Zuhaitz Gurrutxaga: «No quería ganar la Liga: me daba pánico que fuera feliz todo el mundo menos yo»
El exfutbolista de la Real cuenta en un libro cofirmado con el escritor y periodista donostiarra el calvario de ansiedad y depresión que vivió como jugador profesional
El exfutbolista de la Real Sociedad Zuhaitz Gurrutxaga ha puesto en manos del periodista y escritor Ander Izagirre la historia de su vida para que ... la cuente y el resultado es 'Subcampeón', que Libros del K.O. publica este lunes. En el libro el ex jugador relata cómo el fútbol pasó de ser su pasión a su peor pesadilla. Una historia de salud mental atravesada por la ansiedad, la depresión y finalmente un Trastorno Obsesivo Compulsivo que aún no ha terminado de dejar atrás. «Ojalá el libro funcione bien, pero incluso si se vendieran cero ejemplares, el hecho de tener mi vida contada por Ander ya es un regalo», afirma Gurrutxaga.
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– El 15 de junio de 2003 cristalizan en el partido de Vigo en el que la Real se jugaba la Liga todos los problemas que usted arrastraba desde hacía tiempo.
– Zuhaitz Gurrutxaga: No es que todo estalle un día concreto, pero sí es verdad que siento algo que siempre me ha dado vergüenza sentir y más contarlo: es difícil de creer que yo fuera jugador del equipo de mis sueños y que no quisiera ganar la Liga. Que me diera pánico que fuera feliz todo el mundo, menos yo. Cada vez que la Real, mi equipo, ganaba aquel año, que era casi siempre, la distancia entre mi tristeza y la felicidad de la gente se agrandaba. Las pocas veces que no ganábamos me sentía menos solo en esa tristeza. Que yo fuera la persona de Gipuzkoa a la que menos le afectó la derrota de Vigo es un sentimiento que me avergüenza. Veinte años después, cuando fui como monologuista a Madrid hice las paces con el fútbol y no sé si con la Real o conmigo mismo.
– Y Ander, ¿cómo vivió aquel partido?
– Ander Izagirre: Tengo un recuerdo bastante fuerte porque yo sí tenía esa ilusión de alguien que pensaba que nunca volvería a ver a una Real campeona. Fui con varios amigos al Polideportivo Bentaberri, en donde había una pantalla grande. No guardo un recuerdo claro del partido, pero sí de volver a casa con la sensación de que esa oportunidad no iba a volver a presentarse. Claro, lo que cuenta Zuhaitz abre unas puertas que un aficionado no puede ni imaginarse porque pensamos que los futbolistas son personajes planos que están ahí para jugar y ya está.
– Zuhaitz pide en el libro muchas veces perdón. ¿Alguien debería pedírselo a usted?
– Z.G.: No, no creo que nadie deba pedirme perdón. Yo lo hago muchas veces. Ahí le insistí mucho a Ander en que fuera muy fino para que la gente lo entendiera. Con lo que le debo yo a la Real y a su afición... A mí no me tiene que pedir perdón nadie. Hasta en los peores momentos, no sé si porque caía bien o por qué, la prensa y la afición me han respetado.
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– ¿Por qué no quería que ganara la Real?
– Z.G.: En ese año en concreto me explota la cabeza totalmente y en pocos meses paso de los primeros ataques de ansiedad a caer en la depresión, antes de tener un Trastorno Obsesivo Compulsivo muy severo. Era un infierno de vida. Lo único que quería era meterme en mi habitación y llorar, pero tenía que entrenar e ir a los partidos. Todo el mundo era feliz, pero yo no era capaz. Y tenía veintidós años, era un crío. Era casi imposible soportar todas aquellas celebraciones. Me sentía menos solo cuando todos éramos subcampeones.
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– ¿Por qué pensó en Ander Izagirre para que contara su historia?
– Z G.: He leído casi todos sus libros, y su forma de contar el deporte y esa manera tan fina de hacer comedia hacían que viera mi historia contada por Ander. Se fija mucho en el perdedor. Y aunque tenía alguna esperanza, no pensaba que fuera a aceptar.
«Que yo fuera la persona de Gipuzkoa a la que menos le afectó la derrota de Vigo es un sentimiento que me avergüenza»
Zuhaitz Gurrutxaga
«Ese año paso de los primeros ataques de ansiedad a caer en la depresión, antes de tener un TOC muy severo»
– Y Ander, ¿cómo recibió la propuesta?
