La banda canadiense 'Arcade Fire' durante el concierto de la primera jornada del festival internacional de música Bilbao BBK Live.

Arcade Fire sacude el BBK Live con su rock de estadio

Los canadienses se dan un baño de masas en el Bilbao BBK Live entre coros, espejos y un público entregado. Antes, Ian Curtis resucitó en los escenarios de la mano de New Order

EIDER BURGOS

Viernes, 8 de julio 2016, 11:08

Un auténtico baño de masas aunque solo cayera sirimiri. La primera noche del Bilbao BBK Live descargó no lluvia pero sí rock de estadio gracias a la grandeza de la multitudinaria banda Arcade Fire. Los canadienses, disfrutando de su público, recogieron el testigo de unos New Order en plena forma y que bien se acordaron de su viejo amigo Ian Curtis, alma de lo que fueron con Joy Division.

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La noche cayó al son de M83, aunque lo hizo con retraso. Hasta 20 minutos se tomaron los franceses para salir a escena, por lo que más tarde no dieron explicaciones. Aún así, los pitos rápidamente se sustituyeron por aplausos cuando la formación fue al grano y desenfundó sin más dilaciones su electrónica con presencia de banda de rock. Hasta Jordan Lawlor, el bajista a ratos percusionista, acabó tirado por los suelos con espíritu 'rockstar'. 'Midnight City' -«la famosa», que exclamaban muchos- llegaba al final, agitando al personal al son de un saxo que rasgaba el aire.

No retrasaron la hora de cierre, y puntuales aparecieron New Order en el escenario secundario. Entre el público ascendía la media de edad y abundaban las camisetas de Joy Division. Ellos son el producto de lo que quedó tras la prematura muerte de Ian Curtis en 1980, con sólo 24 años Aunque resucitó este 7 de julio. Curtis volvió al escenario de la mano de sus antiguos compañeros en un instante que pasará a catalogarse como un histórico del festival. New Order, con el grave vocalista fallecido en pantalla, interpretó todos a una con su público el icónico 'Love Will Tear Us Apart Again'. El momento dejaba atrás el éxtasis con éxitos como 'Bizarre Love Triangle' (curioso que el grupo de mismo nombre también actúe en el festival estos días) o 'Blue Monday', que levantó a toda la platea. Pop electrónico bajo visuales retro que poco recuerdan al oscuro post-punk con el que arrancaron con Curtis en el '76.

Sin dejar que acabasen y a veinte minutos de finiquitar el concierto, cientos de festivaleros se apresuraron al escenario principal, ansiosas por el plato fuerte de la noche (las mismas que se perdieron el memorable homenaje a Joy Division). En medio de lentejuelas, espejos y bajo el ya clásico sirimiri 'bbkliano', Arcade Fire salía pasada la medianoche a darse un baño de masas listos para empezar, nunca mejor dicho, al ritmo de 'Ready to Start'. De cero a cien y a toda máquina, los canadienses advertían de que lo suyo es rock de masas, del de saltos y espectáculo. Ya fuera bajo un inmenso fondo estrellado que nos empequeñecía a los de abajo al ritmo de 'Sprawl II' (magnífica y adorable Reginé Chassagne a la voz, a la batería, al acordeón o danzando) u obnubilados por un juego de gigantescos espejos. En una obvia referencia a su último disco, 'Reflektor', los cristales doblaban el espacio y convertían a la ya de por sí numerosa 'troupe' en una inmensa banda de la que vimos sus entrañas.

"Nerviosos· estaban, dijo, Win Butler, el líder de la decena de artistas -no tienen otro nombre- que componen Arcade Fire. Poco se les notó, menos a su hermano, Win, que como loco saltó de un instrumento a otro y acabó estrellando un tambor embriagado de la magia del rock. Todo sucedía entre himno e himno, no sólo de ayer sino también de hoy, porque hasta los más nuevos ya lo son: desde 'Afterlife' hasta 'No Cars Go' o 'Neighborhood', pasando por 'We Used to Wait', 'The Suburbs', 'Rebellion (Lies)'... Hasta los cabezudos inspirados en sus propios rostros y que tanto sorprendieron hace tres años en el clip de 'Reflektor' acabaron saltando a la tablas, pompones en mano, a animar el cotarro.

