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Ilustración: Maider Calvo

«Fue un concierto en el que podías quedarte a vivir»

La doble cita de Bob Dylan con el Kursaal deja reacciones positivas entre algunas de las figuras de la cultura que asistieron como espectadores

Carlos Rodríguez Vidondo

San Sebastián

Miércoles, 21 de junio 2023, 06:55

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Como escuchar un concierto en el salón de casa de Dylan. En eso coincidían muchos de quienes asistieron a alguna de las dos fechas que el bardo de Minnesota ha ofrecido en el Kursaal. Dos significativos recitales bañados de enigma, debate y que se grabarán en la memoria con la satisfacción de haber probado un pedazo de la historia de la música. Algunos de los rostros más conocidos de la cultura explican cómo vivieron en primera persona su cita con el legendario músico y las sensaciones que aún se mantenían en 'el día después' de Bob Dylan.

«Había una atmósfera especial, sabes que en ningún caso te va a decepcionar. Y la puesta en escena con los músicos como dándonos la espalda, parecía como si estuviéramos viéndoles tocar en el local de ensayo a través de una mirilla». Así lo definía Juanra Viles, exbatería de Duncan Dhu y político, algo en lo que también coincidía su antiguo compañero de banda Diego Vasallo. «Con Dylan siempre hay un componente de sorpresa, nunca sabes con qué Dylan te vas a encontrar porque es un absoluto camaleón».

«Si hubiera hablado más con el público no creo que dijera más de lo que ya había dicho»

Ruper Ordorika

Músico

Otro de los rostros del gremio que se dejaron caer en el primero de los conciertos del artista de Duluth fue Ruper Ordorika quien reconoce que «el concierto fue de menos a más, nos hizo ir entrando poco a poco cada vez más en ese territorio que solo él conoce». Quizá una de las razones fuera la novedosa normativa de no permitir la entrada de dispositivos móviles ni cámaras de fotos. «Todos estábamos un poco reacios con el tema de los móviles porque siempre quieres quedarte con un recuerdo. Pero no fue para tanto, de hecho, me pareció estupendo porque así estás a lo que tienes que estar, a escuchar el concierto y nada más», asegura la periodista deportiva Leyre Barriocanal, quien disfrutó del show en familia desde uno de los palcos.

Era su primera vez viendo a Dylan en directo y no le defraudó. «Al ser una estrella, todo lo que haga vale. La acústica del Kursaal consiguió meter a la gente dentro de un repertorio que era más desconocido y, a partir del tercer tema, desde arriba se notaba mucho movimiento en el patio de butacas».

No hicieron falta los himnos

Su último álbum 'Rough and Rowdy Ways' ocupó nueve de los 17 temas que interpretó la banda y, «aunque siempre se agradece escuchar los himnos, ya sabemos que no hace ninguna concesión. Ni me sorprendió ni tampoco lo eché en falta», considera el cantautor beratarra Joseba Irazoki, quien lo disfrutó desde la butaca 2 de la fila 10 sentado junto a Gorka Urbizu, líder de Berri Txarrak. «La atmósfera que consiguió crear era de estar a gusto, fue un concierto en el que podías quedarte a vivir. El repertorio era lo de menos».

«Cuando cogió la armónica ya sabía que era el guiño con el que la gente se termina de volver loca»

Joseba Irazoki

Cantautor

De la misma opinión era el pianista donostiarra Mikel Azpiroz quien vio con buenos ojos, desde una privilegiada segunda fila, «esa arrogancia totalmente justificada de no tener que apoyarse en sus grandes éxitos, sino estaría haciendo estadios como Paul McCartney o Springsteen».

Ordorika, quien «no tenía demasiado escuchado el último álbum», cree que «sin darle tanta importancia al repertorio que elija, pero Dylan es un género en sí mismo». Uno que cruzaba todas las fronteras del blues al folk al rock and roll y al jazz sin detenerse en demasiadas explicaciones. «Transgresor» y «valiente» es como Vasallo define un concierto en el que «se centró exclusivamente en la música y en lo que quiere contar. No eché en falta el show de luces ni un mayor aforo».

«No hace concesiones»

Su sobriedad en el escenario resultó para Viles ser «parte de su encanto porque el día en que vayas a un concierto de Dylan y te anime a dar palmas, te levantas y te vas. Eso no es Dylan, él no hace concesiones a la galería». Y concluye con certeza que «no voy a que el artista me caiga simpático, ni que me diga lo bien que se come en esta ciudad, uno paga una entrada por las canciones». El detalle que el público esperaba llegó en forma de viaje al pasado como sintió Irazoki. «Me pareció entrañable incluso cuando cogió la armónica, fue el guiño que necesitábamos del Dylan de antes. Él ya sabe que con esos detalles la gente se termina de volver loca».

«Lo de no usar el móvil me pareció que así podías estar a escuchar el concierto y nada más»

Leyre Barriocanal

Periodista

Todas las voces coinciden en el gran sonido de una banda «que aún conserva ese punto de crudeza y rugosidad del rock más primitivo», como admite Vasallo. Una «banda sin solistas pero todos protagonistas» a la que Azpiroz le pone un 'pero': «no creo que deba tocar el piano. No aporta nada. Ese sonido honky tonk antiguo como desafinado se pisaba con las guitarras y hace como un 'batiburrillo' que rompe con el swing».

Repertorio, sonido, móviles... pero quienes estuvieron lo hicieron por aproximarse a una leyenda, aunque se mantuviera a cierta distancia. «Son cosas que alumbran el mito de Dylan. Aunque hubiera hablado mucho con el público no creo que dijera más de lo que ya había dicho», considera Ordorika. A sus 82 años el músico estadounidense ofreció dos horas de espectáculo en las que «se le veía disfrutando con sonrisas cómplices, muy pendiente de unos y otros, y dirigiendo a los músicos con miradas y gestos», observa Azpiroz.

«Solo le pongo un pero y es que no creo que deba tocar el piano. No aporta nada»

Mikel Azpiroz

Pianista

Fue al terminar, «cuando se levantó a despedirse», que Irazoki cree que «se le notaron los años en la manera de andar. Me esperaba que hubiera algún un bis, pero lo dio todo». «Sí han pasado los años por él», coincide Barriocanal, «no tanto a nivel de voz, pero sí que se le vio todo el concierto sentado detrás del piano y cuando se levantó a despedirse... ¡incluso pensé que se caía!». Incluso las leyendas pueden llegar a ser humanas.

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