– A.I.: Me mandó un correo, pero yo tenía otros planes para este año. Pensé que podía ser una buena historia, pero tuve mis dudas, estaba con otro proyecto... Quedamos un día y durante tres horas me estuvo contando su vida y al rato, me proponía continuar otro día. Pero yo le pedía que por favor siguiera porque estaba enganchadísimo. No me imaginaba lo que había detrás de esa vida. Zuhaitz es un encantador de serpientes y me sedujo completamente. Luego, no paré de contarle a mi pareja durante la cena todas las historias de Zuhaitz y al día siguiente, cambié todos mis planes de 2023 porque sentí que era un regalazo contar esta historia. Y demás, había una cosa que me volvía loco: la combinación de una historia muy trágica y dura con los golpes cómicos.
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– Comparten el mismo tipo de humor...
– Z.G.: Lo ha escrito Ander, pero yo me veo a mí mismo.
– A.I.: Es que ésa ha sido la clave, que nuestros sentidos del humor son muy parecidos. Zuhaitz es muy empático, se ríe mucho de sí mismo, pero incluso cuando hay alguien que lo ha tratado mal, siempre intenta entenderle. Eso me asombra, no es un resentido. Siempre encuentra algo para comprender a los que lo pasan mal o a los que se lo han hecho pasar mal. Cuando me cuenta historias muy duras de aquellos años y casi siempre finalizas con una carcajada, me parece increíble.
– Z.G.: Ojalá el libro funcione bien, pero incluso si se vendieran cero ejemplares, el hecho de tener mi vida contada por Ander ya es un regalo.
– En cualquier caso, es una historia amarga y serán conscientes de que esas pinceladas de humor acentúan la amargura.
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– A.I.: Es que lo que yo creo es que lo que ha salvado a Zuhaitz muchas veces es su capacidad de hacer humor, no ahora, sino en aquel momento. Podíamos haber contado como una denuncia muy fuerte cosas que hoy en día serían acoso laboral grave por parte de un entrenador, pero tal y como lo relata Zuhaitz te acabas riendo. La historia de cuando está con el peto amarillo en un entrenamiento y Toshack le pone de juez de línea es un chiste, pero para mí es una de las partes más duras. Zuhaitz me dijo: «Yo no puedo hablar del fútbol en serio, es algo con lo que ahora me río».
– Z.G.: Eso es un regalo de Toshack para un cómico. Y sí, cuando ahora escucho a periodistas deportivos hablando del esguince de un jugador con la misma seriedad que si estuvieran hablando de una guerra, yo no puedo comprarlo. Y ya sé que ésa ha sido siempre y seguirá siendo la manera de la que se habla sobre el fútbol, pero desde hace mucho tiempo no puedo tomármelo en serio.
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«Hablé con Zuhaitz y al día siguiente cambié todos mis planes de 2023 porque sentí que era un regalazo contar esta historia»
Ander Izagirre
«Que un futbolista te diga que durante año y medio no pudo tener relaciones sexuales por sus miedos me parece muy valioso»
– Quizás Zuhaitz sea de los primeros en contarlo en detalle, pero esos problemas de salud mental en futbolistas de elite puede que sean más comunes de lo que pensamos.
– Z.G.: En el monólogo no abundo en este tema de la depresión, pero lo cuento y cuando lo vio algún buen amigo, con más de 300 partidos en Primera, me contó que salía al campo con miedo porque sabían que le iban a pitar. Yo jugué cuarenta partidos, pero ahora me entero de que gente con muchos más encima también pasó por eso.
– ¿Qué es la depresión?
– Z.G.: En mi caso, sencillamente es que sólo quieras dormir. Que no quieras despertarte. Normalmente, cuando la gente tiene una pesadilla, quiere despertarse y para mí, despertar era una pesadilla. Era estar dormido o, sobre todo en vacaciones, bebido. No soy psicólogo como para explicar qué es la depresión, pero en mi caso era no querer despertar para no encontrarme conmigo mismo. Y también que hubiera ruido todo el rato fuera para no escuchar el que tienes dentro. Ni ves bien, ni escuchas bien. Claro, entonces nadie me dijo que tenía depresión.
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– Ander ya ha contado en sus libros sobre el Tour y el Giro casos similares en ciclistas...
– A.I.: Y en los últimos años han salido bastantes que anunciaban que lo dejaban provisionalmente y luego ha sido definitivo, y que han hablado abiertamente de esas cosas. Zuhaitz suele decir que ojalá se hubiera hecho un esguince para estar apartado tres meses sin que nadie le reprochara nada. En cambio, un esguince mental lo entiende muy poca gente y eso va más allá del deporte. Si no hay un hueso roto, enseguida nos parece que hay cuento... Nos cuesta entenderlo.
«Normalmente, cuando la gente tiene una pesadilla, quiere despertar y para mí, despertar era una pesadilla»
Zuhaitz Gurrutxaga
«Tengo la pena de que nunca tuviera un entrenador que me dijera: 'Zuhaitz, aunque falles, vuélvela a pedir'»
– Describe un Trastorno Obsesivo Compulsivo infernal. ¿Llegó a pensar en quitarse la vida?
