«He querido que el lector sienta la adrenalina de la fuga en 'Al filo del mal'»
El autor donostiarra debuta en la novela con 'Al filo del mal', un thriller con tintes políticos y el incendio de la Torre de Errotaburu de fondo
El periodista Iñigo Puerta adopta el seudónimo de Rafa –en homenaje a su hermano fallecido– Galdós –en recuerdo a su abuela– para debutar en la literatura con 'Al filo del mal-Fuga a Budapest'. La novela parte del incendio que en 2005 se produjo en las Torres de Errotaburu que acogen las oficinas de la Hacienda Foral para desarrollar una trama con tintes políticos. El resultado es una narración que lleva al lector a galope desde las calles de Donostia a las de la capital húngara. Decir que la historia avanza a un ritmo trepidante es quedarse corto.
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– Han pasado tres lustros desde el incendio de las Torres de Errotaburu. ¿Qué tuvo aquel suceso como para haber permanecido en su memoria hasta el punto de inspirar esta novela?
– Fueron unos hechos terribles. En junio de 2005, un vigilante jurado asesinó a un compañero suyo en el edificio de Hacienda de San Sebastián, provocó un incendio y huyó. Un día más tarde encontraron su cuerpo sin vida con un disparo en el pecho y una nota manuscrita de despedida. Las especulaciones corrieron como la pólvora, tanto por el método elegido para el suicidio, como por los rumores de que documentos importantes habían desaparecido calcinados. Unos meses después se descubrió una trama de malversación de fondos públicos que implicó a cargos importantes de Hacienda. Coincidieron acontecimientos trágicos y una trama delictiva paralela. Además, recuerdo que a la mañana siguiente se reavivaron las llamas y me acerqué con mi cámara a toda prisa. Una de las fotos fue portada de este periódico. Como para no acordarme.
– La novela dibuja una Donostia y por extensión, un País Vasco sometido a un clima de corrupción política y económica. ¿Pura ficción o hay paralelismos con la realidad?
– El libro es una ficción pura y dura, que absorbe algunos hechos reales, pero los descontextualiza y los coloca en otro periodo histórico muy diferente. El País Vasco que describe el protagonista está mediatizado por el entorno en el que se ha criado, donde se siente asfixiado por no querer ser lo que esperan de él. Lo que percibe es un control absoluto en el ámbito político, económico y social. Un dominio del que no puede escapar. ¿Paralelismos con la realidad? Creo que no estamos acostumbrados a que ciertas esferas de nuestra sociedad protagonicen actos oscuros en una ficción. Parece tabú. Creo que la novela retrata actos de la condición humana en el poder y nadie está libre de cometer errores.
«El protagonista se percibe bajo un control absoluto en el ámbito político, económico y social»
– ¿Le ha resultado cómodo armar una trama tan violenta y sórdida en una ciudad como San Sebastián?
– No creo que la novela sea sórdida o violenta en sí misma. Más bien diría que una fuga y unos hechos empujan al protagonista a transgredir los límites de su moralidad. Hay un conflicto interior doloroso en el camino y el personaje nunca será el mismo que huyó siendo un chaval atolondrado. Y luego es verdad que Donostia tiene un envoltorio precioso y un ritmo de vida muy plácido, pero en sus entrañas se han vivido actos muchísimo más duros que los que se narran en la novela.
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–Se puede decir que 'Al filo del mal' es una hija del confinamiento del pasado año.
– No exactamente. Durante el confinamiento, las personas que trabajamos en medios de comunicación generalistas, tuvimos unos picos de trabajo totalmente incompatibles con la escritura de una novela. No tuve tiempo de escribir y centrarme en una historia en mi cabeza hasta que tuve mis vacaciones y pude juntar los días de licencia matrimonial. En apenas un mes vomité todo el texto en bruto. Solo podía pasear y escribir. Para mí se convirtió en una vía de escape. Una fuga de la realidad.
– ¿Le costó dar con el tono adecuado antes de comenzar con su escritura?
