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La EGO cumple 25 años con un regalo y dos hitos
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La Joven Orquesta de Euskal Herria celebra un cuarto de siglo con una cita especial en la Quincena: será la primera vez que dos orquestas jóvenes toquen juntasCARLOS R. VIDONDO
Sábado, 30 de julio 2022, 09:09
Desde el año 1997 hasta el día de hoy, alrededor de 1.850 jóvenes músicos han pasado por los atriles de la Euskal Herriko Gazte Orkestra (EGO). Una formación que nació hace un cuarto de siglo como herramienta formativa para las nuevas promesas vascas de la música sinfónica y que, en la actualidad, se ha convertido en un importante trampolín al exigente mundo profesional orquestal.
Este 2022 está de celebración y, junto a la Joven Orquesta de Canarias (JOCAN), en la que está siendo su primera visita a Euskadi, la EGO ya se prepara para recibir su gran regalo de cumpleaños: afrontar la 'Sinfonía nº 3' de Gustav Mahler junto a la JOCAN, el Orfeón Donostiarra y la mezzosoprano donostiarra Carmen Artaza. Todo ello en un marco inigualable como el que ofrece la Quincena Musical y el imponente escenario del auditorio Kursaal.
El 5 de agosto, a las 20 horas, la EGO no solo 'abrirá' su regalo, también marcará dos hitos en su historia. «Se juntan en la misma cita dos experiencias que se van a llevar a cabo por primera vez en España», explica con satisfacción el director general de la joven orquesta, Germán Ormazabal (Tolosa, 1966). «Por un lado, es la primera vez que se realiza un intercambio de dos orquestas jóvenes, es decir, que la gira que habitualmente hacía la EGO en verano, este año la está realizando la JOCAN. Y, por otro lado, también será la primera vez en España en que se dé la presencia de dos orquestas jóvenes juntas sobre el mismo escenario».
Dos hitos que el director celebra y que se suman al 125 aniversario del Orfeón Donostiarra y a la primera gira que la JOCAN realiza en la Península. «Por supuesto es un hito también para la Quincena Musical», resalta. Una original iniciativa que, siguiendo los valores y objetivos planteados desde su fundación, «surgió por parte de la EGO como una forma de enriquecer nuestra temporada con un intercambio que nos llevará al festival de Canarias el próximo curso o ya en 2024».
Después de dos años en los que la música ha tenido que reinventarse en formatos reducidos, ensayos divididos por mamparas de metacrilato y auditorios con aforos restringidos, «volver a lo grande con una sinfonía monumental como es esta y rompiendo esta barrera de juntar a dos orquestas, es un reto y una celebración», añade Rubén Gimeno (Valencia, 1972), director artístico de la EGO desde 2020. «Cualquier joven está deseando tocar la 'Tercera'. Mahler es el compositor que más gusta a la mayoría».
Dos orquestas y una partitura
Ochenta músicos vascos y ochenta músicos canarios cara a cara para hacer frente a una obra «de gran complejidad y dimensión». La sinfonía tiene un número determinado de músicos, «lo que supone también un reto que nuestros jóvenes se 'peleen' para superar sus pruebas de atril y decidan quien será el concertino, quienes serán los solistas y quienes hacen los 'tuttis', entre otras cosas», explica Ormazabal.
Pero cuando hay voluntad de entenderse todo resulta más sencillo y, así las cosas, será el reputado director artístico de la JOCAN, Víctor Pablo Pérez, quien coja la batuta el día 5 en el Kursaal. Sin embargo, no será esta la única cita con la que la EGO conmemorará su 25 aniversario, ni tampoco la última en esta 83 edición de Quincena Musical.
El próximo 27 de agosto (20 horas), la joven orquesta se embarca en la programación de la Quincena Andante que le llevará hasta Lekuona Fabrika de Errenteria, donde compartirán escenario con la compañía Kukai Dantza de Jon Maya. Allí ofrecerán el estreno absoluto de 'Eta orain zer?', con música compuesta por Pascal Gaigne y dirigida por Gimeno. «Para nosotros es muy importante que los músicos de esta generación sean multidisciplinares en el futuro y creen sinergias con otras artes. Ya no vale solo con sentarse en el atril y tocar de una determinada manera, necesitamos que las personas sean versátiles y con este estreno está todo por descubrir», comenta el director de la orquesta.