– Z.G.: Por suerte, no. Sufrí mucho y fue un infierno. El TOC es muy molesto y quita energías, pero no era algo que me llevara a deprimirme y a pensar en quitarme la vida. Pasé la ansiedad, luego la depresión y después, cuando caí en el TOC no pensé en quitarme la vida, ni nada por el estilo.
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– Afectó a su relación con las chicas, además en una edad de inseguridades. ¿Les dio pudor contar esa parte?
– A.I.: Me parece una de las cosas más valiosas del libro, no por esa cosa morbosa, sino por dar la dimensión de ciertos fenómenos. Con veinte años, jugador de la Real, guapete y tal, ligas todo lo que quieras con esa imagen de machito triunfador. Zuhaitz cuenta cosas del fútbol que muchos otros habrán hecho sin atreverse a decirlo y dentro de eso está el sexo: que un futbolista triunfador te diga que no pudo tener relaciones sexuales durante año y medio por sus miedos y obsesiones, me parece muy valioso. Ver que un futbolista pasa miserias como cualquier hijo de vecino lo humaniza.
– Z.G.: Hay un momento en el que hay un partido en San Mamés y quedo después con una chica que me gusta. A la vuelta, en el autobús, voy a por cervezas... Cuando le cuento a Ander esas escenas, las sublima. Igual para el lector es triste, pero...
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– A.I.: Tú te estás divirtiendo con una escena hasta que te da un puñetazo en el estómago y se acaba. Te preguntas: ¿de qué me estaba riendo? De algo muy trágico. Que tuvieras que beberte dos cervezas para quitarte el agobio de haber quedado con una chica te hace pensar.
«Creo que lo que ha salvado a Zuhaitz muchas veces es su capacidad de hacer humor, no ahora, sino en aquel momento»
Ander Izagirre
«Hace unos añitos siempre había un jugador, generalmente de la casa, al que la afición marcaba»
– Comenta Zuhaitz que en un momendo dado decide vivir de ese TOC, que le ha destrozado la vida...
– Z.G.: Sí, es como si le dijera: me has jodido la vida y voy a vivir de contarlo. Lo tenía claro, pero no sabía cuándo sería el momento hasta que lo metí en el monólogo. Y sí he tenido un 'feedback' de padres que lo han visto, cuyos hijos están con un TOC terrible y que no saben qué hacer. Y aunque no sea nuestro primer objetivo, a alguien le puede ayudar ver que estoy vivo y que me subo a escenarios... Ahora vivo medianamente normal, pero son cosas que cuando estás en ese infierno no piensas que algún día podrás hacer.
– A.I.: Y ayuda a que haya gente que identifique ciertas cosas que le pasan y a las que no ponen nombre.
– Z.G.: Siempre tengo la pena de que nunca tuviera un entrenador que me dijera: 'Zuhaitz, aunque falles, vuélvela a pedir'.
– A.I.: Era otra época, pero en ningún momento algún entrenador se plantea que a ti te esté pasando algo que no sea un problema físico.
– Oiga, el aficionado realista va a comprender lo de Vigo, pero que ponga tan bien a Clemente...
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– Z.G.: Hace unos meses, en una apertura de sidrería, Gorka Larrea me invitó a ir con su padre y con Clemente. Y la gente al vernos juntos en la sidredría le preguntaba: «Pero Javi, ¿Zuhaitz y tú habéis coincidido o qué?» Y Javi decía: «¿Coincidir? ¡Si éste a mí me ha hecho un monólogo! Y además es muy bueno». Y cuando se marchó, al llegar al coche, me dijo: «Zuhaitz, si necesitas algo algún día, me llamas». Le tengo mucho aprecio. Él me vio en el Teatro Principal, sin que yo supiera que estaba ahí hasta que un foco le iluminó. Y yo, ahí, haciendo chistes sobre él, temiendo que alguno le molestara. Y al acabar, vino al camerino y cuando le dije que esperaba no haberle molestado, me dijo: «¿Molestar? Si a ti te va bien, cuenta de mí lo que quieras...»
– ¿Cómo decidieron qué forma darle al libro, que al final se presenta como un relato de Zuhaitz en primera persona? Podían haberlo planteado como una conversación, quizás.
– A.I.: Lo del relato en primera persona a través de la voz de Zuhaitz lo decidimos muy rápido. Titubeamos en la forma de trabajarlo: empezamos con una primera reunión en la que comenzó a contarme su vida desde su nacimiento, pero al final decidimos otro sistema que funcionó muy bien: Zuhaitz es muy buen narrador, así que me enviaba textos en bruto sobre su vida, yo los leía, anotaba muchas cosas y posteriormente nos reuníamos en mi casa para hacerle preguntas. Con eso escribía una primera versión y se la pasaba para que empezaran los retoques.
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