el rechazo a guerras como la de Vietnam alzaba su voz con creciente intensidad.
Su impacto, musical y cultural, fue rápido y contundente. Significó el inicio de lo que muchos interpretan como el 'fin' de la ingenuidad en el pop, transformando la música de un mero entretenimiento en una herramienta de crítica social y rebeldía, entre la estética y política.
Mientras los Beatles aún cultivaban una imagen pulcra, los Stones apostaban por incomodar. Su música era más áspera, su actitud más desinhibida. 'Satisfaction' no fue solo su primer gran éxito en Estados Unidos, también un grito de rebeldía o protesta envuelta en ritmo irresistible.
Seis décadas después, el mundo ha cambiado de forma, pero no de fondo; la insatisfacción y el impulso que mueve a cuestionarlo todo sigue en el aire. Quizás por eso, cada vez que suena ese riff, no escuchamos solo a los Rolling Stones. Escuchamos a todos los que, de una forma u otra, todavía no pueden encontrar satisfacción.
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