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El final, el épico final que se merece una banda de estadio, se cerraría con un baño de confeti y miles de gargantas al unísono: uooooh, uooooh Con 'Wake Up echamos la vista atrás y corroboramos la grandeza de Arcade Fire desde sus mismos inicios, esa que conservan hoy día ataviados de cristalitos. "Amaos entre vosotros·, pidió Butler en su despedida. Durante hora y media, solo le amaron a él. A él y a la decena que le acompañaba. Durante la hora siguiente, solo se escuchó el eco bajo la lluvia: uooooh, uoooooh...

Los conciertos de la tarde

Mientras en la mayoría de inauguraciones se brinda con champán, el Bilbao BBK Live quedó inaugurado con unos tragos de una curiosa pero efectiva mezcla de rock, post-punk y del pop electrónico de Years & Years que ha traído a colación los primeros bailes sin tregua. Incluso el tiempo anda revuelto -que no mezclado-, con un sol de justicia que ha dado paso a un sospechoso cielo encapotado.

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Bajo el contundente calor de las cinco y media de la tarde, la rubísima Little Scream hacía honor a su nombre lanzando algunos gorgoritos desde el escenario principal, el Bilbao Stage. Aún eran pocos los que se atrevían a plantarse frente a las tablas de Kobetamendi. La mayoría, aprovechando la sombra de los puestos de merchandising, antes de las colas, a la caza de regalos y fotos de marca. Solo unos pocos hacían hueco desde bien temprano en el Heineken Stage, el hermano pequeño del bilbaíno, a la espera del rock & soul de Gallant, que llegaría apenas media hora después con mucho rollo y unos cuantos apoltronados en toallas a lo largo de la explanada -aún muy pronto para desmelenarse-.

El resto ocupaba el bucólico espacio Basoa.. Lo que en los últimos años era el espacio electrónico de los que más aguantaban tras la retahíla de conciertos, ha tomado este año nombre propio con su propio plantel de djs para los que buscan cambiar el pop y el rock por la mesa de mezclas. También para los que persiguen brisa y relax en horas tan tempraneras, a la espera de otro ambiente de madrugada.

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El aire de festival no se respiraba hasta media tarde, en la Carpa Stage. Rural Zombies conseguía allí rozar el lleno, con un solo disco, 'Bat', y a pesar del efecto invernadero de los techos de plástico que cubren la pista. Los de Zestoa actuaban bajo el calor de las 18.30 horas ante un público entregado a sus temas recién nacidos. Los chicos de la banda pedían «un gran pogo» al son de sus guitarras mientras la voz, Julia Urreaga, reía y ocultaba de cuando en cuando el rostro tras las manos como creyendo a medias el momento. Versión de 'In It For The Kill' de La Roux incluida, la jovencísima formación guipuzcoana ha sentido el cariño de casa, que se ha entregado al máximo según se acercaba el momento de echar el telón y con su single, 'Golden', que todos han acompañado con brazos al aire.

Sin dar tregua, el trío británico Years & Years se subía al escnario principal. El mismo amor que el público le ha entregado a su carismático vocalista, Olly Alexander, ha sido el que él ha entregado a sus fans. Primero fue un peluche con mensaje, con el que le pedían un abrazo. Momentos después, Alexander descendía al césped con su perenne sonrisa, abrazaba al autor del escrito, a otros cuantos más, y se dejaba tomar fotos con todo hijo de vecino. De vuelta a las alturas, el cantante y actor -puede que les suene de 'Skins' o 'Penny Dreadful'- se ha retorcido de tal forma en el escenario al ritmo de los temas de su único disco, 'Communion', que ha hecho imposible evitar el contagio. Kobetamendi se ha convertido en una pista de baile synthpop que ha conseguido levantar del suelo hasta a los perezosos que preferían observar de lejos, katxi en mano, a la sombra que ahora proporcionaba un cielo encapotado.

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Deshecho en halagos y bailes imposibles, Alexander se ha metido rápidamente en el bolsillo a los presentes; «¡es un amor!», repetía una cuadrilla de chicas a cada gesto de cariño del artista. El momento cumbre, sin embargo, al final. Hasta el cierre se han reservado los británicos sus dos mayores hits de sábado noche, 'Desire' y 'King', dejando las pilas cargadas para recibir al pop electrónico de Chvrches y la dulce voz de Lauren Mauberry.

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