«Volveremos a organizar conciertos en la medida en que podamos resistir»
Álex López Allende | Socio de la Sala Dabadaba ·
La sala de Egia, cerrada hace ahora seis meses, aparca las actuaciones momentáneamente para convertirse en bar de tardeSeis meses lleva apagado el neón rojo del Dabadaba. Su equipo de sonido enmudeció al término de la función del 11 de marzo, ofrecida por ... los holandeses Mooon poco antes de la declaración del estado de alarma. Desde entonces, el tiempo parece haberse detenido en la sala de conciertos más activa de Donostia -320 eventos sólo en 2019-, y en la entrada, cerrada a cal y canto, aún se atisban vestigios de los carteles que anunciaban tanto las últimas actuaciones celebradas -Aitor Etxebarria, por ejemplo- como las primeras que se cancelaron -Moon Duo-. Esta semana, el 'Daba' ha abierto sus puertas por primera vez en medio año, pero no para ofrecer música en vivo sino para albergar un curso de verano de la UPV sobre discjockeys. De momento, los conciertos tendrán que esperar.
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- ¿Cuál es la sensación de los socios del Dabadaba? ¿Cuál es la situación de la empresa?
- Estamos preocupados pero animados. Cuando a finales de junio terminó el estado de alarma pensamos en volver a abrir, pero nos pareció difícil y nos centramos en los otros negocios de nuestra empresa, Guajira Psicodélica, que ahora en verano aglutina a unos 50 trabajadores. La mitad es personal del Dabadaba, camareros a quienes hemos ido sacando del ERTE para reubicarlos en nuestras otras tres áreas de negocio: el chiringuito de Ondarreta, la cantina de San Juan y el bar Burdinola de Errenteria. Quienes siguen en ERTE porque no hay conciertos son los técnicos, los taquilleros, la gente de seguridad…
- ¿Y puede el Dabadaba organizar conciertos a día de hoy?
- La situación es un tanto confusa, pero en teoría, sí. Con la barra abierta, los conciertos tendrían que celebrarse con el público sentado y llevando mascarilla obligatoria, y el aforo tendría que ser de 50 o 60 personas. Por ello, preferimos esperar a que la situación mejore y a principios de octubre vamos a abrir volviendo al formato de cuando empezamos. Hemos solicitado el paso temporal a la licencia de bar normal para ser un espacio al que venir a pasar la tarde: en lugar de abrir hasta las seis de la mañana, seremos un espacio al que venir a pasar la tarde y tomar una copa, como máximo, hasta la una de la noche.
- ¿Descartan entonces la música en vivo?
- Podemos organizar conciertos con un permiso especial si lo comunicamos previamente, pero lo vamos a estudiar. Tenemos que analizarlo cuidadosamente porque con un aforo de 60 personas, si la entrada tiene un precio normal, no sé qué grupos podremos contratar por 200-300 euros si también hay que pagar al taquillero, al técnico, etc. En el Dabadaba siempre ha habido algunos conciertos que programábamos casi como capricho a los que iban 15 personas, pero quedaban compensados por llenazos de 200 o 300 personas. Ahora habrá que hacer muchos números, así que mientras lo analizamos, abriremos como espacio agradable para tomarse algo. Estamos remodelando la barra, pondremos muebles nuevos e instalaremos por fin la tienda de discos... En Donostia tampoco hay tantos sitios con esta amplitud y esta terraza para pasar un rato tranquilo.
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- Usted y otros muchos agentes de la industria musical española han pedido la dimisión del ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, tras decir que es «muy difícil» garantizar conciertos sin contagios…
- Es flipante. El ministro de Cultura pasa absolutamente desaparecido toda la pandemia y cuando sale a hablar demuestra un desconocimiento absoluto que no sé a qué responde. Mientras otros sectores como la automoción están teniendo sus ayudas específicas, a nosotros nos dice que debería bastarnos con los ERTES, las ayudas por cese de actividad y demás. Nuestro problema es que no podemos abrir las salas por efecto directo del Covid.
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- El ministro, además, hablaba en concreto de pop y rock, y salvaba las funciones de música clásica...