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– Nada. Curiosamente el tono viene de más de veinte años atrás, de cuando guardaba unas cuarenta páginas escritas de una novela que me rondaba la cabeza. Me pareció divertido adaptarlas junto a unas notas que escribí en un viaje posterior, e improvisé una historia en la que me fui sumergiendo hasta crear algo totalmente nuevo. Si te paras a escudriñarla se diferencian dos partes, que coinciden con la evolución del personaje, en un viaje forzoso a la madurez.
«Donostia tiene un envoltorio precioso, pero ha vivido actos mucho más duros que los de la novela»
– ¿Por qué optó por narrarlo en primera persona y en un continuo presente?
– No fue algo estudiado. Simplemente surgió así, con la idea de conseguir meterte en la piel del personaje y vivir la historia desde dentro. Sentir la adrenalina de la fuga. Ser partícipe de sus decisiones y sus emociones. La inmersión tenía que ser total.
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– ¿Arriesgó al dar apenas un par de pinceladas de los numerosos personajes secundarios y dejar que todo el peso de la narración recayera en el protagonista?
– Creo que la inmersión en el papel protagonista se habría diluido un poco si le hubiese dado más peso a algún personaje secundario. Eso sí, todos los personajes son vitales en su camino y le van forjando, le dejan huella. A algunos los tiene que dejar atrás forzosamente. Es un fugitivo.
– Huye de los detalles y se centra en la pura acción...
– Todo nace con un disparo y unas llamas. Cuando la adrenalina te domina apenas tienes visión periférica y todo tu alrededor pasa desapercibido. Sólo hay un aquí y ahora, lo que tienes frente a ti. Emulo ese estado mental en el que solo te centras en escapar e improvisar decisiones rápidas para poder sobrevivir. Es puro ritmo. Quiero que sientas el peligro. La descripción de la acción le gana al entorno, donde no me adorno para no perder intensidad.
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–... excepto a la hora de describir comidas y bebidas, de las que da cuidadosa cuenta.
– Son momentos fundamentales, de calma, de respiro para el protagonista. Además, como buen vasco, disfruta y le encanta hablar de lo que come. Somos un poco así. También son una tregua para el lector. Sirven para coger aire, aprovisionarse y volver a la carga.
«En apenas un mes vomité todo el texto en bruto. Escribir se convirtió en una vía de escape»
– ¿Por qué eligió Budapest como destino del protagonista en su huida?
– Visité Budapest hace un par de años, en un viaje en solitario. Es una ciudad maravillosa para perderse en ella escuchando buena música y conociendo su historia. Eso sí, a la vez que bella, la gente con la que me topé me pareció en general bastante fría y distante. No tuve suerte. Seguro que en un viaje con amigos tiene que ser como visitar Cádiz.
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– ¿Cuál es la moraleja de la historia, si es que la tiene?
– Más que moraleja creo que el lector va a vivir en primera persona situaciones moralmente incómodas. Se debatirá junto al personaje, siempre al filo del mal. Es posible que en función de sus decisiones le ames, le odies, le justifiques, empatices con él, te compadezcas... Entre los lectores con los que la he podido comentar nace un debate ético en cuanto a la violencia.
– ¿Se sentiría cómodo si le dijeran que la suya es literatura 'pulp'?
– Me haría gracia. Creo más bien que 'Al filo del mal' es un thriller poco convencional, que si me apura tendría toques 'pulp' en cuanto a la acción o una narración más trepidante. Y lleva humor. Si como 'pulp' también visualizas 'Pulp Fiction', lo compro.
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– La novela es una autoedición. ¿Intentó publicarla en algún sello de los tradicionales o renunció a esta opción desde el principio?
– No, ni lo intenté. Me pareció un reto divertido publicarla por mí mismo en Amazon y lo fui difundiendo a amigos y compañeros. Al ver las valoraciones positivas y que llegó al nº1 en la categoría de 'thriller político', mi entorno me animó a imprimirla. Ya está en librerías, distribuida por Elkar.
– ¿Tiene previsto seguir dando rienda suelta a su vena escritora, ahora que ya ha debutado?
– Por supuesto. Es un camino nuevo, pero la experiencia está siendo muy intensa y adictiva.
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