La primera incursión del maquis en Euskadi acabó en desastre

En noviembre de 1944, apenas un mes después de la desastrosa incursión de 10.000 republicanos en la España franquista a través del Valle de Arán, otros once combatientes españoles armados pasaron de Hendaia a Hondarribia. El objetivo, bastante inconcreto: constituir un grupo que llevara a cabo ataques y sabotajes en Cantabria y Asturias, que animaran a los aliados a continuar en España la lucha contra el nazismo que llevaban a cabo en la Europa ocupada. El resultado fue igualmente catastrófico: detenidos a los pocos días del paso clandestino de la frontera, todos fueron sometidos a un consejo de guerra en el cuartel de Loiola, del que salieron con largas penas de cárcel y la condena a muerte del responsable del grupo, Pedro Barroso.

La breve, aunque apasionante, historia del primer grupo de maquis infiltrado en el País Vasco tras la Guerra Civil sale ahora a la luz de la mano de Miguel Usabiaga, hijo de uno de aquellos guerrilleros, Marcelo Usabiaga. 'La primera guerrilla vasca-Noviembre 1944' –publicado por la editorial Irreverente en colaboración con la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Archivo Republicano Marcelo Usabiaga– reconstruye los pasos de este frustrado embrión guerrillero, desde su constitución en Francia hasta su detención y condena. El libro coincide con la publicación de un cómic basado en la vida de Marcelo Usabiaga.

Aunque formalmente se trató de una operación de la UNE (Unidad Nacional Española), la incursión en realidad estaba impulsada por el Partido Comunista. Y he aquí la primera paradoja: entre los once guerrilleros había un ex combatiente del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y dos anarquistas, enemigos acérrimos de los comunistas durante la Guerra Civil.

Segunda paradoja: ¿cómo es posible que un mes después de la desastrosa invasión del Valle de Arán se pusiera en marcha este otro operativo, aparentemente suicida? A juicio de Miguel Usabiaga se dan cita varias circunstancias. «Por un lado, el ambiente que se vivía entre el exilio español en Francia era de euforia ante el avance de los aliados frente a los nazis y por otro, de absoluto desconocimiento de la realidad que se vivía en la España franquista».

Usabiaga considera que lo que se desprende de las declaraciones de los detenidos en el consejo de guerra en absoluto apunta a que fueron conscientes de ir a una misión sin retorno. Al contrario, «pensaban que, una vez en España, iban a encontrar un ambiente propicio» para obtener apoyos. Su padre, quizás, era la excepción. Prisionero tras la Guerra Civil, había escapado de Arrona, después de año y medio de trabajos forzados y en donde estaba en contacto con la población. «Conocía la realidad de la situación en el interior». ¿Por qué se enroló entonces en el grupo de maquis? «Por compromiso. Se lo pidieron porque como era de Irun se suponía que conocía los montes del entorno. No era así».

Parte del grupo entró en España el 18 de noviembre por la playa de los Frailes en Hondarribia, procedentes de Hendaya, y el resto, tres días después. Aunque según explica Marcelo en una entrevista recogida en el libro, actuar en territorio guipuzcoano no figuraba entre sus directrices, tampoco tuvieron oportunidad. Una vez en San Sebastián, sus supuestos contactos de apoyo rechazan prestarles apoyo logístico y hasta alojamiento. El grupo se divide en dos y mientras una parte se oculta en un piso de la calle Campanario de la Parte Vieja, otro lo hace en casa de los tíos de uno de los miembros del comando, en la calle San Martín.

La calamitosa organización –o más bien desorganización– del operativo concluye con la detención de los once miembros del grupo, algunos de los cuales pasan en la Comandancia de Irun por las manos de Melitón Manzanas. «Mi padre contaba que lo que más le gustaba a Manzanas durante los interrogatorios era saltar sobre los pies descalzos del detenido y a continuación, golpearle en el estómago».

El consejo de guerra se celebró el 6 de julio de 1945 en el cuartel de Loiola. Pedro Barroso, José González Suárez, Regino González Moro, Esteban Huerga Guerrero y Javier Lapeira Martínez fueron condenados a pena de muerte, mientras que a Nicolás Chopitea Paradizabal, Víctor Lecumberri Arana y Manuel Micó Bartomeu les cayeron treinta años de reclusión mayor. Marcelo Usabiaga fue condenado a veinte años y a Victoria Castán del Val, única mujer del grupo, se le impuso doce años de reclusión menor.

Todas las condenas de muerte, excepto la de Barroso, fueron conmutadas posteriormente. Los intentos por salvar su vida fueron estériles, incluso a los que apelaron a la perjudicial imagen internacional que para España supondría ejecutar a un reo en pleno verano donostiarra, con Franco y todos sus ministros en San Sebastián. El régimen tomó buena nota de la recomendación y el condenado fue trasladado a Vitoria, en donde fue fusilado el 11 de septiembre.

Para escribir 'La primera guerrilla vasca-Noviembre 1944', Miguel Usabiaga se ha basado principalmente en los recuerdos de su padre, en hemerotecas, en archivos civiles y militares y, especialmente, en el sumario del juicio, que se conserva en Archivo General Militar de Ferrol.