- Sí, claro. Eso es no tener ni idea de cómo funciona la música. Igual tiene que ver con asegurar que se garantice lo suyo propio, es decir, porque si en los teatros públicos tampoco hubiera conciertos, igual no estarían justificados tantos puestos de funcionarios en la cultura. Al final, sus declaraciones establecen una división entre la alta cultura o la música clásica, que puede seguir funcionando, y el pop o el rock, que parece más cosa de 'tiraos', 'baretos' y 'drogatas'. No tiene sentido. Habían prometido un paquete de ayudas que no llegará, como mínimo, hasta diciembre, pero para entonces, habrá muchas salas cerradas, festivales desaparecidos, músicos que se buscarán la vida por otros lados… No quiero caer en el tópico pero la gestión de esta crisis ha demostrado que la cultura es lo último que les interesa.
- ¿Qué siente cuando ve que festivales como el Jazzaldia o la Quincena Musical se han celebrado con relativa normalidad?
- Me parece correcto, deben seguir haciéndose, pero sin descuidar lo demás. Lo contrario es no entender cómo funciona un ecosistema cultural con muchos actores: sin músicos no hay salas, sin salas no hay técnicos… Todo está interconectado. Basta con mirar a lo que se está haciendo aquí al lado, sin ir más lejos en Pamplona, donde las instituciones están organizando ciclos musicales que involucran a artistas y salas locales a quienes se permite participar en programaciones públicas. Aquí las instituciones vascas no han movido un dedo y la pregunta debería ser: ¿Quieren el Gobierno Vasco, la Diputación y el Ayuntamiento que siga habiendo programación? Si es así, no cabe duda de que hay que respetar las medidas sanitarias para que los conciertos sean lugares seguros, pero, ¿son sostenibles con las actuales medidas? Seguramente no. ¿Qué hacemos para que lo sean? Uno: dejar de organizarlos. Dos: que sólo haya conciertos públicos. Tres: apoyar para que sean sostenibles también desde la iniciativa privada. Esta última es la vía a seguir, creo yo.
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- Hablan claramente de subvenciones...
- Sí, claro, hoy en día todo está subvencionado: la automoción, la agricultura… No sé si tendrían que ser subvenciones a fondo perdido, ayudas indirectas o un apoyo como el que decía que existe en Navarra.
- En estos seis meses, ¿han tenido la tentación de cerrar?
- No, no, en ningún momento. Cuando descartamos la posibilidad de abrir el Dabadaba, nos metimos en el mogollón de gestionar los otros tres sitios. Esto lo dejamos aparcado, pero decidimos reformar la barra y abrir como bar de momento. Hemos tenido cero dudas.
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- ¿Cómo cree que afectará este parón a la escena musical?
- Pues no lo sé. Supongo que algún día volverá la normalidad, quizá no tan rápido como pensamos, pero la incógnita es cómo nos va a pillar a todos los que estábamos en el ajo: público, salas, técnicos, músicos… Muchos desaparecerán en el camino, otros se quedarán en casa por miedo o incluso por falta de interés. ¿Y las nuevas generaciones? Igual pasta tanto tiempo hasta recobrar la normalidad que no hay hueco para que un nuevo público se enganche a los conciertos…
- ¿Volverá el Dabadaba de siempre?
- Nosotros estamos locos por organizar conciertos, pero tenemos que ir viendo cómo hacerlos poco a poco. En la medida en que podamos resistir, volveremos como antes, es nuestra intención: ni de coña vamos a cerrar, pese a que es algo comentado por las malas lenguas… Mucha gente también nos ha sugerido hacer un 'crowdfunding' para recibir el apoyo económico de la gente, pero nos parecía un poco jetas porque nuestra empresa es más grande que sólo el Dabadaba. Hemos decidido no tirar de caridad y sacarnos nuestras propias castañas del fuego con el resto de negocios. Es verdad que ahora termina el verano y sin Ondarreta ni San Juan, todo el peso quedará repartido entre el Dabadaba y Burdinola, pero nuestra intención es seguir.
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- ¿Y han hecho el cálculo de cuánto podrán resistir?
- Sí, pero va cambiando. Resistiremos todo lo que podamos. Si aguantamos hasta la próxima temporada de verano, tendremos un poco más de oxígeno para sobrevivir otro año, porque, sinceramente, el tema de los conciertos lo veo complicado, como mínimo, hasta otoño de 2021. Todos esos festivales anunciados como si nada para el año que viene los veo imposibles. Es difícil saber cuándo llegará la vacuna, todo va muy lento y los avances son mínimos, pero el día en que vuelvan los conciertos va a ser muy raro, una explosión. Porque últimamente he ido a algún concierto sentado y con mascarilla y sin ánimo de romantizar la idea del concierto, con ese formato se pierde la experiencia del directo. No es lo mismo.
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