Y precisamente eso es lo que apasiona a Rubén Gimeno del trabajo con los músicos más jóvenes. «Tenemos la oportunidad de sacarles el máximo partido pues su mochila está aún por llenar y su mentalidad totalmente abierta a cualquier sugerencia. Esta etapa te marca como persona a nivel musical y a nivel relacional».
Cuando se fundó la EGO hace 25 años, muchos de sus actuales miembros aún no habían nacido. Y es que, precisamente este año, se ha reducido la edad máxima de incorporación a los 25 años, mientras que «por abajo se ha eliminado el límite, pues creemos que el talento no tiene edad», cuenta Ormazabal.
Batuta, docencia y atril
En estas tres disciplinas podrían resumirse las tres principales salidas profesionales que ofrece la EGO. «Nos consta que han pasado del orden de 1.850 jóvenes», añade el director tolosarra, «muchos de ellos se encuentran en el ámbito de la enseñanza musical, pero otros se han reconvertido en directores de orquesta».
Este último es el caso del arrasatearra Unai Urrecho, residente en Seúl donde es director titular de la Orquesta Filarmónica de Saigon. «Fue trombonista de la primera promoción, luego pasó como invitado por la Boston Symphony Orchestra, hizo las audiciones de la Filarmónica de Berlín, tocó con Chicago... y este año dirigirá a la BOS en Quincena, con 'La tabernera del puerto' de Sorozabal». Lo mismo sucedió con el irunés Iker Sánchez Silva quien, antes de ponerse a los mandos de la Sinfonietta de Bilbao, fue trompetista de la primera promoción.
Otros ex miembros tomaron caminos diferentes como es el caso de la violinista, guitarrista y cantautora Maite Larburu, y del reconocido contrabajista de jazz Pablo Martín Caminero.
Claro que la mayoría «han ido entrando paulatinamente en el mundo orquestal, que es para lo que se constituyó la EGO», reconoce Ormazabal. «En estos momentos tenemos a 35 jóvenes trabajando en orquestas profesionales, como Ander Perrino, que fue contrabajista solista de nuestra orquesta y hoy en día es el primer contrabajo de la Deutsches Symphonie-Orchester de Berlín, una de las cuatro más importantes de Alemania». Pero también los hay en la NDR Elbphilarmonie, en la London Symphony, en la BOS y en Euskadiko Orkestra.
Después de coger las riendas de la dirección general en plena pandemia, Germán Ormazabal se plantea retos para el futuro. «Para mí persisten los objetivos de 1997, aunque es verdad que la exigencia y el nivel medio han subido mucho. Queremos convertir a la EGO en una orquesta referente y eso es nuestra maratón 'non-stop' que debemos seguir recorriendo y contribuir a su mejora continua».
«Quienes se aventuran a la clásica llegan con madurez»
Cogió la batuta de la orquesta en enero de 2020, poco antes de que estallara la pandemia. «Mi primer encuentro fue muy singular porque nos juntamos tras el aislamiento y teníamos la sensación de ir día a día», recuerda Rubén Gimeno, director artístico de la EGO.
Gimeno se enfrentaba así al doble reto de ocupar el estrado que durante veinte años había pertenecido al donostiarra Juanjo Ocón. «Cada año cambian los músicos y se podría pensar que la orquesta es siempre nueva, pero la realidad es que hay un cierto poso que se mantiene. Es indudable que el trabajo y la visión de Juanjo se reflejan ahí».
Pero el valenciano quiere dejar su sello y sus objetivos son claros, porque «este es un momento capital en la vida de estos músicos». La toma de decisiones, la elección de un camino, las dudas y las frustraciones forman parte de su carrera «y yo soy testigo de esos momentos y responsable de la importancia que tenemos en su educación más allá de la música».
Una pedagogía que se extiende también al público, ese al que aún le cuesta asistir a conciertos de música clásica. Aproximarse a las generaciones jóvenes es otra de las metas que se propone Gimeno. «Podemos hablar de dos o tres nombres de la música clásica que trasciendan en el mundo. A partir de ahí, debemos reflexionar si los músicos clásicos somos muy dogmáticos o si nos cuesta romper con ciertas tradiciones. Sin embargo, la experiencia de la gente en una sala tiene tal potencia que debería acabar con ese sentimiento de 'no estar preparado'. Aunque siendo justo, este discurso de que los jóvenes no iban a los conciertos ya lo escuchaba cuando era niño y, por esa razón, ahora ya no deberíamos de tener público. A veces, la gente que se aventura a la música clásica llega con cierta madurez».
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